Mi Unico Amor.

Parte Uno

Eran cerca de las dos de la tarde en París, la capital del amor, lugar donde una bella joven de cabello rubio y ojos verdes estaba terminando de ser arreglada por un equipo estilistas, hoy era su gran día, al fin, después de tantos años, se casaría con el amor de su vida.

Abigaíl Spencer Harper se casaría con su novio de la universidad, los dos jóvenes, y deseosos de conquistar el mundo juntos, serían hoy marido y mujer. Estaba muy emocionada y lo único que quería era tener a sus padres juntos en este día tan especial.

Unos toques en la puerta hicieron que detuviera todo, y haciéndole seña al joven que la arreglaba en ese momento le pidió continuar después.

La puerta se abrió dejando a la vista un chico alto y guapo de cabello castaño y ojos verdes con un traje enfundado a la medida.

—Te ves preciosa.— dijo al entrar y la rubia se puso de pie yendo a abrazarlo.

—Gracias Marcus.— resistió las ganas de llorar en los brazos de su hermano.

—Hey, no llores, si lloras se te correrá el maquillaje y no queremos eso, ¿verdad?.— secó una fina lágrima que se había escurrido por la mejilla de su hermana.

Ella asintió con una sonrisa separándose ligeramente de él.

—¿Papá ya está aquí?.— preguntó sintiendo una completa ola de nervios invadirla.

—Sabes que él no faltaría por nada del mundo.— respondió el castaño.— además, estoy seguro de que está buscando una manera de detener la boda, ya lo conoces.

Ambos soltaron una carcajada por aquello. Su padre sin duda era muy sobre protector con ella, ya que era su única hija, mujer y la primera.

—Aún recuerdo su cara cuando le dije que me casaría.

—Ni lo menciones, estuvo como una semana llorando encerrado en el despacho.— ambos soltaron otra risa

—¿Y mamá?.— preguntó formando una fina línea en sus labios.— ¿ya está aquí?.

—Fue la primera en llegar.

—¿Crees que estén bien?.— sintió tristeza, después de todo, sus padres llevaban muchos años sin verse.

Por un lado, se sentía muy feliz de volver a estar juntos como familia otra vez y sobre todo un día tan especial como este, pero la separación de sus padres no fue la mejor de todas… decidiendo no verse ni en el cumpleaños de ella, Marcus o Stefan.

—Todo estará bien hermana, no te preocupes.— besó la frente de la chica envolviéndola en otro cálido abrazo.— en algún momento debían verse nuevamente, solo espero que no hagan una escena o mejor dicho…

—Que papá haga una escena.— ambos se vieron a los ojos riendo.— ¿Y Stefan?, ¿por qué no ha subido a saludarme?

—Pues… digamos que los celos de hermano le están ganando, incluso hizo planes de comerse todo el banquete para que se cancele la boda.

—Ay, dios.— Abigaíl tomó su frente negando con la cabeza.— ¿es que todos los Spencer son celosos acaso?.

—Bueno, no te negaré que yo también estoy celoso, pero me cae bien Rodrigo.— la rubia frunció el ceño hacia su hermano y se cruzó de brazos.

—No se llama Rodrigo.

—¿A no?.— sonrió incómodo.— solo es broma… Juan me cae bien.

—¡Marcus!.— exclamó mientras le picaba el costado con sus dedos.— ¡se llama Johs!.

—Claro, claro… Johs.—hablo restando importancia, ganándose otra mirada asesina de sus hermanas.

Nuevos golpes sonaron en la puerta nuevamente, lo que salvó a Marcus de continuar con aquella broma.

—Adelante.— exclamó Marcus con la mirada fija en la puerta de la habitación.

—Mi pequeña Abigaíl.— una voz familiar se hizo presente, al igual que la presencia de un hombre, con un aire sofisticado, tomó de las manos a la ojiverde contemplando su esplendor.— te ves hermosa mi niña, sin duda ese vestido fue hecho para ti.— susurro acariciando su mejilla.

—Es que literalmente fue hecho para mí, abuelo.— hizo un puchero de lo más divertido, sacándole una pequeña risa al Spencer mayor. —prácticamente, peleaste con mama para ser tú quien lo diseñara y no ella

—Lo recuerdo.— exclamó conteniendo una risa. — incluso me lanzó un retrato.

—Una mujer maravillosa, sin duda alguna, algo teca y enojona, pero de buen corazón. Mi hijo fue un idiota al dejarla ir…

—¿Yo qué padre?.— una voz más se hizo presente y todos voltearon encontrándose al elegante gerente de la compañía Oliver’s.

—Que fuiste un idiota.— repitió de lo más normal y sereno. — iré a ver que todo esté en orden, no quiero fallas en este importante día.— tomó el mentón de su nieta y dejando un beso en su frente salió del lugar.

—Bueno, yo iré a vigilar a Stefan, sigue con la idea de comerse el banquete y esconder el licor, no sabemos qué más querrá hacer.— se excusó el castaño saliendo del lugar, no sin antes darle una palmada a su padre con un medio abrazo.— no seas bruto.— susurró antes de irse definitivamente.

Abigaíl y Michael se quedaron mirando, chocando esmeraldas con esmeraldas sin saber qué decir, hasta que él decidió hablar primero.

—Te ves hermosa.— susurró rascando su nuca con nerviosismo




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