Capitulo 14: gasolina.
POV Sienna
Mis dedos jugueteaban con el bolígrafo, pero la hoja frente a mí seguía tan vacía como mi cabeza. Los demás hablaban de sus hipótesis, de cómo iban a aplicar tal teoría, de los enfoques que pensaban usar.
Yo no tenía nada. Nada. Porque todo lo que había pensado, lo que había trabajado con Mick, ya no me pertenecía. Estaba firmado con el nombre de otro.
—Sienna —la voz de la profesora me sacó de golpe—. Siempre tienes buenas ideas. Adelante, comparte con la clase.
Tragué saliva. No salió nada.
—¿Nada? —arqueó una ceja, disfrutando el espectáculo—. Bueno, chicos, ven lo que pasa cuando nos dedicamos más a hacer tonterías en TikTok que a estudiar.
Las carcajadas me reventaron en los oídos. Un grupo del fondo aplaudió como si fuera comedia.
El calor me subió a las mejillas. Me levanté sin pensarlo.
—Quizás el problema no tiene que ver con mis videos de TikTok —mi voz se oyó más fuerte de lo que esperaba—, sino con la falta de ideas que queda después de que alguien me robó mi ensayo y lo entregó antes como suyo.
El murmullo se extendió como fuego. Todos giraron hacia Andrés.
Él se reclinó en su silla, sonriendo.
—Ya perdió la cabeza.
La risa de la clase volvió, más cruel.
—Sienna —la profesora intervino, seria—, esa es una acusación muy grave.
—Y es real. —Mi corazón me martillaba el pecho—. Andrés me robó el ensayo.
Él soltó una carcajada venenosa.
—¿Pruebas? ¿Qué va a mostrar, un TikTok llorando?
Más risas.
—¿Qué pruebas tienes para demostrarlo? —preguntó la profesora, clavándome la mirada.
—La única prueba soy yo. —Mi voz temblaba, pero no me detuve—. Cada línea de ese ensayo salió de mi cabeza. Y puedo volver a escribirlo si hace falta. Con otras palabras, con otro estilo. Pero voy a demostrar que era mío.
El silencio cayó como un telón pesado. Nadie se atrevió a reír.
La profesora suspiró.
—Muy bien, Sienna. Tienes hasta el viernes. Y si no puedes demostrarlo… habrá consecuencias.
Me senté, el corazón todavía desbocado. Andrés me lanzó una mirada de burla, confiado, pero yo ya no estaba temblando.
No estaba derrotada.
Estaba furiosa.
Y la furia, por primera vez, me daba fuerza.
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Dos horas después la clase terminó,
El aire helado de la salida me golpeó en la cara. Solo quería desaparecer, meterme bajo las cobijas y no volver a ver a nadie hasta el viernes.
Pero él estaba ahí. Esperándome.
Andrés recargado contra la pared, con esa sonrisa torcida que me revolvía el estómago.
—Bonito show diste en clase —dijo, acercándose con calma venenosa—. Pero ya sabes, se te acabará la novela.
—Apártate —escupí, apretando la mochila contra mí.
Él no se movió.
—Cuando ese chico deje de fingir ser tu novio, voy a disfrutar viéndote llorar. Ahí estarás, sola, escondida en los pasillos, tragando chocolates por montones para consolarte.
Mi garganta ardía, pero no bajé la mirada.
—No me importa lo que digas de mí. Si estoy gorda o flaca, si soy bonita o fea. Lo que me importa es que al menos no soy una basura de persona.
Sus ojos chispearon de rabia.
—Qué heroína te crees… pero ya veremos cuánto dura la farsa. Ese chico se conseguirá una de verdad. Una con curvas de las que apetecen, no de las que dan vergüenza mirar.
Cada palabra era un golpe. Pero no le iba a dar el gusto de verme caer.
—Disfruta mientras puedas, Andrés —le dije, firme, aunque la voz me temblara por dentro—. Porque esta vez, no voy a quedarme callada.
Pasé junto a él sin mirarlo. Sentía su risa pegada a mi espalda como un veneno, pero cada paso que daba solo me convencía más:
El viernes no solo iba a entregar un ensayo.
Iba a recuperar mi voz.
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POV Mick
—Ahora gira el torso un poquito más… perfecto —indicaba mientras corregía la postura de Mariam. Sus movimientos eran fluidos, pero algo en su expresión parecía buscar mi atención más allá del entrenamiento.
De pronto, escuché su voz cerca de mi oído:
—¿Me estás escuchando?
—¿Perdón? —pregunté, sacudiéndome un poco y tratando de enfocar mi mente.
—Que si te interesaría salir a trotar por las mañanas.
Sonreí distraído, sin mirar mucho, mientras mi mente se llenaba de imágenes inesperadas. Pecas. Sus pecas. La sonrisa de Sienna. ¿Qué me está pasando? ¿Me estoy volviendo loco?
—Gracias, pero estoy ocupado en las mañanas —respondí con cortesía, intentando sonar firme.
—¿Y por las tardes? —insistió Mariam, acercándose un poco.
Iba a responder, pero en ese instante escuché un ladrido estruendoso. Burbuja, escondida detrás de la puerta, salió disparada y me hizo tropezar con la pesa que acababa de dejar en el suelo. Caí de lado, maldiciendo en silencio.
—¿Estás bien? —preguntó Mariam, con el ceño fruncido y la voz preocupada.
—Sí… fue una torpeza, disculpa —dije, avergonzado, levantándome sin aceptar su mano.
Ella me miró extrañada, y por un segundo, sentí que debía decir la verdad.
—¿Tienes novia? —preguntó con curiosidad.
Mi corazón dio un vuelco y mi mente quedó en blanco. No sabía cómo responder, porque Sienna no era mi novia, pero… ¿por qué pienso en ella ahora? ¿Qué mierda me pasa?
—Eres preciosa, no me malinterpretes —dije finalmente—. Solo… no estoy emocionalmente disponible.
—Ah… entiendo —dijo ella con un leve suspiro—. Sigues enamorado de tu ex, me pasó… Pero tranquilo, podemos superarlo juntos.
Mi respiración se aceleró. Fingí mirar el móvil:
—Disculpa, tengo que atender esto. —Salí del área de entrenamiento, usando el pretexto para alejarme.
Mariam me siguió con la mirada y me dirigió hacia Marlon… y entonces la vi. Sienna, de pie detrás de la puerta, con los brazos cruzados y los ojos muy abiertos.
—Nos vemos el viernes, ¿sí? —preguntó Mariam, intentando recuperar la compostura.
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Editado: 29.10.2025