Mi vecino infernal

24.

Capítulo 24

POV Mick

Cierro la puerta del piso y me quedo quieto, con el eco del pasillo detrás.
Silencio.
Maldita sea.
El silencio nunca fue mi amigo.

Camino hasta la cocina, dejo las llaves sobre la encimera y me saco las zapatillas mojadas. Londres sigue llorando allá afuera, y por una vez, no sé si me molesta o me calma.

—¿Y tú? —dice una voz desde el sofá—. ¿De excursión bajo tormenta o grabando un videoclip de indie triste?

Marlon.
Con su guitarra en las piernas, una cerveza al lado y ese peinado de genio desordenado que parece haber nacido con él.

—Llueve —digo.
—Ya lo noté. —Me mira de arriba abajo—. ¿Y esa sudadera?
—Bitters me la regaló.
—Oficialmente, te perdimos.

—No empieces, Marlon.
—No empiezo. Solo constato. Tienes cara de tipo que acaba de besar su perdición.

—No voy a lastimarla.
—No dije eso.
—Lo pensaste.

Marlon deja la guitarra, se inclina hacia adelante.
—No, Mick. Pienso que Sienna es buena. De verdad. Y tú también lo eres, aunque te cueste admitirlo. Pero tienes una tendencia peligrosa a convertir tu culpa en un proyecto a largo plazo.

—No tengo culpa.
—Claro. Solo te la tatuaste en la frente.

Suspiro, me sirvo agua.
No quiero hablar de esto. Pero él no suele pedir permiso.

—Te das cuenta de que llevas un mes sin ir a ver a Jane, ¿verdad?

Me tenso.
—He estado ocupado.
—Con Sienna.
—Sí. Y qué.

—Nada —toma un trago de cerveza—. Solo digo que, por primera vez, algo te saca del hospital.
—No me saques ese tema.
—Tengo que hacerlo. No puedes vivir con un pie en el pasado y el otro tratando de enamorarte.

No respondo.
El ruido del refrigerador llena el espacio.
Siempre hay algo que zumba cuando no quiero pensar.

—Mick —dice más suave—. No quiero verte hundirte por intentar salvar a todos menos a ti.

—No estoy hundido.
—Solo flotando con estilo, ¿no?

Lo miro, cansado.
Él sonríe un poco, pero sus ojos no.

—No lo digo por joderte, hermano —continúa—. Te lo digo porque me duele ver que aún te castigas por algo que no fue tu culpa. Ni lo de Jhon, ni lo de Jane.

Muerdo el interior de mi mejilla.
No sé qué responder sin romper algo.

—Acabas de arruinar mi día feliz —murmuro.
—De nada. Es mi especialidad.

Se levanta, estira los brazos, y entonces escucho un sonido extraño.
Un maullido.

—¿Qué coño es eso? —pregunto.
—Nuestra nueva mascota. —Dice él, como si fuera lo más normal del mundo.

—¿Qué hace ese gato aquí, Marlon?
—Se estaba mojando afuera. Lo rescaté.
—Odio los gatos.
—No puedes odiar algo tan pequeño. Míralo. —Lo levanta, una bolita de pelo gris que me observa con desprecio—. ¿No te da penita?

—Joder, eres insufrible.
—Te toca cuidarlo —me dice, entregándomelo—. Tengo una cita de Tinder.

—¿Qué? ¡No quiero cuidarlo!
—Por favor. Apóyame. También yo quiero encontrar el amor.
—Y te apoyo. Pero eso no significa que tenga que hacerme cargo de este animal.

El gato maúlla.
Fuerte.
Ofendido.

—Joder… te odio. —Le digo, mientras lo sostengo torpemente.
Marlon sonríe, ya camino a la puerta con su chaqueta puesta.
—Me amas. Soy tu hermano. El que te dice lo que nunca quieres escuchar.

Cierra la puerta tras él.

Me quedo solo, con el gato sobre el brazo, mirándome como si evaluara mi inteligencia.
—Ni se te ocurra orinarte en mis zapatillas —le advierto.

El gato bosteza.
Silencio otra vez. No lo soporto voy al baño enciendo la ducha, punto música alta...

---

POV Sienna

Las chicas se quedaron a dormir.
Mila y Kath conquistaron el sofá cama, Isla armó un fuerte con mantas en el suelo, y yo terminé acurrucada en mi habitación con Burbuja, que ronca como un gremlin adorable.

No recuerdo en qué momento me quedé dormida, pero cuando abro los ojos, el piso está en silencio y el sol apenas se cuela entre las cortinas. Muevo la mano hasta el móvil. Una notificación parpadea.

Asunto: Evaluación ensayo final – Curso de verano Sociología Crítica

Abro el correo, todavía medio dormida:

> Estimada Sienna Blake:
Su ensayo “La fragilidad de los vínculos en la era posmoderna” ha sido calificado con matrícula de honor. Dado que demuestra dominio total de los contenidos, queda eximida de asistencia al resto del curso de verano.
Atentamente,
Departamento de Sociología, University of London.

Parpadeo. Dos veces.
¿Eximida?
¿Aprobada?
¿Ya está?

—¡Siiii! ¡Síii! ¡Siiii! —grito, tan fuerte que Burbuja se sobresalta y me ladra como si no entendiera qué demonios pasa.
La abrazo. Giro con ella en brazos, bailo entre las sábanas.
—¡Lo logré, Burbuja! ¡No más madrugones! ¡No más ensayos! ¡Soy libre!

Entonces, ding.
Otro mensaje.
Número desconocido.

> Anónimo: Felicidades. Disfruta mientras puedas.

Mi sonrisa se congela.
Círculo.
No…

Tecleo rápido:

> Sienna: Si sigues molestándome, Andrés, te denunciaré por ciberacoso. Además de robar ensayos, te encanta jugar al acosador, ¿no?

La respuesta llega enseguida:

> Andrés: Ya verás lo que tengo preparado para ti, listilla.

Adjunta una foto.
Él y yo. En la heladería. Antes de que todo se fuera al carajo.

> Sienna: No me importa. Estás borrado de mi vida.
Andrés: ¿De verdad crees que ese vecino cara bonita y cuerpo de atleta se fijó en ti por amor?
Sienna: …
Andrés: Solo quiere una cosa. Cuando la tenga, se irá. Y si no la tiene, también. Nadie se queda con las gordas, Sienna. Ni aunque adelgacen.

> Sienna: Vete a la mierda.

Bloquear.
El dedo me tiembla al hacerlo.
Cierro el móvil. Lo dejo caer sobre la cama.

Burbuja me lame la mano, como si entendiera.
—No le creas, pequeña —susurro—. Yo tampoco lo haré.




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