Mi Tío al Rescate (serie Brown)

Capítulo 5 ★Edición especial★

 

 

 

—Párate enano cabezón, y corre que este nos va a matar. —gritó Daniel corriendo aún con el chivo, entre sus brazos.

—beee, beee, beee.. 🐑 

—Te lo dije, y no quisiste hacer caso, ese vaquero está loco, no podía dejar al pobre borreguito con él.

—Deja de hablar y correeeee...

Los dos salieron con apuro de esa granja, corrieron sin detenerse hasta que dejaron de escuchar los disparos, y todas las palabras que el hombre les decía en un idioma, que ni siquiera entendían.

—¿Y ahora para dónde vamos? —pregunto Rafa, tratando de agarrar oxígeno, junto con Daniel por la corrida que se habían aventado.

—Pues vamos a seguir avanzando, se ven más propiedades cercas de aquí esperemos que alguien nos pueda ayudar.

—beee.. beee...beee... 🐑

—Ya me cansé de caminar.

—Yo también, y eso que no estás cargando a este chivo. 

—Ya te dije que no es un chivo, es un borreguito.

—Pues será chivo, borrego o lo que sea... aún no logro entender porque te lo robaste, casi no tenemos comida ni agua para nosotros ¿Dime cómo lo vamos a cuidar? —dijo Daniel dejándose caer al piso, sofocado abajo de un árbol disfrutando de la sombra.

—En eso no había pensado.

—Los enanos no piensan, acabo de descubrirlo precisamente contigo.

—beee... beee... 🐑 

—¿Y si lo dejamos aquí? 

—¿A quién? 

—Pues al borreguito... 

—Y si mejor te dejo a ti, y a él le doy tu agua y tu comida. —dijo Dany rabioso.

—¿Serías capaz de dejarme a mí?. —mencionó Rafael ofendido.

—Claro que no bruto, pero cómo se te puede ocurrir decir que lo vamos a dejar aquí, es un animalito qué siente. Además él no pidió venir contigo, tú lo trajiste ahora tienes que hacerte cargo de él... bueno en realidad nos tenemos que hacer cargo de él.

—¿Y entonces? 

—Entonces nada, vamos a descansar un rato y continuaremos caminando tenemos que encontrar a una alma buena, que nos ayude o ya tan siquiera que nos diga para dónde ir.

Ahí se quedaron descansando todavía un rato más, después comieron algo de los alimentos que todavía les quedaban, bebieron agua y de ahí le compartieron un poco al chivito.

Después siguieron avanzando por toda la carretera, aproximándose un poco más a las granjas qué se alcanzaban a ver.

Hasta que llegaron a una granja que estaba muy bonita, vieron a lo lejos a unas personas que se encontraban en la parte de enfrente limpiando y regando los árboles.

Se acercaron a la cerca de madera, dejaron sus mochilas y al chivito en el piso y Daniel empezó a gritarles, con la esperanza de que los ayudaran.

—Señor... Señor... —gritó a todo pulmón..

—Señor... Señor... beee... beee... Señor...

Hasta que por fin uno de los señores volteó a observarlos, y empezó a avanzar hacia ellos, con una sonrisa que hizo que a Dany se le iluminará el rostro de felicidad.

—¡Yoo.. Yo ser Daniel.. ¿Usted quién es?.—dijo deletreando poco a poco, haciendo anemanes para que le entendiera.. 

El hombro mayor, solo lo escuchó y soltó en carcajadas, haciendo que Dany y Rafa lo vieran con cara de confucion..

—Sí te entendí muchacho, somos paisanos.— dijo el hombre con una enorme sonrisa.

—Señor... No se imagina el gusto que nos da saber que nos entiende.

—Me imagino que acaban de llegar a estás tierras..

—Se imagina bien señor. —mencionó Dany.

—beee... beee... beee.... 🐑 

—Me imagino que andan pidiendo ayuda.

—También señor...

—Y también me puedo imaginar, que tienen hambre..

—Bueno señor hemos caminado por mucho tiempo, y hemos comido algunas galletas que traíamos, pero para ser sincero déjeme decirle que si tenemos hambre, pero también tenemos unas monedas y podríamos pagarle los alimentos que nos puedan proporcionar. —mencionó Dany sonrojado.

—beee... beee... beee... 🐑 

—Pasen, pasen... Mi esposa hizo una sopa deliciosa, y podemos compartirla con ustedes. —dijo el hombre con una sonrisa, escuchando los gritos de felicidad de Daniel y de Rafael.

—Muchísimas gracias señor, usted es como un ángel caído del cielo. —pronunció Daniel con una gran sonrisa emocionado, mientras caminaban junto con el señor cargando a la chiva.

—Yo me llamo Rafael y él es Felipe Daniel.

—Mucho gusto a los dos, Yo me llamo Matías. —mencionó..

Una vez entrando a la propiedad, había una pequeña casita de madera al fondo, y ahí se encontraba una mujer mayor con su cabello entrecano, que cocinaba en una gran olla y todo olía delicioso.

—Mira mujer... estos dos muchachos se acaban de cruzar la frontera, y les va a caer muy bien un plato de sopa.

—Claro que sí adelante muchachos pasen. —dijo la mujer colocando platos sobre una mesa sirviendo con un cucharón la sopa.

Daniel y Rafa estaban emocionados se sentaron algo temerosos y avergonzados, pero la necesidad de llevar un alimento al estómago era bastante. El señor le proporcionó comida al chivito, al igual que agua que también muy motivado comió.

—¿Y que los trajo hasta acá? —preguntó el hombre, llevando un bocado hasta su boca.

—Pues mire señor le voy a decir la verdad, cómo le iba diciendo. Yo me llamo Felipe Daniel soy mexicano de Quintana Roo para ser exacto, y salí huyendo de mi país para buscar una nueva vida para mí, y no tanto en lo económico como podrá ver yo soy... mmm bueno de gustos diferentes. Espero que no tenga problema por esto. —pronunció algo temeroso a la reacción de los señores.

Los dos señores se le quedaron viendo con una sonrisa, ya que era evidente lo que el trataba de decir, y no hacía falta ni siquiera que lo explicara.

—Nosotros no somos quién para juzgar a nadie, y respetamos a todos los seres humanos tal y como son, nosotros también somos mexicanos de Veracruz, tenemos diez años de vivir aquí, el dueño de esta granja nos empleó y nos ha tratado muy bien ¿Ustedes hacia dónde se dirigen? —preguntó el hombre. 




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