Mi Unico Amor.

Parte Siete

La canción terminó y saber que debían separarse estrujaba sus corazones de una manera despiadada y cruel. Dos amantes se despedían sin querer hacerlo, pero su tiempo había pasado y ahora tenían otra vida… Una vida que pudo ser distinta.

Ambos se alejaron sin perder el contacto visual mientras los invitados aplaudían, ellos solo se observaron a la distancia queriéndose alcanzar.

Marcus quien estaba al lado de su hermana mayor observó a sus padres todo el tiempo y una sonrisa se formó en sus labios.

—¿Los viste?.— susurró Abigail muy emocionada a su hermano, este asintió.— espero que esto sirva para que arreglen todo.

—Me he dado cuenta que a pesar de todo, nuestros padres aún se aman.— Abigail chillo emocionada y se lanzó a los brazos de su hermano gritando de felicidad

—¡Abigail!.— exclamó el castaño soltando una sonora carcajada al ver el entusiasmo de su hermana

—¡Lo sabía, lo sabía!.— dijo completamente emocionada.

—¿Y a qué se debe semejante abrazo?.— preguntó una dulce voz a sus costados, ambos se giraron sonrientes al reconocer la voz de su madre y se lanzaron a sus brazos.

—Te amamos mamá.— respondió Abigail con una sonrisa que no se borraría de su rostro en toda la noche.

—Mi preciosa niña, te ves tan hermosa.— exclamó cuando se soltó del agarre de sus hijos, tomando las manos de su primogénita.

—¿Y yo qué?.— se quejó el varón y rápidamente Sophia lo abrazó también.

—También estás muy guapo mi pequeño niño.— estrujó sus mejillas.

—Mamá, ya no soy un niño.— hizo un puchero y ella besó su mejilla.

—Como digas mi niño.— se burló pellizcando su nariz.— ¿has visto a tu hermano?.— preguntó en su oído para que Abigail no escuchara, este la miró extrañado negando con la cabeza.

—¿Pasó algo?.— Sophia negó con la cabeza con la mirada preocupada y Marcus supo enseguida que algo había pasado.

 

—No es nada, solo necesito hablar con èl .— Marcus asintió en silencio 

Sophia siguió buscando a su hijo, tratando de mostrar preocupación en su rostro, al salir al jardín un recuerdo llego a su mente y quitándose sus altos zapatos, camino a pasos rápidos por el césped hasta llegar a aquel lugar tan significativo para su hijo, un pequeña cabaña que Michael y él construyeron unas vacaciones de verano. al entrar lo encontró sentado en el suelo lanzando una pelota de tenis contra la pared.

—Stefan.— susurró, pero él no respondió. — Tenemos que hablar.— se sentó en el suelo a una distancia prudente, pero él seguía sin responder.— Amor, por favor no seas así conmigo.— suplicó y él soltó un pesado suspiro.

—Papá la hizo para mí.— musitó después de un largo rato de silencio sintiendo un nudo en la garganta.— ¿lo recuerdas?.— cuestionó y ella asintió.— quise derribarla muchas veces, pero simplemente no podía porque era un recuerdo de ti y papá.— ella lo miró enternecida.

—Tú padre te ama mucho, Stefan, al igual que yo.

—Pero él te hizo sufrir.— expresó con enojo.— y no se lo puedo perdonar, jamás lo haré.— Sophia se acercó a su hijo tomando su rostro con sus manos 

—No fue solo su culpa, yo también lo hice sufrir pero ustedes nunca lo notaron porque el evito que ustedes lo vieran destruido.— Stefan frunció el ceño nuevamente desviando la mirada.

—Lo estás defendiendo otra vez.— gruñó sin verla.

—No lo estoy defendiendo, te estoy diciendo la verdad. No puedes guardarle rencor por algo que él no te hizo, Stefan. Los adultos cometemos errores y tu padre y yo no somos la excepción.— volteó nuevamente su rostro.— no puedo contarte que wsuedio exactamente entre nosotros, pero si he de decir que yo lo lastimaste y mucho.— la culpa acudió al joven Spencer cristalizando sus ojos levemente.

—Pero él no dijo nada…

—¿Tú lo habrías hecho?.— le sonrió acariciando su mejilla.

—No.

—Ahí tienes tu respuesta.

—¿Crees que esté enojado conmigo?.— preguntó casi en un hilo de voz y ella rápidamente negó.

—Por supuesto que no, pero debes disculparte, las cosas que le dijiste también lo lastimaron, aunque no lo haya demostrado.

 

—No quería decir eso— la abrazó apoyando su mentón en su cuello y ella besó su mejilla dulcemente.— Lo siento mama.

—Yo también lo siento, no debí abofetearte.

—Está bien, me lo merecía.

Stefan aceptaba sus errores y pedía disculpas cuando era necesario, esa era una de sus más grandes virtudes. El dolor de ver a su madre mal nuevamente lo cegó fuertemente provocando que las palabras simplemente salieron sin pensar.

—Vamos a la fiesta, tú hermana de seguro ya se habrá dado cuenta que desapareciste.— se separaron un momento y él asintió.— por ahora hazle saber a tu padre que lo sientes, luego aclaran mejor las cosas, ¿si?.

—Está bien.— Stefan salió primero de la cabaña y tomó la mano de su madre para ayudarla a salir, caminaron juntos hasta la entrada de la mansión, allí stefan se puso de rodillas para ayudar a su madre con su calzado, y una vez terminado, corrió al interior de la mansión buscando a su padre.




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