Mi único verdadero amor

Capítulo 8

Aunque Lucy no quería que la noche acabara, la noche tuvo que acabar. Eran las 6:00 de la mañana cuando Lucy entró por la puerta de su casa. Encontró todo a oscuras, probablemente todos estarían durmiendo. Los fines de semana eran para dormir hasta tarde.

De puntitas de píe, y procurando no hacer ningún ruido subió a su habitación. Se tiró en la cama y revivió en su mente la noche anterior.

Había estado con Xavier, se habían besado, él le había dicho cosas lindas. Lo mejor de todo, la quería. La quería y no dudaba en demostrárselo. La quería a ella a pesar de todo. A pesar de que no era como él, a pesar de que no era tan linda. A pesar de que todavía Lucy  no le había dicho que lo quería también. Pero él sabía lo que ella sentía, lo sabía sin la necesidad de que se lo dijera. Lo sabían ambos. Era increíble sentirse deseada. Aunque la culpa la amenazaba, y el nombre de Esme surgía a sus pensamientos irrumpiendo en ellos para transformarlos en una horrible pesadilla. En un cuento de amor sin un final feliz. Trataba de no pensar en ello, trataba de no sentirse culpable. No quería volver a cometer el mismo error que en un pasado. Aunque no era lo mismo. Aquello no había sido más que cosas de niños. Esto, lo que hoy sentía por Xavier era diferente, podía sentirlo dentro de sí. Era una corazonada incapaz de pasar por alto.

Recordó el momento en que Xavier y ella se metieron al mar. Se habían besado, él la había besado. Era tan lindo, pero sobre todo era extraño que alguien como Xavier se fijara en ella. Pero era algo que no quería obligarse a olvidar. Xavier le había propuesto que por el momento no formalizaran en nada, y que se vean solo a escondidas. A Lucy le pareció que sí quería algo con Xavier, debía de conformarse con ello. Al menos por el momento. Hasta que pueda juntar el valor y decirle a Esme que estaba enamorada de Xavier. Sabía que Esme no se lo tomaría muy bien, pero sí quería a Xavier debía de saber manejar las cosas. Y manejar las cosas implicaba ir con la verdad. Esme se enfadaría, incluso la odiaría. Pero luego entraría en razón y entendería que no fue a propósito. Que no fue para hacerle daño. Quería creer que lo entendería.

Alguien golpeo la puerta.

—¿Quién?— pregunto Lucy.

La puerta se abrió y Esme asomó la cabeza.

—Permiso. Escuché que llegaste y quise venir a verte.

Entró en la habitación y se acercó a la cama.

—¿Se puede saber dónde estabas? ¿O es top secret?—Preguntó ella con una sonrisa pícara.

Se sentó al lado de Lucy.

—¿Y? ¿Vas a decirme?

Lucy también sonrío. Vaciló en decirle la verdad de una vez. Le dolía, y le hacía mal mentirle a Esme. Bueno, no le estaba mintiendo. Pero le estaba ocultando algo. Algo que sin duda era importante para ella.

Decidió que no le diría nada.

—Estuve en casa de Callie. Me quedé a dormir— mintió.

Esme hizo una mueca, seguida de una cara de indiferencia.

—Habría jurado que se trataba de algo más. Pero bueno, tú no mientes así que te creo.

Lucy asintió con la cabeza. Cada palabra que Esme decía la hacía sentirse como una traidora.

—Esme…

Esme la miró a los ojos. Esperando que siguiera.

Lucy suspiró y prosiguió con lo que iba a decir.

—Sí tú te enteras que una amiga, alguien a quien quieres mucho sale con el chico que te gusta ¿Cómo lo tomarías?

Lucy miró a Esme conteniendo la respiración. Esme pareció pensarlo y finalmente dijo:

—Me alejo de ella, porque al hacer algo así me demuestra que no es una verdadera amiga-Luego puso cara de furia-. Y que se prepare para tenerme como enemiga.

Lucy tragó saliva.

—Y sí ella te pidiera perdón….

—Lucy, no hay perdón que valga. Es una traidora y ya. Sí yo estoy enamorada de un chico y ella va y se lo queda, aun sabiendo que yo estoy enamorada de él, es una perra. Una maldita, y estúpida perra fácil.

—Creo que exageras. Las cosas no siempre son así…

—¿Por qué estamos hablando de esto? ¿Acaso te enamoraste del novio de una de tus amigas?— inquirió ella cruzándose de brazos.

—No, es sólo por curiosidad. Me pareció interesante saber tu postura, qué harías en caso de que te sucediera.

Esme largó una carcajada.

—Da por hecho de que si algo así me sucediera, no dudaría en destruir a la idiota que me quitó a mí chico. La dejaría reducida al tamaño de una hormiga—Esme achicó los dedos, como si en ellos sostuviera una hormiga.

—¿Y no habría posibilidad de que la perdonaras?

—No—Respondió. Luego paso a otro tema—. Hablando de zorras, desamor y engaño. A que no sabes a quién vio Soledad.

El corazón  de Lucy se aceleró por el miedo. El tono de la voz de Esme indicaba que lo que venía a continuación tenía que ver con Xavier.

—Ella estaba paseando por el centro ayer en la noche, y  entonces vio a Xavier subiendo a su auto con una chica.

Lucy se quedó sin habla.  Esa chica era ella. Xavier había estado con ella en la noche. ¡Por dios que no la haya reconocido!

—¿Y? ¿Quién era la chica?— preguntó con temor.

Esme se encogió de hombros y pareció muy frustrada.

—No lo sé. La verdad es que Soledad no me dijo nada concreto, salvo eso. Pienso que puede tratarse de su prima, o de su madre. Al fin y al cabo era de noche y Soledad es medio tonta ¿Quién sabe? Estuve dándoles vueltas al tema toda la noche. No sé quién es, y eso me enfurece. No quiero creer que se trata de la idiota de la que se enamoró. Odio pensar que está con ella. Odio pensar que la besa a ella—Esme suspiró, y Lucy agachó la cabeza—. Ya no sé qué hacer. Pienso cada vez más en él.

Lucy se quedó callada. Ya eran dos.

—La verdad es que Xavier no ha vuelto a llamarme—Le contó Esme— ¿Crees que debería de llamarlo yo?

—No lo sé.

—Vamos. Dime algo. Necesito un consejo para manejarme con este tema. Xavier es un chico hermoso, y divino. Pero así como es hermoso y divino es un poco especial.




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