Mi único verdadero amor

Capítulo 4

 

La casa estaba casi vacía. En ella solo estaban Lucy y Esme. Esme estaba en su cuarto haciendo quien sabe qué. Y Lucy había puesto el equipo de música a todo volumen mientras limpiaba. Se había recogido el pelo en  un rodete un tanto despeinado y se había sacado las gafas. Llevaba la típica ropa de limpieza que consistía en una remera negra sin mangas, unas botas de lluvia alta, un pantalón de gimnasia, y los guantes de limpieza de color rosa en la mano.

 

Cantaba a los gritos mientras  baldeaba el living. Le pareció escuchar algo pero no prestó atención y siguió haciendo lo suyo. Luego escuchó otro ruido y corrió a bajarle al equipo de música. Entonces ahí sí, pudo oír con claridad que golpeaban la puerta principal. Se sacó los guantes y corrió a atender.

 

—¡Voy!— gritó.

 

Cuando abrió la puerta se encontró con él; su ropa tan elegante, sus ojos, su cabello rojizo, sus finos labios, incluso su auto que estaba aparcado en el cordón, dejaron a Lucy sin aliento.

 

Xavier estaba en la puerta de su casa.

 

Al instante volvió su vista hacia las escaleras. Seguro que venía a ver a Esme. De pronto se dio cuenta de cómo iba vestida y se sintió avergonzada.

 

—He… Hola. Esme...

 

—No vine a verla a ella. Aproveché que hoy salía de compras con mi prima y decidí venir.

 

Lucy entornó los ojos, pero si Esme estaba arriba en su cuarto ¿Qué decía?  ¿Y sí no venía por Esme, por quién venia?

 

—No entiendo ¿Acaso buscas a mi madre?

 

Xavier sonrió, fue una media sonrisa. Lucy creyó que se desmayaría, su sonrisa era muy encantadora. Por las dudas se agarró al marco de la puerta.

 

—Estaba buscándote a ti— dijo.

 

—¿A mí?

 

Se hubiera muerto de ganas de saber porque la buscaba a ella. Sin querer su corazón ya se había hecho ilusiones. Pero solo hasta que escuchó la voz de Esme.

 

—¡Xavier!— dijo desde las escaleras.

 

Ambos la miraron, y Lucy bajó la vista. Esme saltó los escalones que  le faltaban, y cuando se acercó a ellos le hecho los brazos al cuello a Xavier. Por detrás del hombro de Esme vio la cara de confusión de él. 

 

—Xavier, mi amor. Yo sabía que vendrías a buscarme. Yo sabía— dijo Esme acurrucada contra su pecho.

 

Lucy suspiró y se sintió de más.

 

—Bueno, yo los dejo solos para que puedan hablar.

 

  Ni siquiera levantó la vista para ver el  rostro de Xavier. Solo se dio la vuelta, y se metió dentro de la casa. Su cabeza tenía un millón de preguntas ¿Por qué Xavier la buscaba a ella? ¿Por qué había venido cuando pensaba que Esme no estaba? ¿No quería que Esme supiera que venía? ¿Y por qué?

 

Cuando se metió dentro de la casa se sintió vacía. En una total desolación que solo había sentido unas pocas veces, cuando era una adolescente enamorada. 

 

Se dirigió a la cocina antes de encontrarse agudizando el oído para ver si podía oír algo. Su corazón le decía que tratara de escuchar lo que hablaban. Pero su mente, era la que le decía que se alejara, que huyera para no escuchar. En la cocina se sentó a la mesa. Después se levantó para preparar una jarra de jugo. Si se quedaba ahí sentada no tardaría mucho en correr hasta la puerta para intentar escuchar lo que hablaban. Necesitaba ocuparse en algo. Sacó la jarra de la mesa, busco el sobre de jugo, un cucharon para mezclar y se dispuso a prepararlo.

 

—Xavier me dará una oportunidad.

 

Lucy escuchó la voz de Esme y se dio la vuelta para verla. Se había sentado a la mesa, y sus ojos brillaban de ilusión. 

 

Le había dado una oportunidad.

 

—¿Sí? ¿Había venido a buscarte?— pregunto Lucy con voz apagada.

 

—Sí. Le volví a preguntar si estaba enamorado de otra, y me dijo que no era por eso. Me dijo que quería un tiempo para pensar, porque todavía estaba mal por un noviazgo anterior, y que se yo. Le dije que está bien, que le concedía el tiempo. Aunque no tiene mucho que pensar. Las cosas están arregladas Lucy, Xavier dentro de poco será mi novio.

 

Lucy apretó con fuerza el cucharon. Le ponía mal lo que Esme le decía. Sobre todo porque Xavier le había dicho que había venido por ella, no por Esme. Lo cual eraa ilógico, pero lo dijo. Lucy sabía que no tenía que hacerse ilusiones, pero solo le había bastado que Xavier dijera “Estaba buscándote a ti” para que el corazón de Lucy se encendiera deseoso de tener su amor. 

 

—¿No es genial?— preguntó ahora Esme con una sonrisa.

 

Lucy se sirvió un vaso de jugo. No podía decirle que sí, porque no lo sentía. 

 

—¿Quieres?— le ofreció a Esme.

 

—Sí. Pero Dime ¿No es genial que Xavier sea mi novio?

 

Lucy le sirvió el vaso con jugo y se lo alcanzó.

 

—Ten— le dijo.

 

—Gracias— respondió Esme tomando un trago—. Oye Lu, si quieres le pregunto si tiene algún amigo para presentarte a ti.

 

Lucy puso los ojos en blanco. ¡Lo que le faltaba! ¿Por qué todo el mundo quería emparejarla con alguien? Desde chica que sus amigas, y todo el mundo le decía lo mismo. Lo peor de todo es que siempre lo intentaban con chicos que a Lucy ni siquiera le gustaban. O cuando ya estaba tan enamorada de uno, que era imposible que pensara en otro.

 

—No Esme, gracias. No me gustaría.

 

—¿Por qué? Así podríamos salir los cuatro—Esme se puso un dedo en el mentón—.  Es más, ya conozco a uno que es perfecto para ti.

 

  “¿Qué sabe ella quien es perfecto para mí?”: pensó Lucy, pero no lo dijo.

 

—Piénsalo Lu. Seria genial que tú y yo estemos en pareja. Yo con Xavier, y tú con un amigo de Xavier. Saldríamos los cuatro juntos, y estoy segura de lo que pasaríamos súper. 




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