Mi vecino infernal

16

Capítulo 16 – Interrupción con maletas

POV Sienna

El aire se congeló en cuanto Kath bajó las gafas.

Yo no podía hablar. Ni moverme. Ni respirar.
Atrás, todavía en la cocina, Mick estaba apoyado en la encimera como si lo de hace un minuto —ese beso torpe y maldito— no hubiera ocurrido. Y, peor, con la guitarra descansando sobre el sofá, como si fuese una prueba material en un juicio.

—Esto… —balbuceé, con la sonrisa más forzada de mi vida—. Sorpresa.

—Sorpresa es poco —Mila se cruzó de brazos, mirándome primero a mí y después a Mick, como si estuviera presenciando un crimen.
—O sea —Isla dejó caer las maletas con estrépito—, nos vamos un finde a Ibiza y, cuando volvemos, ¿me explicas qué hace Mick Lennon en tu piso?
—En pijama —añadió Kath, como quien señala la evidencia principal.

Mis mejillas ardieron.
—No es lo que parece.

—¡JA! —explotaron las tres a coro.

Mick, el muy desgraciado, se encogió de hombros, con esa calma peligrosa.
—En realidad sí es lo que parece.

—¡Cállate! —le solté, girándome hacia él con los ojos abiertos de par en par.

Pero ya era tarde. Las chicas abrieron los ojos como platos, devorando cada gesto, cada espacio de aire entre nosotros.

Mila chasqueó la lengua, disfrutando del espectáculo.
—Vale, confesad: ¿desde cuándo?
—No hay nada que confesar —repliqué, demasiado rápido.
—Claro, claro —canturreó Isla, sacando el móvil a velocidad de récord—. Esto merece stories.

Me lancé sobre ella antes de que pudiera abrir la cámara.
—¡Ni se te ocurra!

Mick se rió, bajo y peligroso, como si estuviera disfrutando más que nadie de mi tortura.
—Relájate, Bitters. Tus amigas solo tienen curiosidad.

—¿“Bitters”? —repitió Kath, arqueando una ceja—. ¿Desde cuándo tienen apodos?

Yo quería que la tierra me tragara.

—Vale, basta —dije, levantando las manos—. Llegaron de viaje, están cansadas, déjenme explicarles en privado.

Mila me miró con una sonrisita torcida.
—Ajá. Privado. Traducción: quiere echarlo antes de que nosotras hagamos preguntas.

—Exacto. —Asentí, suplicante.

Mick se descruzó de la encimera, avanzando despacio hacia la puerta, pero sin perder esa sonrisa de chico problema.
—Tranquila, Bitters. No voy a huir… todavía.

Me guiñó un ojo.
Y yo juraría que mis amigas estaban a punto de explotar en chillidos histéricos.

—Claro que te vas. —Las palabras me salieron disparadas, casi sin pensar—. Es más, ¡no tenías ni que venir!

Mick se detuvo en seco, la guitarra colgando de su hombro.
—¿No? —preguntó, ofendido, con los ojos clavados en mí.

—Dios… no me mires así. —Sentí las piernas flaquear.

Sus labios se curvaron, pero sus ojos… sus ojos eran otra cosa.
—¿Te avergüenzas de mí, Bitters?

El silencio se volvió tan espeso que podía masticarse. Mila, Kath e Isla ni pestañeaban, disfrutando del drama como si fuera la mejor serie de Netflix.

—Claro, por eso dejo que nos vean cinco millones de personas en TikTok. —Escupí la frase, devolviéndole la daga que una vez me lanzó él mismo.

Mick arqueó una ceja, la ofensa derritiéndose en una sonrisa pícara.
—No te robes mis frases. Sé más creativa. —Y, como si nada, me guiñó el ojo.

Mi corazón dio un salto tan fuerte que casi me desplomo ahí mismo.
—Nos vemos… ¿mañana? —murmuré, más débil de lo que quise sonar.

Él se acomodó la guitarra, se agachó un segundo a acariciar a Burbuja y luego miró a mis amigas con total desparpajo.
—Chicas, un placer.

Antes de salir, me lanzó una mirada cargada de reproche y broma al mismo tiempo.
—Me echaste, Bitters. No voy a olvidarlo.

—Yo… emm… no… —intenté defenderme, pero ya estaba cerrando la puerta tras de sí.

Me quedé apoyada en la pared, temblando.
—Creo que se me subió la presión.

Las tres me rodearon de inmediato, con los ojos brillando como faroles.
—¡HABLAAAA! —gritaron al unísono.

---

POV Mick

El portazo todavía me retumbaba en los oídos cuando crucé el pasillo y abrí mi propia puerta.
Sonreír, hacerme el gracioso, guiñarle el ojo a sus amigas… todo eso era fachada. En cuanto la cerré detrás de mí, la sonrisa se evaporó.

—Tienes cara de póker —dijo Marlon desde el sofá, sin levantar la vista del mando de la Play—. ¿Todo bien?

Me dejé caer en la butaca frente a él, soltando la guitarra contra la pared.
—No lo sé.

Marlon arqueó una ceja, pausando la partida.
—¿Cómo que no lo sabes? Tú nunca dudas.

Exacto. Nunca dudaba. Yo era el tipo que entraba a un escenario, a un bar, incluso a un piso ajeno, con la certeza de que todo el mundo giraría a mirarme. Y ahora… una sola chica podía echarme con una palabra.

—Es complicado —murmuré, pasándome la mano por el pelo.

Marlon me observó en silencio un par de segundos, y luego soltó una risa corta.
—Déjame adivinar: Sienna.

No respondí. No hizo falta.

Me dejé caer en el sofá como si me hubieran dado un puñetazo invisible.
Marlon me miraba fijo, con ese gesto de “sé que vas a soltar una bomba”.

—Espera, ¿qué hiciste? —preguntó, apoyando el mando de la Play sobre la mesa.

—La cagué. —Pasé una mano por la cara, intentando borrar el calor de mis mejillas—. Ya lo sé.

—¿Cómo que la cagaste? —se inclinó hacia adelante, como si necesitara oírlo mejor—. ¡¿Qué hiciste, tío?!

Tragué saliva. No era fácil decirlo en voz alta, pero lo solté de golpe, como una cuerda que se rompe.
—La besé.

Lo solté de golpe, sintiendo como si hubiera tirado un vaso contra el suelo

Marlon abrió los ojos como platos.
—¿Tú… besaste a Sienna? ¿A la vecina que decías que “caería en tus encantos tarde o temprano”?

—Sí. —Me hundí en el respaldo del sofá, sintiéndome más expuesto que nunca—. Pero no fue como pensaba. No fue un movimiento calculado ni para el show ni para TikTok. Fue… joder, fue porque me gusta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.