Me perdía en su mirada de repudio y odio, estaba acorralada; mientras que Jackson se acerba a mí poco a poco.
-¿Qué haces en mi empresa? – Exclamo enojado y gritado.
-Aquí trabajo. – dije tranquila queriendo no ser intimidada y no llorar ya que siempre he sido una chica llorona.
-Imposible, haré que te despidan. – me enoje por sus palabras.
-Solo por defenderme de un pervertido como usted. – al hablarle enojada él frunció una ceja con una mirada terrorífica – además eso será dependiendo del gerente y de su padre.
Estaba segura de que Jackson estaba más enojada que yo, pero no podía permitir que una persona como el, solo por tener dinero no significa que trataría a las mujeres como le pegaba la gana, en seguida quito sus manos de las barras de hierro, apretó el botón de abrir y se fue diciendo.
-Ya veremos quién gana. – estaba enfadada y más con lo que dijo que me despediría, apenas llevaba dos días y ya iba a ser despedida; espere que se alejara pero muchas chicas iban saludándolo como que fuera un rey, no negare que era atractivo pero con eso que hizo eso lo tengo muy lejos de mis pensamientos.
Entonces cuando salí, todas las chicas me miraban sorprendidas en sus escritores, escuchaba sus mormullos a lo lejos, tal vez vieron que salí del mismo lugar de Jackson, en vez de mirar buenas caras era lo contrario las mayorías me miraban enojadas y otras se hacían las creídas como si me habían visto pero al verlas se volteaban a ver a otros lados; temía bastante que me llamaran para decirme que estaba despedida, ni modo si eso pasaba tendría que esperar otros meses para conseguir otro empleo pero mis ahorros se estaban agotando y apenas dos días de trabajo dudo que me den un cheque.
Estaba concentrada con los procedimientos financieros de las gráficas pedidas de cada marca que establecía Sky Blue, sin embargo todo procedimiento tardaba bastante no importaba si fuese en computadora, era complicado medir cada barra de economía al hacer la gráfica. Llego la hora del receso, Elizabeth siempre nos sentamos en una esquina de la cafetería, hablamos muchas cosas interesantes, me sentía como si estuviese en la escuela y Elizabeth era mi compañera de clase en vez de trabajo; como siempre hemos sufrido de bullying, pues ahora estaba sufriendo un poco de ello, por cómo me miraban casi todas las mujeres; sinceramente no me importaba si les caía mal o no, solo quería trabajar y estar con mí mejor amiga, hasta que una chica se acerco a mí, de ojos azules y su pelo lacio, con mucho maquillaje en su rostro pero se le mira bien, un vestido demasiado corto y no era nada holgado; cuando caminaba se le rasgaba bien su trasera, en seguida me di cuenta que era para llamar la atención de los hombres que trabajaban aquí y lo conseguía fácilmente, en qué mundo vivimos exclame en mi mente; las chicas no quieren que abusen de ellas sexualmente y ellas hacen la tentación pero bueno, no es mi vida.
-Oye, me di cuenta que te peleaste con Jackson, el hijo del jefe. – Dijo con su voz chillona que parecía que era una fresita – espero que no te pases de lista con él, porque aquí hay muchas chicas que lo defienden – de repente se me salió una risita que no la pude evitar, mientras que ella me miraba frunciendo su rostro.
-Disculpa, ¿Cómo te llamas? – Hable tranquila como si no me importase lo que dijera de mí.
-Me llamo Susana – respondió con mucho coraje en su voz.
-Bueno Susana – hable con sinceridad a expresar - ¿Y qué pasa?, digo porque si es amenaza lo que acabas de decir, no me asustaste y si querías que me asustara, pues estas perdiendo tu tiempo.
Ella con sus labios temblorosos y sus ojos llorosos, no me respondió; estaba pensando que ni siquiera le hable fuerte solo dije lo que quería decir, yo creo que ella se quería hacer la víctima para que le creyeran a ella. Susana solo se retiró y se fue a sentar yo igual hice lo mismo pero cuando me estaba sentado un joven se me acerco a mí.
-¿Eres Jessica Díaz? – pregunto el joven sin saludar ni nada por el estilo.
-Sí, ¿Qué se le ofrece?
-El jefe, te llama dice que es algo urgente. – sabia, sabía perfectamente que este sería mi último día en la empresa, luego voltee a ver a Elizabeth que se miraba más asustada que yo, le dije a ella que ya volvía, asintió con su cabeza preocupada.
Me levante y seguí al joven que me guiaba donde estaba la oficina del presidente, por tantas películas que veía, salían casos idénticos como el mío, entonces sabía que me retaría y luego me despediría, me lo imaginaba mientras subíamos al elevador a un piso más alto. Cuando salimos del elevador caminaba hacia una puerta que estaba en frente, estábamos a una distancia un poco lejos de ella, cuando abrieron esa puerta e iba saliendo el señor Jackson de ella, con una mirada de enojo dirigida a mí; él iba a la contraria de mí y pasamos casi rosando cuando de repente sentí que me agarro el brazo con mucha fuerza.
-Ahora veras quien manda aquí – Exclamo con un coraje, se mordía su labio mientras me decía eso, moví mi brazo fuertemente e hice que me soltara, de verdad era tanto el odio solo por defenderme de sus estupideces.
Entre a la oficina y vi al jefe sentado al lado de su escritorio mirando el paisaje de los edificios que se encontraban al ver en su gigantesca ventana de vidrio. Cuando el joven le aviso que estaba ya aquí, el volteo con su silla movible hacia mi dirección, me miraba curioso.
-¿Eres tu Jessica? – Pregunto con su mirada en dirección a mis ojos.
-Sí, ¿señor? – no sabía su nombre pero enseguida respondió.
-Mi nombre es Robert – dije con una sonrisa en sus labios arrugados por la vejez, pero aun así se miraba simpático.
-Jackson acaba de contarme, que quiere que te despida, lo antes posible; no me dijo el motivo pero creo que tú me lo dirás y con sinceridad.
Me había hablado muy amablemente, así que sinceramente le conté todo y de último le repetí.
-Pero lo hice por defenderme ya que él abusaba de mí, por favor señor no me obligue a buscar empleos de nuevo en el periódico. – él se rio con muchas ganas pero dejo de reírse por una tosedera que le dio.
-No te voy a despedir. – Mis ojos brillaron por las palabras del señor Robert.
-¿Cómo?- pregunte con muchas dudas - ¿Por qué señor?
-Pues nunca había oído de una chica que le haya dado su merecido a mi hijo. – Seré yo la que está imaginando o está diciendo eso de verdad, solo había una forma de averiguarlo, me pellizque y si no era una imaginación mía.
-no le logro entender señor Robert.
-Bien, mi hijo se ha vuelto un rebelde y es el único heredero de esta empresa, se la debo dar por órdenes de su madre que lo quiere mucho; pero él no quiere cambiar y eso le dará mala fama a la empresa. Espero que posiblemente cuando obtenga la empresa cambia su forma de ser.
Me quede pensativa, colocando cada palabra que había dicho en mi mente.
-Así que no te despediré por algo que debía pagar Jackson – por esas palabras le di un abrazo al jefe, que él hizo lo mismo, este señor era un buen hombre comparado a su hijo que es un cretino e idiota; salí de la oficina alegre y recordando lo que había dicho el señor Robert, Jackson parecía ser un niño pequeño poniéndole queja a su papá; pero tal vez lo hizo para que me diera miedo en algún momento, no lo logro ya que llegue demasiado lejos.
Le conté a Elizabeth lo que había sucedido, ella se miraba impactada por lo que le decía, que de repente vi como sus mejillas se pusieron rojas al contarle lo que Jackson me había hecho; de verdad era tanto lo que hacía lo atractivo de ese hombre, después del trabajo me fui tranquila a mi departamento de un día tan frustrado en la empresa. Me prepare un comida mexicana que vi en mis recetas, unos burritos con mucha carne en su interior, no me quedaron tan mal pero estaba segura de que me harían daño por comérmelas en la noche.
Una llamada de mis padres me interrumpió mi cena, la conteste de inmediato.
-Hola hermosa – hablaron muy fuerte en el teléfono que cuando acerque el oído me rompieron el tímpano – te queríamos informar unas buena noticia.
-Hola padres cual es la buena noticia.
-No queremos que te enojes pero queremos que no estés sola – A no, sabía lo que me dirían, en seguida dije que no.
-Te arreglamos una cita. – Sabia, porque me hacen estos mis padres.
-No papá, mamá deseo estar sola, porque nunca me entiende lo que quiero. – Respondí un poco enojada que hasta quería romper el teléfono – ustedes saben bien, si esa persona se acerca mucho a mí.
-No Jéssica, él no es como los demás te lo prometemos – mi madre me respondió con una insistencia grande, que tuve que aceptar.
-Está bien, ¿pero para cuándo? – pregunte para saber correctamente la fecha – digo, para ver si salgo temprano del trabajo.
-Mañana a las siete y media.
-¿Qué? – Grite por la fecha que sería – no, mañana si salgo temprano pero quería ir a que me chequeen en el hospital ya que he tenido bastante dolor de cabeza.
-Puedes dejarlo para otra vez - asentí un poco deprimida pero enojada, me despedí de ellos, dándoles un beso.
No podía creer que mis padres me hicieran pasar esto.