Capítulo 12: vulnerabilidad compartida.
POV Sienna
El sol me atravesó el párpado como un cuchillo. Me tapé la cara con la sábana y solté un quejido que sonó a animal atropellado.
La cabeza me martillaba, la garganta era un desierto, y el estómago parecía una licuadora apagada a medias. Me incorporé solo para correr al baño. Otra vez.
—Voy a morirme —susurré, abrazada a la taza como si fuera mi último amor.
No recordaba cómo había vuelto a casa, ni qué había pasado después de bailar con Mick. El recuerdo se cortaba como una película rota: luces, música, calor en mi cintura… y nada más. Un vacío peligroso.
Burbuja me miraba desde la puerta, con la lengua de fuera, como si esperara que en cualquier momento sacara un hueso del inodoro.
—No me mires así… eres cruel —murmuré, limpiándome la cara con papel.
Cuando logré ponerme de pie, con la dignidad colgando de un hilo, busqué en el botiquín. Nada. Ni una aspirina.
Me puse unas gafas enormes para ocultar la catástrofe de mi cara, agarré a Burbuja bajo el brazo y, sin pensar demasiado, toqué el timbre del piso de Mick.
El portazo casi me tumbó. Marlon apareció con una sonrisa radiante y el pelo revuelto.
—¡Bitters, estás viva! —exclamó, teatral.
—Casi —murmuré con voz cavernosa.
Entré sin esperar invitación y me dejé caer en el sofá como un saco de huesos. Burbuja saltó a mi lado y ladró como si aplaudiera mi actuación dramática.
—Estoy muriendo lentamente… —me quejé, con el brazo sobre la frente—. No dejo de vomitar, todo me da vueltas y no tengo analgésicos.
Marlon chasqueó la lengua y fue directo a la cocina, mientras hablaba como si narrara un reality show.
—Aquí tenemos a nuestra protagonista en estado terminal. Atención, público: su única medicina será un poco de agua, pan tostado y mi inquebrantable encanto.
Regresó con un vaso de agua y dos pastillas. Me ayudó a incorporarme y, como si fuera un enfermero profesional, me sostuvo la cabeza para que no me atragantara.
—Tómate esto, soldado caído. —Sonrió—. El mundo no está listo para tu entierro todavía.
Me recosté otra vez, cerrando los ojos. Burbuja me lamió la mano, fiel a su papel de cómplice.
—Gracias, Marlon… eres un ángel. Un ángel con voz molesta, pero ángel igual.
Él soltó una carcajada, acomodándose en el sillón de enfrente.
—Y pensar que anoche jurabas que eras inmortal en la pista…
Abrí un ojo con esfuerzo.—¿Qué?
—Nada… —dijo con sonrisa pícara—. Mejor descansa.
Me revolví incómoda, porque sabía que había piezas de la noche que faltaban. Y lo peor: que esas piezas tenían la forma de Mick Lennon.
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POV Mick
El olor a café me mantenía apenas en pie cuando salí de mi cuarto. Y ahí estaba.
Sienna. En mi sofá. Con mi mejor amigo atendiéndola. Y su maldita perra mirándome como si yo fuera un intruso en mi propio departamento.
—¿Bitters? —me quedé en la puerta del pasillo, incrédulo—. ¿Qué haces aquí?
Ella abrió un ojo, apenas.—Sobreviviendo. Vi e por analgésicos, no tengo.
Marlon soltó una carcajada.—Está apoderada de tu sofá, de tu espacio personal y de tu paciencia. Yo que tú me rindo ya, Lennon.
Fruncí el ceño, pero antes de responder, el teléfono de Sienna vibró.
Ella lo agarró y leyó en voz alta, arrastrando las palabras:
—Genial… mis calificaciones bajan por inasistencia y… tengo que entregar el ensayo otra vez el viernes.
Me enderecé en seco.—¿Otra vez? ¿Ya no lo habíamos hecho el domingo?
Sienna palideció.
Marlon abrió los ojos, sorprendido.—¿Perdona? ¿Hiciste un ensayo con Sienna el domingo?
Yo lo ignoré. Tenía los ojos puestos en ella.
—Jeje… es otro ensayo —dijo, pésima actriz.
—¿Estaba mal el nuestro? —pregunté serio, inclinándome hacia ella—. Puedes decirlo, no voy a ofenderme.
—O sí —canturreó Marlon, disfrutando del momento—. Te ves bastante ofendido de que tu nivel académico sea muy bajo para el suyo.
—Cierra la boca, Marlon.
—¡No, qué dices! —saltó Sienna, nerviosa—. Si realmente fue un éxito.
Suspiró y se cubrió la cara con una almohada, deseando enterrarse en ella.
Yo se la arranqué y me senté a su lado.—Entonces, ¿por qué demonios debes volver a hacer algo que ya hiciste y con éxito?
Ella tragó saliva, roja como un tomate, y confesó en voz baja:
—Porque… Andrés me lo robó.
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POV Sienna
—¿Cómo que te lo robó? —la voz de Mick me atravesó con filo. Sus cejas se juntaron como si estuviera intentando resolver un crimen—. ¿No era en equipo?
Tragué saliva. El sofá se sentía demasiado blando de pronto.
—Se lo di… —murmuré, la voz más pequeña que yo misma—. Lo entregó como suyo. Individual. Con su nombre en grande sobre nuestras ideas.
Cerré los ojos un segundo, recordando la escena como una bofetada.
—Lo peor es que se llevó todo el crédito… y las felicitaciones.
Mick se inclinó hacia delante, las manos en los muslos.
—¿Y qué hiciste al respecto?
—Lo dejé estar… —confesé, casi en un suspiro.
Él repitió mis palabras como si le supieran a veneno.
—Lo dejaste estar… —su mandíbula temblaba, conteniendo una rabia que me erizaba la piel.
Me giré para recostarme otra vez, tapándome medio rostro con el brazo.
—Y me terminó también.
El silencio se hizo más pesado que mi resaca.
—¿Te terminó? —repitió Mick, con la voz tan baja que sonaba peligrosa.
Me forcé a mirarlo, con un nudo en la garganta.
—Para empezar, nunca iniciamos nada. Así que… no puede haberme terminado alguien que jamás tuvo intención de estar conmigo.
Marlon soltó un largo silbido, como si todo cobrara sentido en su cabeza.
—Ya entiendo tu actitud de anoche… —chasqueó los dedos—. Y también lo del pañuelo.
Fruncí el ceño.—¿Qué pañuelo?
Él me miró con dramatismo.
—“Soy como un pañuelo: me usan para limpiarse los mocos y luego voy directo a la basura.”
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Editado: 05.10.2025