Mi vecino infernal

11

Capitulo 11

POV Sienna

El vestido llevaba semanas escondido en el fondo del armario, todavía con la etiqueta.
Negro, de tela suave que se amoldaba a cada curva, con un escote discreto y una abertura lateral que insinuaba más de lo que mostraba.
Lo acompañé con unos tacones bajos —los únicos que podía soportar toda la noche— y un labial rojo que casi nunca me atrevía a usar.

Cuando abrí la puerta del pasillo, la conversación de Mick y Marlon se detuvo en seco.

Marlon dejó caer las llaves que giraba entre los dedos.
—Santa… —terminó con un silbido—, no estabas bromeando cuando dijiste que ibas “un poco arreglada”.

Mick ni siquiera trató de disimular la mirada que me recorrió de arriba abajo.
—Ese… vestido —dijo despacio—.
Luego, como si recordara respirar, añadió:
—Te ves… impresionante.

—Gracias —respondí, fingiendo una seguridad que empezaba a sentir de verdad.
Me acomodé el bolso en el hombro y sonreí.
—¿Vamos? O la noche se acaba sin nosotros.

Marlon rió, todavía sorprendido.
—Después de esto, el club se va a quedar corto.

Mick abrió la puerta, aún mirándome de reojo, como si tuviera miedo de perderse un detalle.

25 minutos después llegamos, El club latía antes de que cruzáramos la puerta.
Las luces moradas y azules cortaban la penumbra como si marcaran un ritmo secreto.
Apenas entramos, el calor y el olor a humo dulce me envolvieron.

Marlon se adelantó, saludando a medio mundo como si fuera su reino.
Mick, en cambio, se mantuvo cerca, una mano casi rozándome la espalda para que no me perdiera entre la multitud.

—Primera parada: barra —anunció Marlon, abriéndose paso.
—Solo una copa —dijo Mick, más para sí que para mí.

Pedí un trago que no pude pronunciar. El barman me sonrió y me entregó algo azul eléctrico que sabía a vacaciones.

Dos sorbos después, el mundo empezó a latir al ritmo de la música.
Reí. Mucho. Más de lo que recordaba en meses.

Marlon levantó su vaso.
—¡Por la Sienna oficial de la noche!

—¡Por mí! —choqué el vaso con el suyo, casi tirando la bebida.

Mick se inclinó para hablarme al oído, la voz grave que se sentía más que se escuchaba.
—Despacito, ¿eh?

—Estoy bien —respondí, girándome para encontrar sus ojos. Estaba tan cerca que podía contar sus pestañas.

La música era tan fuerte que sentía cómo me retumbaba en los huesos. Tenía las mejillas ardiendo y el corazón ligero, como si con cada trago me quitara peso de encima. Aunque sabía que, en realidad, me estaba hundiendo.

Marlon reía con cada cosa que yo decía, brindando como si fuéramos un equipo de campeones del descontrol. Mick, en cambio, se mantenía serio. No el Mick de siempre, no el carismático que hacía bromas de todo. Este era otro: contenido, con los labios apretados y la mirada fija en mí, como si estuviera calculando cada movimiento.

Levanté el vaso, con torpeza, y solté en voz alta lo que me quemaba por dentro:
—Todos me usan, ¿sabes? Soy como una servilleta. Limpio los mocos de todos y después… —bebí de golpe— acabo sola en un cubo de basura.

Marlon arqueó una ceja, miró a Mick y sonrió con malicia.—¿Escuchaste eso, Lennon? Parece que alguien debería ser su pañuelo personal. O mejor… alguien que no la tire a la basura después.

Me reí, aunque la risa sonó rota.—Eso no existe.

Mick no contestó. Su mandíbula estaba tan tensa que pensé que le dolería.

Me incliné hacia él, con media sonrisa torcida.—Pensé que eras más divertido, Lennon. Y resulta que eres tan aburrido como yo. Y eso es bastante.

Sus ojos se clavaron en los míos, oscuros.—Estás muy ebria.

—Estoy feliz —dije, levantando los brazos como si eso lo demostrara—. No me jodas.

Él negó con la cabeza, acercándose lo suficiente para que solo yo lo escuchara.—Volvamos a casa. Necesitas una ducha y dormir.

Solté una carcajada amarga, apartándome.—Lo que necesito es bailar. Bailar y olvidarme de todo lo que me tiene gris.

Me levanté de golpe, tambaleándome un poco, y me lancé a la pista sin mirar atrás.

---

POV Mick

La vi alejarse entre la multitud, tragada por las luces y el humo, moviéndose como si pudiera sacudirse la tristeza a golpe de música.

—Vaya, vaya —canturreó Marlon a mi lado—. El sargento Lennon perdió el control de su soldado favorita.

—Cállate, Marlon.

—No puedes negar que hay química. Y créeme, la gente que niega tanto… arde más fuerte después.

Lo ignoré, aunque cada palabra me pinchaba como aguja. No entendía por qué estaba tan serio, por qué no podía ser yo mismo. ¿Por qué, justo con ella, me convertía en un muro?

Alcé la vista y vi cómo un tipo se acercaba demasiado, bailando contra ella con una confianza que me encendió la sangre.

—Mick… —canturreó Marlon, alargando el nombre con tono burlón—. Tu “amiga” está a punto de perderse con otro. ¿Qué vas a hacer?

Apreté los dientes.
—Joder. —Y sin pensarlo, caminé hacia ella.

---

POV Sienna

El bajo vibraba en mis costillas como un tambor de guerra. Cerré los ojos y dejé que la música me llevara, moviéndome torpemente entre la multitud iluminada por luces rojas y azules. Entonces lo sentí: un cuerpo detrás del mío, un calor demasiado cerca.

—¿Quieres que nos vayamos a otro lado? —me susurró un chico al oído.

Abrí los ojos y lo miré confundida.—¿Irnos? Pero… me gusta la música. ¿Por qué nos iríamos?

Él sonrió con esa confianza que me incomodó. Sus manos se posaron en mi cintura y tiró de mí hacia él.

Un escalofrío me recorrió, no de los buenos. Lo miré con incomodidad, preparando las palabras para apartarlo cuando una voz grave y ronca me atravesó la espalda.

—Muy cerca de mi chica, amigo.

Me giré con los ojos como platos. Mick estaba ahí, firme como un muro, con una mirada que no admitía discusión. El chico lo soltó al instante, levantando las manos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.