Capítulo
5
Los Atlantes.
Cuando escuché voces, me asusté y desintegré el cuerpo tan rápido que no alcanzaron a verlo. Me puse a observar quienes eran y allí estaba el joven Arley junto con toda su familia. Yo no entendía nada, pero los seguí por todo el cementerio. Mi mente barajaba varias hipótesis: la primera tenía que ver con que buscaban un cuerpo para robarlo, la segunda era que ellos se iban a reunir con alguien para contratarlo para que matara a un enemigo familiar, ya que el cementerio sería un lugar icónico para enviar a matar a alguien y la tercera era que estaban armando una conspiración o tal vez eran terroristas. Lo único que tenía claro es que lo que planeaba era algo escabroso.
Llegamos a una de las tumbas y en ella no ponía inscripción parecía muy antigua Arely fue quién entre la multitud se acercó y con sus dedos removió los trozos de musgo y cuando acercó el collar sentimos un ruido cerca de allí me desconcentro y cuando mire hacia atrás no se escuchaba nadie, pero al volverme tampoco estaban ellos. Esperé durante un rato, pero nadie salía, me impaciente y di varias vueltas al cementerio encontrar algo que me diera idea de dónde estaban, pero nada tenía sentido.
Al ver que no salían me fui al “switch” (interruptor) y me puse a hacer memoria de aquella época en la que los Atlantes, ellos y yo habíamos intercambiado sabiduría. Su mayor pasión era el descubrimiento y a su vez yo descubrí la manera de cumplir deseos y ojalá jamás hubiera descubierto está pésima habilidad, de verdad pésimo descubrimiento. Ellos hacían distintos tipos de experimentos y algunos decían tener el poder para comunicarse con los Dioses, yo nunca vi que les respondieran, pero entre ellos se entendían, a mí me aceptaron porque ellos decían que mi energía fue provocada por los Dioses, por eso me mantuvieron a salvo, justo por eso me aproveché de toda la información que me interesaba. Pero hubo una enseñanza que hasta el día de hoy me ha dejado huella, había una letra sagrada ¿adivinas cuál era? Exacto la “A” y esto significaba más de lo que se cree, pues ellos pensaban que en esta letra había un código que abría una puerta desde la tierra al cielo y que, aunque esté cerrada se puede abrir ¿Cómo era que ellos entendían esto? No lo sé, porque en ese debate me quedé dormida, igual nunca fue algo que me llamara la atención eso de subir al cielo, si ya me encuentro fría y desnuda en la tierra no quiero saber cómo me sentiría allí arriba en la inmensa oscuridad del cosmos flotando inútilmente. Luego pensé en el joven de nuevo y me pregunté a mí misma ¿será que todavía hay gente que se basa en las creencias de los Atlantes? A través de los tiempos había encontrado estudiantes, sectas y otro tipo de fanáticos que buscaban respuestas a preguntas prohibidas que tenían que ver con las investigaciones de los Atlantes y su cultura. Entonces llegué a la conclusión de que tal vez ellos eran como estos y que investigaban los secretos del planeta y que, por eso, estos habían desaparecido en el cementerio, de lo que estaba segura era de que debía encontrarlos, porque los Atlantes eran los únicos que me trataban igual que a cualquiera de ellos y hachaba de menos esa sensación.