Mi vecino es Kim Namjoon

5.

Los días pasan a toda velocidad y las noches son cortas. Ya van cinco meses desde que llegué a Corea del Sur. He avanzado mucho con mi coreano, obviamente estoy llevando un curso intensivo pagado por la empresa, ya que tengo que comunicarme constantemente con personas. No puedo solo hablarles en inglés. He hecho algunos amigos aquí, así que me ayudan con mi pronunciación y gramática. Tengo que decir que he mejorado bastante.

Siempre tuve la vaga intención de aprender el idioma debido a que quería saber qué decían las canciones que me gustan y practicar viendo dramas y películas coreanas. También leer libros, y al igual que con el inglés más o menos entender de poco en poco. Sin embargo, nunca lo hice ya sea por pereza o por falta de tiempo y dinero. Fue una buena idea aceptar este empleo, así mataba dos pájaros de un tiro: a) aprender el idioma de a gratis, y b) viajar al país que más me hacia ilusión conocer. Claro, quería hacerlo como turista, pero como empleada extranjera es muy difícil. A veces uno(a) piensa que con ir a estudiar o trabajar a otro país de esa forma podría vivir un tiempo y turistear, pero con tantas cosas por hacer no es tan fácil. También, muchos lugares son costosos, así que muchos lujos no podrías darte. Yo gano bien en mi trabajo, pero también tengo gastos y deudas que pagar.

En fin, la semana pasada unos amigos del trabajo me invitaron a ir a un exposición de arte. No soy muy fan del arte, pero cuando voy a este tipo de actividades siempre me emociono y pasó un buen tiempo. Sé que la información debería de ser como cultura general, pero aun así hay muchas cosas que no sé de la historia. Y si hablamos de la historia del arte, estoy perdida, pero aún así la entiendo. Digamos que soy una especie rara que combina perfectamente dos polos opuestos. En este acaso la ignorancia y la aptitud. Puedo ser ignorante en ciertos temas, pero no soy tonta.

Bueno, estos amigos me invitaron a esta exposición que se supone que iba a durar solo ocho días, ya que las obras estaban viajando a diversos museos al rededor del mundo, así que había que aprovechar que la entrada estaba barata y era una oportunidad única de verlas. Lastimosamente no podía ese día, por mis clases de coreano y porque tenía una cita virtual con Diego, que por cierto las cosas andan mucho mejor con él. Así que no los acompañé esa vez, y decidí venir sola al Seoul Arts Center. Me la he pasado caminando por todo el lugar auto-guiandome porque si voy con otra persona hablando de historia y así, me pierde. Literal. Mi cuerpo queda presente, pero mi mente comienza hacer su viaje astral habitual cuando se distrae.

La exposición estuvo interesante, tomé algunas fotos de las obras fotográficas, al parecer era un fotógrafo nuevo holandés, cuyo nombre no recuerdo, pero sus fotografías estaban increíbles. Reflejaban perfectamente la realidad de la sociedad. Situaciones cotidianas de la vida, como el embarazo, la infancia, el estrés del trabajo, la violencia, la desigualdad, la pobreza y demás. Para ser honesta no pensé que me fuera a gustar tanto. No puedo esperar a contarle a Diego, a él sí le gustan ese tipo de cosas. Recuerdo que le regalé un libro de fotografías de un artista que le gustaba mucho para su cumpleaños. Definitivamente recibí el mejor agradecimiento del mundo por eso, desde entonces cada año que estuvimos juntos me esmero en su regalo para recibir el mío. Lamentablemente este año estaremos separados, aunque tal vez pueda darle una pequeña sorpresa e ir. Sería genial si pudiera. Me da miedo que piensen mal si pido unos días libres para viajar siendo este un año de prueba, pero tal vez pueda ir para el cumpleaños de mi mamá.

De camino a casa, me paso por una cafetería. Desde hacía días que quería ir allí, pero no había tenido tiempo. Entré y por primera vez sin sentir temor compré un café con crema y un pastel de ciruela para llevar. Me fue bien y me sentí tan feliz de haber entendido al menos cuánto costaba mi orden. ¡Oh!, y cuando dijo gracias. Lo demás me costó un poco, el vocabulario es algo complicado todavía para mí, pero ¡hey! me lancé del avión y no olvidé el paracaídas. Ya no puedo esperar a contarle a mi profesora de coreano. Me siento tan orgullosa de mí, que quiero llorar. Bueno, no tanto, pero sí, estoy feliz.

Al llegar al edificio donde vivo, me dirijo al elevador. Presiono el botón y las puertas de abren después de unos segundos. Y en el momento en que entro y oprimo el botón número veinte, justo antes de que se cierren las puertas, alguien las detiene con las manos. Las puertas se abren y la persona entra. Usaba un abrigo negro y largo, una gorra negra, lentes de sol y de su hombro colgaba un lindo bolso negro. Se veía costoso. Acercó sus manos en la barra numérica del elevador y noté que presionó el número veinte también sin prestar mucha atención, casi como una acción automática. Así que somos vecinos. Debería ser amable, ¿no? Después de todo vivimos en el mismo piso. Quise ser irónica y romper el hielo haciendo una pequeña broma.

- Mucho sol, ¿no? -dije en coreano.

Lo irónico aquí es que estaba apunto de empezar a llover, así que es una broma usual que se le hace a las personas que usan lentes de sol cuando no hay sol. Creo que lo dije mal o tal vez las bromas no son cosa de coreanos, o tal vez ese tipo de bromas no funcionan aquí, pero se quitó los lentes y la gorra. Pensé que iba a insultarme o quién sabe qué. Pensé que mi pronunciación lo había empeorado todo, pero no. No fue eso. Se volteó y me miró.

¡Oh mother of f*king god! -dije mentalmente.

- Oh, hi Lily.

¡Era Namjoon! ¿Quién lo hubiera imaginado?

- Oh, hi -dije dejando escapar un poco de aire de mi boca. Estaba nerviosa.

- ¿Cómo estás? -preguntó.

- Bien, bien.

Tartamudeé.

- Qué bien.

Luego un pequeño silencio incómodo dije:

- ¡Oh! -exclamé nerviosa-. ¿Y tú?



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En el texto hay: drama, bts, bts kim namjoon

Editado: 09.02.2021

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