Narra Jessica.
Me levanto temprano para ir al hospital para darme la respuesta definitiva de mi examen, sin duda me dirán que tengo mucho estrés como muchos resultados, hable con el gerente para que me diera permiso de unas horas para ir.
No lo tomo tan mal, solo eran unas horas y que nunca he faltado al trabajo ya es un hecho que me lo perdonaran, me pongo un vestido color crema con mangas largas, el frio comienza y debo ponerme ropa cálida.
Bajo del edificio para tomar el bus como siempre, mientras llegue allá, termino de leer el libro que nunca lo termine de leer desde que Elizabeth me lo recomendó, cuando le conté a ella sobre mis vómitos, lo primero que pensó era que estaba embarazada.
Me hizo reír a carcajada desde que comento eso, hasta ahorita sigo pensando en reírme pero la gente se asustaría.
Llegue al gran hospital, al caminar en los pasillos de espera me acomode en uno de los asientos viendo algunas personas que están enfermas y niños que andan corriendo.
Una niña pequeña jugaba con sus muñecas, una sonrisa apareció en mis labios, parecía tener cáncer ya que estaba sin cabello, me dio tristeza a la vez verla así, sufriendo por esas tontas enfermedades que atacan a gente inocente.
Después de un largo rato acomodada en el asiento, me atendieron diciéndome que mi cita estaba en la sala dos, en la oficina de la doctora Patricia Rivers, mis emociones se alteran siempre cuando me hago los exámenes y espero los resultados pero esta lo pensaba diferente ya que he buscado en internet lo que me ha dado y el único resultado ha sido estrés.
Toco la puerta tres veces hasta que escuche un “pase” de parte de la doctora, entre despacio saludándola, ella es muy gordita pero es muy bonita, me acuerdo que he visto siempre su añillo que tiene en el dedo anular, con un diamante blanco bastante bonito.
-Bien señorita Jessica – revisa su papeles que tienen en su sujeta documentos – puede tomar asiento.
Le hago caso y me siento mirándola de frente.
-Sin duda ha tenido muchos malestares – dice y eso no sonó como pregunta pero igual le respondí.
-Realmente solo han sido dos veces que he vomitado y la última fue con sangre – respondí dándole a conocer lo que me ha pasado –Pero solo eso.
-Si sin duda – dice mientras coloca unos documentos en su escritorio – señorita Díaz… debo decirle que su estado no está bien del todo.
Enarque una ceja por su comento, esperaba que solo fuese estrés.
-¿De verdad? – pregunte sin saber que decir ante ello, hasta que al fin continuo – pero es algo con lo que puedo superarlo, ¿cierto? – ella negó con su cabeza, llenándome más de preocupación.
-Hemos analizado algunas células que se ha hecho cancerosas – responde y eso me deja perpleja pensando lo peor – y ella se han infiltrado a su medula ósea – mis manos comenzaron a temblaron en ese momento dando a conocer que esto no está bien – lo siento señorita… usted tiene leucemia.
-¿Qué…? - es lo único que me pudo salir de los labios, me quede en shock pensando, analizando todo, queriendo entender lo que sucede, en ese momento solo puedo ver como mi vida cae en pedazos, haciéndome ver la realidad, mi corazón empezó a palpitar desenfrenadamente y sin esperarlo, lagrimas cayeron de mis ojos.
-Gracias a Dios la leucemia no es aguda – dice con tristeza, su mano se dirige a los papeles – eso nos da la oportunidad de hacer las quimioterapias ya que es leucemia crónica.
Oculto mi rostro entre mis manos para dejar caer mis lágrimas ya que no lo puedo evitar, ¿Cómo es posible que me suceda esto? La vida es corta y ahora con esto, todo se arruina en ese momento, me siento mal.
-Jessica usted debe ser fuerte – dice la doctora cuando se acerca para consolarme, después me abraza – sé que son demasiadas emociones, pero tenga en su mente… que hare hasta lo imposible que las quimioterapias puedan hacer un efecto en usted.
Solo asiento entre lágrimas pero eso no ayuda, seco mis lágrimas pasando mis manos en mi mejilla, la miro de nuevo intentando calmarme y saber todo sobre las quimioterapias.
-¿Dígame cuando empezare las quimioterapias? – pregunto con voz ronca.
-Le dejare la fecha entre este viernes en la mañana – dice y se ve en su mirada triste – le dejare algunos medicamentes que la ayudaran a quitarle los dolores de cabeza que comenzara a tener.
Asentí apenas levantándome del asiento, ya había acabado todo y ahora debía irme.
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Voy en el autobús pérdida en mis pensamientos, me he quedado sin habla, mucha gente me saluda y no respondo, las únicas palabras que susurran desde mi interior es.
“¿Por qué a mí?”
Lloro sin importarme si alguien me ve, ya no está la chica fuerte de antes, mis lágrimas rodean todas mis mejillas, me las limpio con mis manos pero después ya no lo hice ya que me ardía de tanto hacer eso. Al bajarme donde estaba mi empresa, fui directo al baño sin saludar a Elizabeth quería contárselo pero no ahorita, me mire al espejo y al verme en que situación estaba, me inclino un poco ante el lavamanos colocando mis codos en ella para enredar mis dedos en mi cabello y sumergirlo en mi cuero cabelludo.