Mi Tío al Rescate (serie Brown)

#Capítulo 4 ★ Edición especial ★

 

 

 

 

Caminaron alrededor de 4 horas entre la oscuridad, a pesar de que Daniel traía una lámpara, no le permitieron que la utilizara ya que dijeron que era peligroso. 

En eso unos fuertes estruendos se escucharon, haciendo que todos se tiraran al piso. 

—¿Qué es eso? —preguntó Rafa. 

—Son los de migración… no se muevan porque los van a matar. —mencionó uno de los hombres que se encontraba alrededor de ellos. 

—¿Qué debemos hacer? —preguntó Daniel con vos bajita, mientras que se aferraba a Rafa con sus manos. 

—Solo no se muevan y no hagan ruido, si ven que no se alejan o siguen disparando, traten de alejarse lo más posible de ellos, si nos llegamos a separar solo sigan derecho es largo el camino, pero van a encontrar una montaña rocosa, de ahí se van alcanzar a ver algunas propiedades, que ya pertenecen al paso Texas. —pronunció el hombre apodado el primo, a todos los que se encontraban ahí. 

Los fuertes estruendos de las detonaciones seguían una y otra vez sin detenerse, la gente que estaba junto a Daniel empezaron a avanzar, ya un poco desesperados y temerosos. 

Solo se alcanzaban a ver a lo lejos las lámparas que traían los de migración, buscando la gente para dispararles. 

—Debemos de ir con ellos. —dijo Rafa, aún tirado en el suelo entre la tierra y hierba, junto a Daniel. 

—No es seguro, lo mejor es quedarnos aquí sin hacer ruido a esperar a que se vayan. —mencionó Dany, tomando a Rafael con fuerzas de su mochila, ya que quería ponerse en pie. 

—¿Y si corremos?  

—No creo que lleguemos muy lejos, y menos tú con esas patas tan chiquitas que tienes. 

—¿Qué tratas de decir?  

—No estoy tratando de decir nada, solo la verdad eres un enano ¡recuérdalo! 

—Pero se están alejando. 

—Pues sí… pero es un riesgo que tenemos que tomar, no es nada seguro. 

En eso se escucharon nuevamente las detonaciones, la gente se asustó y empezó a correr por todos lados gritando, en eso la dura y triste realidad se empezó a ver frente a los ojos de Daniel y de Rafa, que no daban crédito a lo que estaban viendo. 

La policía de migración no sé tentó la mano, y empezó a disparar en contra de la gente que solamente caía al piso herida, gritando pidiendo auxilio. 

Ellos dos no se movieron, solo se abrazaron entre ellos mismos con las respiraciones aceleradas, al igual que el corazón por el miedo que sentían, y  por ver la escena y la impotencia de no poder hacer nada más, que quedarse ahí a esperar lo peor. 

—Nos van a matar a nosotros también. 
—mencionó Rafa temblando de miedo. 

—Si no te mueves, no se van a dar cuenta que estamos aquí. —dijo Daniel cubriéndolo con su cuerpo, atrás de un matorral y de hierba seca, aún escuchando las detonaciones y los gritos. 

Los dos se quedaron en silencio, solo tapando sus oídos y cerrando los ojos para dejar de escuchar, toda esa escena perturbadora. 

Después de varios minutos los gritos y los llantos de dolor se apagaron, al igual qué el estruendo de los balazos quedando todo alrededor en un silencio, un silencio todavía más perturbador que lo que había pasado. 

Se escuchaba el crujir de la hierba seca, de los pasos de los hombres cuando iban avanzando. Dany y Rafa solamente se apretaron con sus brazos entre ellos por el miedo. 

Veían a lo lejos que algunas lámparas iluminaban todo alrededor, alcanzaron a ver varios cuerpos de la gente que estaba tirada, imaginándose que tal vez estaban muertos, mientras que esos hombres avanzaban despacio hacia dónde se encontraban ellos. 

—Look if there aré More… 
(Busquen si hay más) 

—Damn mexicans…  
(Malditos mexicanos) 

—Kill everyone so that no one Is lefl alive… 
(Maten a todos que no quede ninguno vivo) 

Daniel y Rafa solo aguantaban la respiración, al sentir que cada vez estaban más cerca de ellos, esperando un milagro para que no los encontraran. 

—It seems that there Is no one left… 
(Parece que ya no queda nadie)  

—We haré to get out of haré this Is going to suck… 
(Hay que salir de aquí esto va a apestar) 
(Risas)… 

En eso poco a poco los hombres fueron avanzando, regresando nuevamente por donde habían llegado, Daniel y Rafael empezaron a llevar aire a sus pulmones, respirando con apuro por el miedo que habían sentido al estar tan cerca de esos malos hombres, que al parecer habían matado a toda la gente a su paso, y sin ningún remordimiento. 

—Parece que ya se fueron. —dijo Rafa. 

—De todos modos no te muevas, hay que esperar un poco más. —mencionó Dany asustado. 

—¿Estarán muertos?  

—No lo sé, pero no puedo creer que exista gente tan mala en el mundo, y yo quejándome de la gente de dónde vengo. 

—¿Y qué vamos hacer si todos están muertos?  si no sabemos ni dónde estamos. —preguntó el enano, sentándose sobre la tierra en medio de la oscuridad. 

—No lo sé enano… vamos a tener que seguir las indicaciones que nos dijo ese hombre, que siguiéramos derecho hasta que encontremos una montaña de rocas, por lo pronto aquí nos vamos a quedar hasta que amanezca. 

Las horas fueron avanzando poco a poco el viento soplaba con fuerza levantando nubes de polvo, ellos se cubrieron con sus ropas la cabeza y sus rostros para no inhalar el polvo pesado que se sentía provocándoles tos. 

El frío abrumador se sentía con fuerzas, los dos se acurrucaron mientras sacaban sus chamarras de sus mochilas, para cubrirse, deseando que la mañana llegara. 

Fue la noche más larga y fría que habían pasado los dos, hasta que por fin los rayos del astro sol empezaron a anunciar un nuevo día, para encontrarse con esa terrible verdad. 

Estaban solos, en medio del desierto, con algunas hierbas y troncos secos, al igual que los cuerpos sin vida de la gente que había estado al lado de ellos horas antes. 

Daniel vio con pesar esa triste imagen, pensando en sus familias, que talvez nunca sabrían que había pasado con ellos. 

Dany empezó a sacar alimentos de su mochila, al igual que Rafael para empezar a alimentarse, sabían que a partir de ahí el desierto se iba a convertir en su peor enemigo, ya que no se veía absolutamente nada más que desierto frente a ellos. 

Tomaron líquido, cubrieron sus cuerpos del intenso sol, acomodaron bien sus mochilas en la espalda y empezaron a avanzar, con solo desierto frente a ellos y todo alrededor pero no sé detuvieron siguieron sin mirar atrás. 

Caminaron por largas horas sin detenerse, Dany sacaba su reloj de pulso que traía en su mochila para ver la hora, pero para desgracia sentían que los minutos y las horas no avanzaban. 

El dolor de las piernas, el intenso calor, la necesidad de tomar líquido constante era insoportable, y más para el pobre de Rafael, que por más que quería apurar su paso era imposible, eso lo hacía sentirse frustrado y también avergonzado con Daniel, pensando que si fuera solo, iría más rápido. 

Se detuvieron un poco dejaron caer sobre la arena caliente las mochilas, estaban completamente cansados se sentaron sobre la arena caliente, en eso pegaron un brinco los dos, al sentir la temperatura en sus traseros. 

—Por los clavos de Cristo, esto está más caliente que el infierno. —pronunció Daniel, sacudiéndose la arena caliente. 

—Todavía me arden mis pompas, creo que lo mejor es que nos sentemos sobre las mochilas. —dijo Rafa sentándose sobre de ella, sacando su botella de agua empezando a beber con desespero. 

—Según mis cálculos matemáticos, por el tiempo que hemos caminado y con la información que nos dijo ese hombre, mañana tal vez estaremos llegando a esa montaña de piedra. —mencionó Daniel también bebiendo de su agua. 

—¿Hasta mañanaaaaa?  

—Siempre y cuando no nos detengamos por mucho tiempo. 

—No te muevas Felipe Daniel.  

—¡¿Qué?!... ¿Por qué?  

—Algo está subiendo por tu pie.  

—¿Algo? ¿Qué es ese algo dime?  

—No sé si es un alacrán o un escorpión. 
—le dijo Rafael haciendo que Daniel abriera grandes ojos asustado. 

Dany de inmediato se puso de pie, sacudiendo sus pies de un lado a otro, viendo que el escorpión estaba pegado de su pantalón, empezó a gritar mientras que se movía de un lado a otro, brincando desesperado tratando de deshacerse de ese animal. 

—Ayúdame maldito enano no te quedes ahí parado. —gritó desesperado ya que le tenía mucho miedo a ese tipo de animales. 

Rafael solo soltaba en carcajadas viendo lo asustado que estaba, ya que no dejaba de moverse de un lado a otro, tomó la chamarra de Daniel y con ella le empezó a pegar por todos lados, hasta que por fin el pobre animal salió volando cayendo del otro lado, parando su cola para tratar de atacar y defenderse. 

—Ya deja de burlarte de mi, maldito enano cabezón, esas cosas son peligrosas tienen veneno… no sería muy ético de mi parte.. no morir en el trayecto y a manos de la policía fronteriza, sino por un animalucho de esos. —le gritó con las manos en la cintura, escuchando que Rafa seguía soltando en carcajadas llevando sus manos hasta su estómago, donde no podía parar de reír. 

El al ver la cara enfurecida de Daniel trató de controlar la risa, empezó a respirar profundo poco a poco para dejar de reír, limpió las lágrimas y el sudor de su cara, de tanta risa que tenía. 

—Discúlpame… pero es que si hubieras visto la cara que pusiste, más aparte todo el bailecito, parecía que traías hormigaaaaaasss —gritó corriendo. 

—¡¿Qué?! ¿A dónde vas?  

—Las hormigas. —volvió a gritar sacudiéndose su ropa, ya que estaban los dos parados sobre un gran hormiguero, y ni se habían dado cuenta. 

Daniel de inmediato se empezó a quitar la ropa, sintiendo el hormigueo por sus piernas y su espalda, mientras gritaba y pegaba de brincos desesperado al igual que Rafael. 

Después de un rato, lograron deshacerse de todos los bichos qué tenían sobre su cuerpo, pero les habían quedado algunas ronchas de las picaduras de las hormigas, ya lo mejor que hicieron fue tomar nuevamente sus mochilas y seguir avanzando en medio de las hormigas, y con el sol abrumador mientras que platicaban y reían de todo lo que estaba pasando. 

La noche volvió a llegar junto con esos vientos fuertes y fríos, buscaban la manera de protegerse entre ellos dos, deseando que pronto llegara el día, pero sobre todo llegar a su destino, ya que les quedaba poco líquido y estaban verdaderamente cansados. 

El sol ya les había dañado su piel, a pesar de que estaban cubiertos con ropa aún así sus rostros estaban enrojecidos, y les ardía al igual que sus labios partidos por el ambiente seco a su alrededor. 

El día llegó, y las ganas de seguir avanzando con entusiasmo. 
Tomaron alimentos, bebieron agua tratando de cuidarla lo más posible, ya que según Daniel decía que antes del anochecer tenían que llegar hacia esa montaña rocosa, que era la única esperanza que tenían. 

Así que llenos de esperanza y de ilusiones avanzaron sin detenerse, hasta que por fin una sonrisa se le dibujó en el rostro a Daniel, dándose cuenta que ya se alcanzaba a ver esa montaña de rocas que estaban buscando. 

Así que no sé detuvieron y siguieron avanzando completamente agotados, pero aún con las pocas fuerzas que tenían, hasta que por fin estaban parados frente a ese lugar, y a lo lejos se veían propiedades. 

Los dos al darse cuenta que ya estaban casi en El paso Texas, empezaron a gritar emocionados, brincando y dando vueltas de la felicidad que sentían. 

Y esa felicidad e ilusión, hizo que agarraran fuerzas y siguieran avanzando sin detenerse, aún había luz del día así que no se rindieron, y siguieron hasta que por fin llegaron a una granja. 

Todo el lugar estaba cercado con barrotes de madera, a lo lejos se veía una construcción y algunos vehículos, ellos decidieron entrar para pedir ayuda esperando que fuera gente buena. 

Siguieron avanzando atravesando el lugar, encontrando un establo grande con animales, empezaron a hablar y a llamar para ver si alguien los recibía, pero no encontraron a nadie todo estaba en completa tranquilidad. 

Rodearon todo buscando un lugar donde protegerse y descansar, había un pequeño río de agua cristalina qué atravesaba el lugar, así que no lo pensaron dos veces y se empezaron a quitar sus ropas, y se metieron disfrutando de ese líquido que tanto deseaban, refrescando sus cuerpos viendo las ampollas en sus pies, pero aún así sonreían los dos, por la felicidad que sentían. 

Después de ese refrescante baño comieron los alimentos que todavía les quedaban, dieron una vuelta por todo el lugar encontrando que estaba todo en silencio y que no había personas ahí, había un establo que tenía animales pero no quisieron acercarse hasta allá, así que regresaron nuevamente al río, y se prepararon para dormir ya que el anochecer estaba llegando. 

Los dos por el intenso cansancio que tenían, cayeron profundamente dormidos sin saber más. 



★★★★★ 



Dany se empezó a mover despacio, despertando de ese sueño profundo y reparador, cuándo empezó a escuchar un ruido y un escándalo al igual que unas detonaciones, recordando lo que había pasado dos días antes, imaginándose que su mente traicionera le estaba jugando una mala pasada. 

Abrió los ojos lentamente recordando dónde se encontraba, volteó por todos lados y no encontró a Rafael, pero a lo lejos se escuchaban los gritos y también unos balazos, de inmediato se puso de pie agarró las mochilas y se las colgó en un hombro, y avanzó asustado para ver de qué se trataba. 

En eso vio a Rafael que venía corriendo lo más rápido que podía, y a lo lejos alcanzó a ver a un vaquero que les disparaba a los dos, lo que hizo Dany fue correr junto con Rafael sin saber qué era lo que estaba pasando, buscando salir de ahí cuanto antes. 

Solo brincaban esquivando los balazos que caían en la tierra, escuchando los gritos del hombre que les decía una serie de cosas, que no entendían ya que no hablaba español. 

Ellos no sé detuvieron, siguieron avanzando hasta llegar a la cerca de madera y la cruzaron, mientras que el hombre seguía disparando pero a lo lejos. 

Los dos se dejaron caer al piso sofocados por la corrida, Daniel volteó a verlo sin comprender que era lo que pasaba, cuando el animal que traía el enano entre sus brazos empezó a chillar, mientras que Rafael soltaba en carcajadas. 

—¿Me puedes explicar qué fue lo que pasó? ¿Porque ese hombre te estaba disparando? ¿Y ese animal? —preguntó Dany poniéndose de pie, sacudiendo su ropa escuchando al pequeño animal qué chillaba. 

—bee, beee, beee… 🐑 

—El hombre no me dejó explicarle y por eso decidí traerlo conmigo. —mencionó Rafael mientras cargaba el chivito entre sus brazos. 

—¿Te robaste ese chivo?.. ¿Y que le ibas a explicar?.. ¿que te ibas a robar su chivo? 

—No es un chivo es un borreguito, además es mi amigo me vio con cara de que se quería venir conmigo, eso fue lo que el hombre no me dejó explicarle, solamente sacó su pistola y me empezó a disparar, no podía dejar a este pobre animal con ese viejo loco. 

—beee, beee, beee… 🐑 

—Pues ahora mismo vas a regresar a ese animal ¿que vamos a hacer con él? Además ya habíamos quedado que ibas a tratar de no robarte nada. 

—Pues yo no pienso regresar ahí, qué tal y me da un balazo. 

—beee, beee, beee… 🐑 

—Pues tú no… pero yo sí. —dijo Dany muy seguro, cargando al chivito entre sus brazos avanzando nuevamente hasta la granja. 

—beee, beee, beee…🐑 

—Pues yo aquí te espero, no me pienso arriesgar, además ese borreguito está tan bonito. 

—Pues sí… está muy bonito, pero no es tuyo, y yo no voy a solapar que andes robando, por muy enfermo que estés. 
—pronunció sin detenerse. 

Después de unos minutos el escándalo se volvió a escuchar, al igual que los balazos y los gritos del gringo. 

Rafael se puso de pie, para ver qué era lo que estaba pasando, cuando vio a Daniel que venía corriendo bien apurado, mientras que el hombre le seguía aventando bala. 

—Párate enano cabezón, y corre que este nos va a matar. —gritó Daniel corriendo aún con el chivo, entre sus brazos. 




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