Mi Tío al Rescate (serie Brown)

Capítulo 7 ★Edición especial★

 

 

 

PASADO.

 

 

FELIPE DANIEL:

 

 

Tengo una semana de estar aquí en Oregón, han sido unos días un poco complicados para mí, pero sobre todo para mi querido Rafa, ya qué es bastante complicado conseguirle un empleo, por su condición de ser bajo de estatura es un impedimento grave, para que la gente quiera contratarlo.

Pero aún así mi pequeño amigo no se da por vencido, y sale todos los días a la calle a buscar algo, y a veces termina ayudando a la gente a cargar las compras del supermercado, sobre todo a la gente mayor que son los qué menos te juzgan, y terminan dandote unas monedas y una adorable sonrisa.

Samuel me consiguió trabajo en un restaurante asiático, a pesar de que no habló el idioma he podido tratar de comunicarme con la gente de aquí, algunos de mis compañeros me sonríen con cordialidad y hacen lo posible para comunicarse conmigo lo más que puede, pero hay otros que me ven con asco y repulsión, pero he entendido con el paso de los años que así va a ser el resto de mi vida, y es algo que ha dejado de importarme, lo bueno que uno de los encargados del restaurante, habla perfectamente bien el español, y es con el que más me comunico y me da algunos consejos.

Hago de todo aquí, desde lavar la loza, limpiar los baños y los pisos, el sueldo de la primer semana me ayudó a pagar el pequeño cuarto, en el que dormimos Rafa y yo y también para comprar algo de comida, no puedo negar que la gente que nos rodea y que también son latinos, que viene buscando el sueño americano son buenas personas.

Solo en dos ocasiones, me ha tocado tener que esconderme de la policía de migración, pero la gente que se encuentra aquí de inmediato nos avisa, y todos los que no tenemos papeles buscamos donde escondernos para que no nos deporten a nuestro país.

—Daniel... ella va a ser tu compañera, a partir de hoy vas a empezar a atender las mesas, trata de hacerlo bien si no te regreso de nuevo a la cocina. —me dice el encargado, viendo a la joven muchacha.

—Hola yo me llamo Felipe Daniel. —le digo con una sonrisa extendiendo mi mano para saludarla, ella rápido me sonríe y recibe mi saludo.

—Yo me llamo Claudia, no te había visto por aquí, pero me da gusto conocer.

—A mí también me da gusto conocerte, yo te había visto a lo lejos un par de veces, atendiendo a unos clientes ¿Hablas los dos idiomas? —le pregunté con curiosidad ya que la había escuchado.

—Sí... mi madre me enseñó desde niña hablar español.

—¿Pero eres mexicana o eres extranjera? —le pregunté curioso, ya que hablaba a la perfección.

—Mi padre es americano y se casó con mi madre, ella es mexicana, pero yo desde que nací no he salido de este país.

—¿Entonces hablas muy bien los dos idiomas?

—Así es... y me ha servido de mucho.

—¿Tienes mucho trabajando aquí? —pregunté.

—Como dos meses es mi segundo empleo, mi padre murió y la pensión que nos da el estado es una porquería, y con la enfermedad de mi madre hemos tenido días muy difíciles, así que decidí venirme de mesera por las mañanas y por las tardes trabajo en una casa de modas.

—¿De verdad?... Siento mucho lo de tu mamá espero que pronto se recupere.

—Muchas gracias, pero su enfermedad es terminal solo nos queda esperar ¿tú me entiendes verdad? —mencionó con tristeza.

—Lo siento mucho. —le dije con pesar, ya que me imaginé lo horrible que puede ser perder primero a tu padre, y tener a tu madre gravemente enferma.

—Vamos a trabajar... No nos vayan a correr por estar platicando, si no entiendes algo de lo que te digan, me llamas de inmediato voy a estar junto a ti, recuerda que somos pareja y nos toca atender el área B. —me dijo con una sonrisa, entregándome un mandil con el nombre del restaurante.

En las siguientes dos semanas me acople bien al trabajo. Claudia me empezó a enseñar las palabras más comunes para poder atender a un cliente, yo como tenía tantas ganas de aprender, le pedí que me enseñara un poco más y ella gustosa me dijo que sí, empezando a nacer una bonita amistad entre ella y yo.

Había veces que me iba muy bien con las propinas, y eso nos ayudaba a vivir un poco más desahogados, ya que para Rafa seguía siendo complicado conseguir empleo, yo siempre le decía que no se preocupara qué pronto encontraría algo a su altura, cosa que le causaba risa.

—Ey enano... quédate quieto ahí. ¿Qué es lo que traes en la cara? —le pregunté viendo un hematoma en su rostro.

—No es nada... Me golpeé con la puerta.

—No me mientas enano, porque no es la primera vez que te encuentro que traes golpes ¿Dime la verdad?

—No es nada de veras... lo que pasa es que no logro medir mi altura, sabes qué es algo complicado para mí. —me respondió, pero no me quedé conforme con su explicación pero ya no quise insistir, porque estaba seguro que no me iba a decir nada, esperando que no fuera grave lo que había pasado, ya encontraría la forma yo de averiguar qué era lo que estaba pasando.

—¿Cómo vas con tus clases de inglés, que te está dando tu amiga? —me preguntó para cambiar el tema.

—Muy bien, cada día entiendo más pero aún se me hace difícil la pronunciación, pero Claudia me dio unos CD para escuchar el audio, y eso me va ayudar... bueno, eso fue lo que ella me dijo.

En eso la puerta se empezó a escuchar con insistencia, el enano rápido se puso de pie y fue a ver de quién se trataba.

—Hola Rafa vengo a buscar a Daniel.

—Pasa estábamos hablando precisamente de ti. —le dijo el enano muy coqueto, ya que mi amiga Claudia era hermosa.

—Espero que de cosas buenas y no malas, porque soy capaz de regresarme por donde llegué.

—Cómo crees... le estaba platicando que me habías prestado los CD me da mucho gusto, que hayas venido a visitarnos. —pronuncié dándole un beso en cada mejilla.

—Vine a preguntarte  ¿si te quieres ganar un dinerito extra mañana?.. 




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