Narra Jackson.
Aposte un buen dinero que el carro verde con el amarillo, ganara y es una apuesta fuerte, ya que Freddy Allen es un loco desquiciado que solo le compete pelear para ganar apuestas, me ha dicho susurrándome que si estaba listo para perder, eso es una falsedad para mis oídos, así que comencé a reírme.
-¿Espero que la apuesta se a competitiva? – eso se escucha más pregunta por parte de Blake – si no tendrá que estar muerto Freddy.
-Freddy es un gran peleador pero… - suspiro cansado – la ventaja la tengo yo.
-¿Cuál es esa ventaja Jackson? – pregunta Adam mientras se acomoda en mi lado junto a Sara.
-Es un secreto.
-Vamos – dijo Blake – dinos por favor – hice caso omiso, mi única fuerza es mi chica y si la tuviera a mi lado, mataría a ese chico pero solo le daré su merecido.
Quiero vivir para conquistarla de nuevo, decirle lo tanto que la amo, pero la cague en varios sentidos.
Empezó la carrera y durante la media hora el carro apostado no se ha quedado atrás, es un buen estado, luego veo a Daniela quien me está viendo desde la planta baja de los asientos, la ignoro por completo desde aquel día, aunque se haya disculpado me duele saber que por esa razón me separe de Jessica.
La carrera estaba por terminar, la apuesta era que tendría que quedar en algunos de los tres lugares sin segunda vuelta, creo que fue una de las peores decisiones pero me estoy volviendo loco.
Mi trasero está salvo, ya que el fuego nocturno así le llaman al carro de carreras ha llegado al segundo lugar, ahora es mi oportunidad de humillar a Freddy, voy en medio del camino juntos a mis amigos.
Voy directo a supuesto gran “Freddy”, lo veo en lo lejos y camino ahí, veo su rostro de fracasado, pido el dinero que merezco y no me dice nada más así que me largo.
Narra Jessica.
Mis ojos se llenan de lágrimas, mi sorpresa más grande del mundo.
-Hola Jessica – trae en sus manos unas rosas y una caja de chocolate – que bueno verte.
-Andrew… - fue hacia el para abrazarlo con fuerza, mi mejor amigo de la Universidad está aquí – que alegría.
-Te traje esto – dice cuando me abraza igual – espero te gusten los chocolates.
-No te hubieras molestado – digo apenada, insiste y tuve que agarrar las rosas y las flores – pasa, ¿Cómo supiste que vivía aquí?
-Tus padres me dijeron – responde cuando me guiño el ojo – que bonito tienes tu departamento – exclama viendo todo.
-Gracias pero… - digo pero en el fondo estoy pensando en mis preguntas - ¿desde cuándo tenías esto planeado?
-Desde que te mande el primer mensaje – responde, me volta a ver y me sonríe muy a gusto – quería darte una sorpresa.
-Y vaya que me la distes – dije riéndome - ¿quieres café? – asintió, sentándose en el sofá.
Fui hasta la cocina y empecé a hervir el agua, no podía creer que Andrew estuviera aquí, ahora son los mejores momentos donde necesito un amigo con quien compartir aparte de Elizabeth.
Termine de prepararlo y se lo deje en la isla, agradeció sonriendo como siempre ha sido un risueño, no quería tomar café ya que no iba poder dormir. Me senté al lado de él.
-¿Cómo estás? – Pregunte cruzándome de brazos - ¿y tus padres? – pregunto mucho, tomo un sorbo de café, y me observa con esos ojos azules que son bien bonitos.
-Bien y con respecto a mis padres están en Canadá – responde cuando me observo fijamente - ¿y tú andas con la misma decisión de ser soltera? – me toco la nariz con su dedo índice, cosa que me hizo reír.
-No – respondí negando con la cabeza varias veces – lastimosamente ya no.
-¿Y por qué lastimosamente? – pregunta curioso.
-Me enamore… - respondo con rapidez, no tengo que ocultarle nada a mi amigo – y eso fue lo terrible.
-¿Te hizo algo ese idiota? – pregunto enojado.
-El no tuvo la culpa… – respondí pero corte la voz – fue mi culpa creerle.
-Todos cometemos errores – afirma inclinándose hasta a mí, me sonríe para luego acercase y darme un cálido abrazo – me tengo que ir Jessica.
-Está bien – digo cuando le correspondo el abrazo – espero volver a vernos.
-¿Qué te parece mañana? – Responde cuando me acaricia mi espalda – conozco una tienda no tan cerca de aquí, con una gasolinera pero venden ramen.
-¿Cómo sabes que venden ramen? – Pregunte inquieta alejándome, colocando mis manos en mi cintura - ¿y cómo sabes que me gusta?
-No te acuerdas… - corta la voz para reírse a carcajadas – yo te traía cuando teníamos mucha tarea en la casa.