Mi Último Suspiro ✔

Capítulo 12

Junio

Patrick

Nunca lleves a tu cita a un paseo por canoa si no sabe nadar, descarta la idea.

Definitivamente esta cita fue un auténtico desastre, al menos la última parte.

A pasado un mes desde aquello, pero aún no lo supero.  
Desde entonces hemos hablado algunos días, no he vuelto a pedirle que salgamos de nuevo.

Pero dejare que para la próxima las cosas fluyan por sí solas, no organizare nada con tiempo, quizás así salga bien.

– ¡Sueltame! – mi hermano entra corriendo a mi habitación y cierra la puerta inmediatamente
– ¡¿Qué a pasado?! – pregunto preocupado
– ¡Abre la puerta Jorge! – escucho la voz de Camille al otro lado de la puerta, volteo a ver a Jorge en busca de una respuesta
– ¡Quiere que vaya por un yogurt para ella! 
– ¡Patrick no te podrá proteger! – adivina sabiamente, yo me apresuro a abrir la puerta para que la infante entre 
– ¡¿Como te atreves?! – grita él y corre al armario 
– ¡¿Donde estas?! – grita Camille al borde del llanto – ¡Quiero mi yogurt! – sus labios tiemblan. No por favor no lo hagas – ¡Quiero yo-yogurt! – sus lágrimas empiezan a salir
– ¡¿Por qué no le dices a Patrick?! – grita Jorge desde su escondite haciendo que la niña camine hacía ahí. Abre la puerta lista para responder.
– porque él trabaja todo él día
–¡¿Bien y yo que hago?! – Jorge se pone de pie y sale de su escondite
– ¡NADA! solo estas en tu cuarto 
– buen punto – apoyo a la niña, me acerco a él – solo ve por su yogurt si no quieres lidiar con una niña que hace berrinche – susurro observando a la niña –  creeme, no querrás hacerlo.

Él sale de la casa a regañadientes, le guiño un ojo a Camille y chocamos un puño.

– es por eso que eres mi hermano favorito – dice abrazandome, yo sonrio y la agarro entre mis brazos

Una hora después aparece Jorge con una bolsa llena de golosinas y envaces de yogurt.

Cada uno disfruta de un yogurt mientras vemos alguna caricatura infantil por Camille.

– ya vuelvo – me levanto del sofá – cuidala – advierto a Jorge
– de acuerdo
– ¿puedo ir contigo? – Camille se levanta de un salto del suelo, Jorge voltea a ver con brillo en los ojos 
– llevatela – susurra juntando las manos, a modo de suplica 
– bien, vamos pequeña – extiendo mi mano hacia ella y juntos caminamos hacia el parque.
– ¿puedo subirme? – un tobogán aparece en mi campo visual, parece que es nuevo, no lo había visto antes
– ve – le sonrió en aprobación

Me parece que para la próxima cita puedo darle tulipanes, o rosas ¿le gustaran?.

A veces me pregunto que es lo que ven de hermoso en un detalle tan simple como lo es regalar una flor de cualquier tipo, recuerdo que en mi infancia yo le regale una rosa a una niña que me gustaba, no era una rosa natural la que en realidad resaltaba, era una especie de ¿Linterna? ¿Lapicero? ¿Joyero?  No lo recuerdo muy bien, pero estaba combinada con unas 6 rosas naturales. Dirán de donde saque dinero para comprar media docena de rosas... Les contare un secreto, ese día salí mas temprano de casa, la escuela quedaba cerca por lo que podía ir y venir sólo, recuerdo que camine hacia un jardín, específicamente  el jardín de mi vecina, a la entonces apodada, la bruja, si lo sé, infantil, cuando crecí me di cuenta de que realmente no era mala, simplemente estaba triste por la perdida de su esposo, ¿en que estaba? a sí, como decía, ese día corte 6 rosas de su jardín y salí corriendo hacia algun lugar de regalos, tenía algo de mís ahorros por lo que compre esa rosa.

" Veía dulces por todos lados, cientos de dulces, a ella le encantará alguno.

– hola– saluda una niña mayor– ¿que haces aquí a estas horas, en lugar de estar en la escuela?
– quería comprar un regalo– sonrio con entusiasmo enseñando mis rosas
– ¡oh! ¿es para tu mami?
– no– niego rápidamente
– ¿para... Tu novia? – bajo la vista y siento algo de calor – oh,  ya veo,  ven por aquí – dice ella y empieza a caminar por algunos de todos estos caminos – ¿esto podría gustarle?– me enseña una rosa de plástico
– es muy bonito– digo tomandolo entre mis manos – ¿cuál es su precio?
– llévatelo, te lo regalo
– ¿de verdad? 
– sí, llévatelo – intento acomodarlo
– dejame ayudarte– me quita las rosas y les coloca un papel al rededor, y la rosa de plástico en medio– bien ya está listo

Salgo de la tienda y corro a la escuela.

– hola– digo cuando la veo de espaldas, lamentablemente no se su nombre– te traje estas– le doy las rosas y ella sonríe 
– gracias – se acerca y besa mi mejilla– son muy bonitas"

Recuerdo que luego de eso, no la volví a ver nunca.
Nunca supe su nombre, un día de pronto ya no llegó a la escuela, me pregunto qué se abra echo.

El punto era que a ella le encantaron las rosas, apenas siendo una infante. 
Y a las chicas de mi edad también les gustan.

– quiero helado – llega Camille a mi lado 
– vamos por el entonces –  tomo su mano y caminamos a un puesto de helado que hay cerca – ¿qué sabor quieres? 
– ¡Chocolate! 
– quiero uno de chocolate y uno de fresa – digo al vendedor

Nos sentamos en una banca disfrutando del atardecer. 
Camille columpia sus pies tarareando alguna cancioncilla.

– ¿Qué haré cuando no estés conmigo? – pregunta de repente,  con el rostro manchado con un poco de helado 
– siempre estaré contigo – agarro la servilleta, limpio su rostro y manos
– pero... ¿Y si no es así? ¿Y si pasa algo? – ¿por qué pregunta todo esto de repente? 
– ¿por qué preguntas esto? – ella me ve con ojos tristes, como si quisiera llorar
– he soñado muchas veces que no regresabas a casa – sus labios se curvan hacia abajo, me abraza y las lágrimas empiezan a salir de sus ojos
– nunca te dejaré Camille – deposito un beso en su cabeza
– prometelo
– lo prometo – o al menos eso intentare.



#40020 en Novela romántica

En el texto hay: romance, tren, cruel destino

Editado: 27.09.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.