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CAPITULO I, EL SECUESTRO DE FENIX

En algún lugar muy lejano de la monótona y estridente ciudad de Santo Domingo, Distrito Nacional, de la República Dominicana.

De pasitos, llegaron unos inescrupulosos hombres de color oscuro, al conuco donde muy afanada estaba Fénix, aquella hermosa adolescente, quien incansablemente trabajaba, tal y como lo hacía día por día, enfrentando el desafío de los filosos rayos de sol que amenazaban desde lo mas alto con marchitar aquella blanca y delicada piel.

 

Siempre tratando de obtener el máximo de aquella tierra sin escatimar esfuerzos. Su pelo dorado brillaba ante aquella ardiente y segadora luz solar y al mismo tiempo le impedían ver el gran peligro que le acechaba. Un extraño olor que la inundó de repente y el rose brusco y ligero de un saco de cáñamo que empacaba la mitad de su cuerpo, fue lo único que pudo quebrantar aquella concentración, solo que, demasiado tarde, con sus brazos aprisionados por aquel saco y la extrema cercanía de aquellos desagradables y feroces cuerpos, era muy poco lo que podía hacer.

 

La ataron con una cuerda y a pesar de lo difícil que le resultó, pudieron subirla en una moto junto a ellos, los cuales al ver aquel impetuoso caballo blanco, que vertiginosamente se acercaba, inmediatamente se dieron a la fuga, pero este feroz animal, emprendió la persecución de una manera incansable en contra de estos raptores que llevaban consigo a su dueña, y los cuales rápidamente lograron llegar a su destino: Un rancho de madera situado en una pequeña finca cercada de postes y alambre de púa, varios hombres armados alrededor de la misma, y un fuerte olor a tabaco lo hicieron detener. Duró unos minutos frente aquella sórdida estancia. Lucía inquieto, temeroso y ávido. Dio un pal de vueltas a la redonda, y como si pudiera pensar se retiró de allí rápidamente.

 

En el interior de aquella casona, sin pintar y en desagradables condiciones de salubridad, se encontraba el señor Luís Pies, un corpulento hombre mayor de 53 años de edad, de color muy oscuro, quien, al igual que sus cómplices o subalternos, era de nacionalidad haitiana, con un enorme cigarro que constantemente ponía y quitaba de su boca, al verlos llegar con ella le ordenó que la sentaran y amarraran en una silla que previamente había preparado para ella.

 

Sus subordinados obedecieron y después de amarrarla le retiraron el saco, ella sacudió su cabeza, con su pelo alborotado y muy furiosa reclamaba:

 

- Maldito, suéltenme, ¿Qué diablos hacen? – HUMM!! Gesto cito ¡eh!

 

–Decía aquel hombre con semblante desagradable y poco amistoso, echando humo por doquier con su puro de mala calidad y mientras le hacía seña a los demás que se retiren, los cuales acataron enseguida; Este misterioso señor, se le acercó, hizo un particular recorrido con sus ojos negros, y con una actitud muy repulsiva, sobre aquel hermoso cuerpo de niña con curvas de mujer, y mirada desafiante.

 

–Sí, se una muchachito muy lindo, con lazón el Blonca te quele pa él, ¡jeje! -¿e que no me ecucho? Imbécil, le pregunté ¿que quiere conmigo? – Le decía, aquella hermosa niña de carácter fuerte -contigo voy hace paga al Blonca to la que debe pa mí - la deuda que uted tiene con el Bronco, cóbresela a él, señor haitiano, yo no tengo na que ve con eso –tu se la novio del Blonca, él plotege a ti, -yo no soy la novia de nadie y si no quiere poner su vida y la de su compañero en peligro déjeme i por la buena, ahora que aun ta a tiempo, señor haitiano –Pies -le dijo él -¡pies! –repitió ella sin entender –llamá a mí Pies señolito –ah… pue eso e lo que le va a falta cuando el Bronco se entere de que me tiene aquí ¿me oyó? –cuando el entelá ya yo ta bien leja de aquí y tu bien muelto, aquí donde mimo el mata a mi socia Pansho pa que sepa muy bien pol que señolito, -pero ¿Por qué yo? -el Blonca mata a mi socia, una hombla buena y pol eso ye mata a ti -le hablaba el señor Pies con su tono extranjero, mientras dejaba notar un gran rencor en su mirada –pue lamento decile que su plan va a fallá, porque yo me ire bien viva de aquí por la buena, o por la mala, uted decide.

 

–El señor Pies se acercó, miró fijamente aquellos ojos azules lleno de rabia y hecho humo de su boca en todo su rostro logrando hacerla toser durante unos segundos -¡puerco, cochino! –le decía ella muy furiosa, en lo que él solo se alejaba sonriendo.

 

Mientras tanto aquel caballo blanco de extrañas habilidades, no se daba por vencido, logró llegar hasta El Rincón Fuerte de los Arrozales; la lujosa y monumental, hacienda del Bronco, la cual, muy cautelosamente estaba cercada en su totalidad por una extraordinaria pared de block con una colosal puerta de hierro corrediza que sostenía una pequeña ventana en medio, para ver quien llamaba ante de abrir, y otra puerta estrecha que permitía el paso al peatón. Este hermoso caballo blanco de característica increíbles golpeaba la puerta con su cabeza muy afanosamente hasta lograr llamar la atención de Piña, uno de los portero de turno que estaba al otro lado, y el cual abrió la ventana para ver quien con tanta insistencia tocaba, al ver el caballo allí le pareció extraño, abrió la puerta rápidamente, miró a todos lados como si buscara a alguien más y luego pensó: “eto ta ma raro que un burro en bicicleta” –luego se acercó al caballo que lucía triste y preocupado –entra, y ma te vale que baya aprendiendo hablá, pa que explique como e que viniste sin la muchacha –le decía Piña, quien después del caballo entrar cerro la puerta



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En el texto hay: fantacia, pasion, amor

Editado: 09.08.2018

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