Mi Unico Amor.

Parte Seis

Michael y Sophia se observaron con anhelo, incapaces de quitar la vista del otro pero conscientes que no podían seguir más en aquel lugar. Michael fue el primero en desviar su mirada y alejarse un poco de la castaña que lo traía loco.

—Debemos bajar, Abigail nos espera.— susurro nervioso conteniendo las ganas de saltar a los brazos de su mujer y besarla con locura.

—Tienes razón, gracias por el regalo.— susurro mirando el hermoso relicario que ahora poseía.

Michael sonrió y dejó un beso en su frente antes de girarse y caminar a pasos rápidos hasta la salida sin mirar atrás, Sophia lo miró con una media sonrisa, y apretando el dije en sus manos siguió sus pasos. Al llegar al primer piso varias miradas se posaron en ellos provocando nervios en Sophia, quien tropezó en el último escalón, siendo salvada de un golpe por los fuertes brazos de su exesposo.

—Gracias, de nuevo.— ambos se quedaron mirando a los ojos sin importar la gente  a su alrededor hasta que Frank llegó a su lado y los sacó de su burbuja.

—¡Es hora de que el padre de la novia baile el vals con su hija!.— giro con una sonrisa en sus labios al ver la interacción de sus amigos.

Michael soltó a Sophia delicadamente y acomodando su corbata camino directo hacia donde se encontraba su hermosa hija, quien sostenía la mano de su esposo con fuerza después de ver a sus padres tan juntos, estaba nerviosa y feliz.

El rubio suspiró y extendió su mano para tomar la de su hija, conteniendo el nudo en su garganta al verse en aquella posición típica de los bailes de boda, si pequeña ya era una adulta.

—¿Dónde estabas, papá?.— preguntó Abigail curiosa, en el momento que empezaron a moverse por la pista al compás de la música.

—Sali a tomar algo de aire.— hablo por lo bajo sin quitar la sonrisa de sus rostros.

—Stefan me dijo que

—¿Qué te dijo?.— interrumpió con el corazón en la mano, recordando el rostro de su hijo menor antes de salir de la habitación. 

—Sólo que ya venías, ¿Debía decirme algo más?.— él negó con la cabeza, suspirando un poco aliviado

—Stefan… ¿cómo se veía?.— cuestionó Michael, Abigail lo miro extrañada

—Pues bien, mi hermano es lindo, pero no le digas que te dije, me molestara por eso.— ambos se soltaron a reír un poco.— ya pero hablando en serio, se veía algo serio y lo conoces, suele ser así desde que entró en esa edad difícil, ya sabes, mamá le llama rebeldía, yo creo que está muy consentido.

—Ya veo, algo he escuchado de esa época difícil, creo que la viví con una pequeña revoltosa.— soltó a forma de broma mientras seguían moviéndose gracilmente por la pista.

—¿Por qué?, ¿pasó algo que deba saber?.— preguntó la joven novia y él rápidamente negó besando la frente de su hija.

—No, no ha pasado nada de lo que debas preocuparte, tranquila.— le dio un pequeño giro antes de que terminara la canción y luego la extendió con sus brazos acercándola nuevamente a su pecho para estrecharla en sus brazos cuando la canción finalizo.— estás hermosa mi princesa. Disfruta tu día.

—Si sigues así harás que me ponga a llorar como una niña.— golpeó levemente el hombro de su padre y este soltó una risa completamente armoniosa para ella.

—Sabes que en los brazos de papá puedes llorar con libertad.— Abigail hizo un puchero y se abrazó con fuerza a su padre, mojando un poco la tela de su traje con algunas lagrimas.— pareciera que fue ayer cuando corrías por este mismo vestíbulo, con nosotros siguiendo tus pasos.— Abigail rio con fuerza recordando cada anécdota contada por su abuelo o sus mismos padres, había sido una pequeña revoltosa.

—¿Me permite bailar con mi esposa esta pieza?.— preguntó con una sonrisa, sabia que el padre de su ahora esposa era un buen hombre, pero eso no quitaba que a veces sintiera nervios por su actitud.

—Búscate a tu chica. Ella está bailando conmigo y es mía.— Abigail se separó golpeando levemente el hombro de su padre con una sonrisa.

—¡Papá!.— replicó su pequeña sacandole una carcajada.

—Sólo es una broma.— le extendió la mano de su hija a su nuevo yerno.— cuidado donde pones las manos muchacho. — advirtió entrecerrando los ojos.

 

Sophia decidió quedarse al pie de la escalera y mirar desde allí el baile de su hija con su amoroso padre, mientras los miraba su mano permaneció en el pequeño dije que colgaba en su cuello.

Una vez el baile terminó se dio a la tarea de buscar a su pequeño Stefan, pero por más que lo busco en todo el salón e incluso en las habitaciones del segundo piso fue incapaz de encontrarlo. necesitaba hablar con él y explicarle la situación, pero lo más importante, disculparse por haberlo golpeado, ella jamás había hecho algo así con ninguno de sus hijos, pero las palabras del castaña habían sido dolorosas tanto para ella como para Michael, haciendo que perdiera el uso de razón.

Michael dejó a su hija bailando con su ahora esposo y decidió acercarse a charlar un poco con su padre y ex suegros.

—Michael, mi precioso rubio.— saludó Sabrina estrujando sus mejillas mientras le daba un abrazo.— sigues tan guapo como la primera vez que Sophi te llevó a casa.




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