Mi único verdadero amor

Capítulo 1

 

 

 

 

El amor es perfume, es néctar y es veneno; 

Es camino de rosas, y es camino de cieno, 

Es un rayo de luna besando un corazón. 

 

Es débil como un niño, como un Hércules fuerte 

El amor es la flecha que nos causa la muerte 

Y tiene el privilegio de la resurrección. 

                                                                        Joaquín Dicenta 

 

 

—Lo que más deseo en la vida es encontrar alguien que me quiera. Alguien que ame sin importar el tiempo, el pasado, el presente y el futuro. Quiero alguien que ame de forma única, y que me lo demuestre con cada beso, con cada abrazo, con cada susurro. Quiero sentir, y que alguien sienta por mí, amor. Amor verdadero. Esa clase de amor que solo es posible en la clase de libros que leo. No quiero algo pasajero, algo insignificante. Quiero algo completo, completo y duradero. Quiero sentir, lo que todo el mundo siente— Baja la vista al suelo, y baja la voz—. Quiero sentirme amada.

 

Lucy miró al psicólogo. Él la escuchaba atento esperando a que prosiga. Ella llevaba un buen rato de un interminable monólogo que no hacía más que hacerla sentir que hablaba con la pared. 

 

—Quisiera poder sentir lo que todas mis amigas, y todas las personas que me rodean ya sintieron. Sé que todos tienen una mala experiencia en el amor. Y yo… yo también. Pero es diferente. Siempre estuve enamorada, pero jamás me fue correspondido. 

 

—¿Y cómo sabes que realmente era amor lo que sentías?- le preguntó el doctor Muñoz.

 

—Bueno no sé si de verdad era amor. Pero uno se enamora una sola vez en la vida. Sin embargo la gente no sale con la misma persona toda su vida— Lucy sintió que se ruborizada. Todavía estaba tratando de entender como habían llegado a ese punto—. Lo que quiero decir es que no necesariamente uno sale con alguien por qué lo ame. Tal vez si lo ama, pero eso se descubre más adelante— Hizo una pausa, se estaba desviando del tema, y estaba empezando decir cosas que no quería decir. 

 

Tomó aire.

 

—Lo que quiero decir realmente es que nunca he salido con nadie. Y no sé si alguno de esos chicos que me gustaron era mi verdadero amor, porque no me arriesgué. Jamás he hecho algo para que se fijaran en mí. Siempre tuve miedo a ser rechazada. Y es que era obvio que lo sería. Mis gustos solían ser muy superficiales.

 

Él entorno los ojos.

 

—¿Solían? ¿Acaso tus gustos ya no son lo mismo que antes?

 

—No—Negó con la cabeza—. He crecido, y he madurado. Soy una chica de 20 años que va a la universidad y aspira a un gran futuro. Mis gustos, y preferencias cambiaron mucho. La última vez que me fijé en alguien tenía 15 años. Y desde que superé ese desamor no volví a sentir nada, por nadie más.

 

La realidad era que no había querido sentir nada, por nadie más. 

 

—¿Pero te gustaría estar enamorada?

 

—Sí, claro. A veces quisiera enamorarme. Pero la clase de amor que quiero, no es…

 

Alzó su vista al techo. Buscando en su cabeza las palabras para seguir.

 

—¿Lucy?

 

—No lo sé. No sé cómo seguir. Lo siento.

 

—No te preocupes. No voy a presionarte para que me cuentes nada que no quieras. Siempre es difícil la primera sesión. Pero con el tiempo, tú misma sacarás aquellos temas que quieras resolver.

 

El doctor Muñoz anotó algo en su carpeta. A Lucy le parecía un hombre muy agradable. La había escuchado todo lo que había dicho. Desde el comienzo hasta ahora.

 

—¿Qué tal sí me cuentas un poco sobre tu madre?

 

Lucy carraspeó.

 

—Mi madre es una mujer muy buena. Es una excelente persona, y yo la admiro mucho.

 

 

—¿Cómo era contigo cuando eras una niña?

 

—Sobreprotectora— respondió Lucy con rapidez—.  Era muy sobreprotectora. Pero ahora cambió mucho. Insiste en que debo salir más, cuando antes no me dejaba a sol y a sombra. Está ansiosa con la idea de tener un nieto. Así que está muy pendiente de mi vida, y siempre me pregunta cuando voy a ponerme de novia y esas cosas. Siendo que antes no me dejaba tener novio.

 

—¿Crees que la forma en la que te crió tenga algo que ver?

 

Se encogió de hombros.

 

—Tal vez. Mi mamá tenía mucho que ver con el hecho de que me costara relacionarme con los chicos. Siempre me decía las nenas con las nenas y los nenes con los nenes. La primera vez que mantuve una conversación con un chico tenía 14 años. Y me refiero a una verdadera conversación, sin tartamudeos, sin incomodidad, sin sentir que estaba en falta.

 

El doctor Muñoz le lanzó una mirada al reloj de pared. Lucy hizo lo mismo.

 

—Se acabó la hora— murmuró ella levantándose. Quería irse de allí lo antes posible.

 

—Así es— respondió él también poniéndose de pie—¿Pero vendrás la próxima semana?

 

Lucy se acomodó las gafas y asintió.

 

—Aún nos queda mucho por charlar— dijo él.

 

La acompañó hasta la puerta. Luego Lucy se dirigió a Recepción para pagar la sesión y poder irse a su casa.

 

  Al salir a la calle descubrió que había anochecido. Se fijó la hora en su celular y eran las 8:00 pm. Había estado más tiempo del que le había parecido. Todavía no podía creer que su madre la convenciera de ir. Ella no creía necesitar un psicólogo. Pero su madre insistió, y acabó yendo. Quería ver qué cara ponía cuando le diga que el psicólogo había dicho que la culpa de su fracaso en el amor la tenía ella. Lucy sabía que su madre la había aislado demasiado un tiempo, pero de igual forma no le reprochaba nada. La crió como pudo, y lo hizo bien. Lucy no tenía nada que reclamarle. Al contrario debía de agradecerle por todo lo que había logrado sola.




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