La decepción y la tristeza me acompañaron todo el viaje de regreso a Corea.
No podía dejar de pensar en Diego y ese beso con la rubia bonita. Las dudas azotaron mi cabeza durante catorce horas: ¿será que la conoció mientras estaba comprometido conmigo? ¿Será esa la verdadera razón por la que terminamos? ¿Tan poco le importó nuestra relación de cinco años como para que en un mes esté metido en otra relación? ¿Acaso soy la única que no lo ha superado y seguido adelante con su vida?
Siento que soy la única de los dos que está de luto. La única que sufre, la única que aún piensa en lo que fue y en lo que pudo haber sido. Pero fui muy ingenua. ¿Qué creía? ¿Que Diego iba andar por ahí de borracho llorando en cada esquina gritando mi nombre? Era lógico que quisiera conocer a otras personas, salir de nuevo. Ha pasado un mes desde que nos separamos. Es de sabios moverse en lugar de quedarse sentado esperando que las bendiciones caigan del cielo.
Al salir del aeropuerto, tomé un taxi y me fui directo a la oficina. Mis compañeros me recibieron calurosamente, me preguntaron cómo me había ido en mi viaje, preguntaron cómo estaba mi madre y así. Yo no quería hablar mucho de eso y tampoco quería demostrarles que algo andaba mal, así que fingí una sonrisa y les dije que el viaje había sido un éxito, se sorprendió mucho cuando me vio bajar del taxi y que celebramos su cumpleaños a lo grande. No mentí del todo, solo dije la verdad a medias. Después empezamos a trabajar, teníamos un proyecto importante entre las manos.
Salí tarde del trabajo como siempre. Tenía que volver a mi rutina diaria. Sin embargo, justo antes de salir de la oficina, mi jefe detuvo mi partida. Me incline en forma de saludo y respeto por su rango en la empresa. Le ofrecí amablemente que tomara asiento, él se sentó. Le ofrecí algo de beber, pero él se negó, dijo que su visita era rápida. Tomé asiento frente a él. Era un señor mayor de unos sesenta años como mucho. Tenía algunas canas sobresalientes a los costados de su cabello oscuro, tenía un pequeño bigote negro, y vestía con un traje gris oscuro y camisa blanca con corbata plateada con un diseño en zigzag.
- Señorita López -dijo en coreano.
- Dígame señor.
- Creo que hemos llegado a un punto crucial durante su prueba. Está por cumplirse su plazo, ¿lo sabe?
- Así es, señor. Quedan unos veintidós días.
- Precisamente por ello, es necesario tener esta conversación -dijo con seriedad.
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"No hemos recibido queja alguna de su trabajo, solo buenos comentarios. Por lo que el comité a optado por ofrecerle un contrato fijo con posibilidad de renovación"
Sus palabras fueron más claras que el agua. Quieren que me quede en Corea de forma permanente. Mi jefe me dijo que es una decisión importante por lo que me tomara el tiempo necesario para dar una respuesta. Justo lo que tanto temíamos todos sucedió. No volveré a casa después de todo. Creo que en otras circunstancias habría rechazado la oferta o al menos consultado mis opciones con Diego. Creo que la duda más grande aquí es: si me hubieran ofrecido esto hace un mes cuando Diego aún estaba en la ecuación, ¿habría aceptado la oferta? ¿Diego se mudaría a Corea conmigo? Creo que la respuesta nunca la sabremos.
Me dirigí a mi residencia. Subí en el elevador, caminé por el pasillo sintiéndome un zombie. Como si algo se hubiera muerto dentro de mí, pero yo seguía deambulando por este mundo. Tantos pensamientos se me cruzaron por la cabeza, no podía pensar con claridad. Tan solo quería llegar a casa, recostarme en mi sofá y no pensar en la vida nunca más. Al llegar, digité la clave de seguridad y entré. Me serví un poco de agua en un vaso y bebí. El timbre sonó. Y tal como en el principio, la abrí y ahí estaba de pie. Kim Namjoon. Seguro escuchó la puerta abrirse o algo, pero supo que estaba devuelta.
- Lily...
Al escuchar su voz no lo pude evitar. Cubrí mi rostro con mis manos y las lágrimas salieron desesperadas sin cesar. Me quebré frente a él. Sentía que no podía más. Estaba reteniendo demasiado en mi corazón que creí que iba a explotar. Caí sobre mis rodillas al suelo y seguí llorando.
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Pasaron los días comos estrellas fugases. Hablé con mi madre sobre la oferta de trabajo permanente y ella me dijo que me apoyaba en cualquier decisión que tomará, mi prima, quien solucionó sus problemas con sus esposo al fin, me dijo que la aceptara, y por un momento pensé en lo que dijo Diego la última vez que estuvimos juntos.
"Lily, es lo mejor, lo sano, lo correcto para los dos. Yo te amo con toda mi alma, pero el solo de hecho de pensar en que nuestro futuro se arruinaría en discusiones, reproches y remordimientos, así no me imagino un futuro juntos tu y yo. No es el futuro que quiero vivir. Tu vida está aquí, por el momento, y si en un futuro decides volver, sabes que cuentas conmigo para lo que sea."
Acepté la oferta.
Namjoon últimamente ha sido un gran apoyo para mí. El apoyo que mi madre no puede darme en estos momentos. Siempre tiene algo que decir. Quién diría que mi vida daría semejante giro. Namjoon siempre me dice palabras que me motivan para seguir para no desmoronarme. No tiene tiempo para que pasemos un día juntos, pero ya me acostumbre a su lejanía y a esta relación de amistad a distancia. Aún así sé que siempre estará ahí para mí.
"Aunque los días se vean nublados, el sol siempre saldrá para iluminarnos. Lo único que debemos hacer es siempre ver hacia arriba, nunca bajar la cabeza y no dejar que el pasado oscurezca el futuro".
Fue lo que me dijo. Ahora sé que debo vivir con los errores del pasado, aprender de ellos y seguir adelante. Debo dejar a Diego atrás, si él pudo continuar con su vida tan fácil como se consume la llama de un fósforo, yo también puedo hacerlo. Por mi bien debo hacerlo.