Mi vecino infernal

26

Capitulo 26

POV Mick

“Vale.”

La palabra sale de mi boca y, en cuanto rebota en mis propios oídos, sé que la he cagado. Suena como si hubiera apagado la luz entre nosotros. Como si hubiera cerrado una puerta. Y con llave.

Sienna da un paso hacia mí. Minúsculo. Imperceptible para cualquiera.
Para cualquiera menos yo.
Joder, cómo lo noto.

—Mick… oye, lo de antes, yo no quise— dice, voz suave, temblando justo en el borde donde más me duele.

Y eso es lo que temo: que me hable desde ese lugar capaz de desmontarme entero.

—No te preocupes —la corto. Demasiado rápido—. Ya está claro.

Detrás de ella, sus amigas hacen una cara colectiva de ¿perdón?.
No las miro. No puedo.

—Mick, espera, yo solo—

—En serio —la interrumpo otra vez, con una sonrisa educada… y falsa hasta la médula—. Ya sé que eres autosuficiente. Empoderada. Todo eso. No me necesitas. Quedó claro.

Las tres amigas hacen plop al unísono.
Como si alguien acabara de derramar vino tinto sobre una alfombra blanca.

La boca de Sienna se abre. Se le nota el golpe. Y si escucho una palabra más… si dice mi nombre así otra vez… voy a soltar algo que no puedo controlar.

Así que me adelanto:

—No te sientas mal, estoy bien. Todo bien. De verdad —mentira premium, edición coleccionista—. No pasa nada.

Ella da medio paso hacia adelante, como queriendo cerrar la distancia que acabo de poner. Y ese gesto me arde en el pecho.

—Mick… —susurra.

Dios. No así.

Me rasco la nuca. No sé qué hacer con las manos. Ni con la cara. Ni con la estupidez que llevo de cerebro.

—Tengo que… —busco la salida de emergencia interna— entrenar a Ellen. Sí. A Ellen. Nos vemos luego.

Silencio nuclear.

Sienna parpadea. Sus amigas abren los ojos como búhos drogados.

Porque no existe ninguna Ellen.

Brillante.
Culpa a una mujer imaginaria.
Genio, Mick, genio.

Y por si el universo quiere un bonus track:

—¿Quiénes son ellas? —pregunta Marlon, entrando con el pelo mojado—. ¿Y quién mierdas es Ellen?

Perfecto. Divino. Que caiga un meteorito, por favor.

—Bye —suelto.
Y desaparezco como si hubiera un botón de expulsión detrás de mí.

Si me quedo un segundo más… si la miro…
Le voy a decir todo.
Y no sé si ella está lista.
Ni si yo lo estoy.

---

POV Sienna

La puerta se cierra tan rápido que casi siento el viento en la cara.

Y me quedo quieta, como si alguien hubiera tirado de un cable dentro de mi pecho.

—¿Qué… fue… eso? —susurra Isla, cuidadosa, como si pudiera romperme más si alza la voz.

Kath cruza los brazos, modo detective de crimen pasional activado.

Mila simplemente dice:

—Tía. Tía. TÍA. ¿Pero qué acabas de hacer?

Intento tragar. No pasa nada.
Creo que mi esófago se fue con Mick.

—Yo… no quería decir que no —murmuro—. Quería decir otra cosa.

—Pues no se notó —dice Kath, sin anestesia—. Se ha ido como si le hubieras clavado un puñal de hielo en el pecho.

Lo sé.
Lo vi.
Lo escuché romperse.

---

Marlon sigue ahí, apoyado en el marco, como si dudara entre ofrecer whisky, terapia o una evacuación inmediata.

—Bueno —dice—. No soy experto en dramas románticos ajenos, pero… ¿están todos vivos?

Mira al grupo. Luego a mí.

Yo asiento.
Miento.

—Estamos… creo.

—Ajá —dice él, cero convencido.

Mila lo observa como si lo hubiera encontrado en catálogo de “chicos interesantes”.

—Tú eres Marlon.

—La última vez que lo comprobé, sí.

—Soy Mila. Estas dos son Kath e Isla. Somos las amigas de Sienna.

—Las responsables del huracán —añade Kath.

—Lo imaginé —responde él, sin malicia, medio riéndose.

Isla alza la mano tímidamente.

—Perdón por… existir en medio de esto.

Marlon sonríe.

—¿Y quién es Ellen? —pregunta Isla, con esa curiosidad suave e imposible de esquivar.

Cierro los ojos.
Un instante.

Marlon me mira antes de responder.

—Una chica del gimnasio. No sé más.

Neutral. Evasivo. Leal.

Mis amigas detectan drama, triángulo amoroso y telenovela turca al instante.

---

Kath se planta delante de mí.

—Ok. Hablemos claro. ¿Tú lo quieres?

Mi cerebro explota.
Mila asiente ya como si hubiera dicho que sí.

—No sé —miento fatal—. Fue un malentendido.

—Un malentendido que casi lo desmaya —dice Isla.

Y sí.
Lo vi romperse cuando dije “No es mi novio”.

Ese crack todavía lo siento en la costilla izquierda.

Marlon suspira, como si llevara horas ahí.

—Chicas —dice—. Dénle un respiro. A los dos.

Mila lo mira como si hubiera encontrado un nuevo ídolo masculino.

—¿Siempre eres así de razonable?

—No —responde él—. Normalmente soy peor.

Ella ríe.
Él sonríe.
Y por primera vez desde que Mick se fue, algo en el aire se acomoda.

Bueno, al menos alguien tendrá química mientras yo me derrumbo.

Kath me abraza por los hombros.

—Tía, ¿quieres que lo siga? Yo corro rápido. Soy pequeña, pero peligrosa.

—No —suspiro—. Solo necesito pensar.

—¿Pensar o sufrir en silencio fingiendo que no te importa? —pregunta Mila.

—Lo segundo —dice Isla… por mí.

Yo asiento. Ya qué.

---

POV Mick

Conduzco sin saber ni por qué.
Intento huir.
Y acabo aquí.

El hospital se alza delante de mí, frío, blanco, imperturbable.
Como si supiera que llego tarde de nuevo.

Quiero entrar. Mi cerebro lo exige.

—Vamos… joder…

Estiro la mano hacia el pomo.
Se queda suspendida, temblando.

No es fuerza.
No es miedo.
Es el peso.

El peso de saber que si entro, voy a tener que decírselo:
Que por primera vez en años estoy viviendo.
Que volví a sentirme yo.
Que no quiero volver a este lugar.

Pero también… que no puedo dejarla.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.