Capitulo 33
POV MICK
Jane está medio dormida cuando entro. La diálisis sigue su ritmo lento, constante, como un reloj que pesa demasiado. Ella abre los ojos apenas me oye mover la silla.
—Tengo que irme —digo en voz baja—. Todo… se complicó más de lo que esperaba.
Ella parpadea despacio, con esa lucidez borrosa que le deja el tratamiento.
—¿Sienna… te ve como una amenaza? —pregunta, arrastrando las palabras.
—Sí —suspiro—. No me habla. Me bloqueó de WhatsApp. Nivel “quiero fingir que no existes en el planeta”. Está celosa… y enfadada conmigo. Mucho.
Jane cierra los ojos un segundo, respira hondo como puede, y vuelve a abrirlos.
—Cuando me sienta mejor… —murmura— le voy a enviar un mensaje. Le contaré que estuviste aquí estos dos días… cuidándome. Y que lo único de lo que hablaste fue de ella.
Me acerco más, casi implorando sin dignidad.
—Por favor… —mi voz se quiebra un poco— necesito ayuda. No quiero que piense que tú y yo… que yo estaba escondiendo cosas. Ella no lo sabe todo. No sabe que estabas mal. Que yo solo intentaba que no te hundieras.
Jane intenta sonreír.
—Yo me encargo, Mick… tranquila. Ella me va a creer. Sabe que no miento con estas cosas.
Le tomo la mano con suavidad. La siento fría, pero firme.
—Gracias… te lo agradecería un montón.
Ella ríe, flojito, adormilada.
—Marlon no hará nada indebido —balbucea—. Es el amigo más leal que tenemos. Creo que lo escuché, ¿no?
—Sí, lo sé —admito—. Solo estaba… exagerando. Como siempre.
—Dile que venga a verme… —susurra con los ojos entrecerrados—. Lo echo de menos. Y… lo siento.
—Se lo diré. Te lo prometo.
Le acomodo la manta.
—Sé fuerte, ¿sí? Aguanta. Vamos a encontrar una solución para todo esto.
Jane sonríe, ya a la mitad del sueño.
—Y tú ve… cuélate en esa boda. Conoce a sus padres. Te van a amar. Eres… increíble.
Me río bajito.
—Te quiero, Jane.
—Y yo a ti…
Sale de sus labios como un susurro que se pierde antes de que termine.
La dejo descansar y salgo, con el corazón hecho un nudo.
Y en cuanto me subo al coche, empiezo a llamar a Sienna. Una, dos, tres, seis, diez veces.
Me cuelga todas.
Y entonces hago lo que un hombre desesperado hace hoy en día:
Abro TikTok.
Grabo el video más ridículo, trágico y dramáticamente cómico posible.
La etiqueto.
Y espero.
Pero ella no responde.
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POV SIENNA — Aeropuerto
Las ruedas de mi maleta chirrían como si también estuvieran deprimidas. Marlon camina a mi lado con gafas de sol, como si fuera una celebridad o un fugitivo. Burbuja va en su transportín, tan indignada como yo.
—¿Ya compraste el boleto? —pregunto mientras buscamos la pantalla de embarque.
—Sí —responde muy casual—. Tres mil euros. Carísimo. Casi me desmayo.
Abro los ojos como platos.
—¡Te dije que YO lo pagaba! Me estás haciendo un favor, Marlon. Un favor enorme.
—Primero: esto es un favor para que dejes de parecer un gremlin triste… —dice señalándome con la barbilla—. Y segundo: esto es un favor para que escuches a mi mejor amigo.
Me detengo de golpe.
—No me hables de Lennon. Está vetado de mi vida. ¿Quieres que lo deletree? V-E-T-A-D-O.
Marlon suspira como si yo fuera una niña berrinchuda.
—Hasta después de la boda dijiste que lo escucharías si yo te acompañaba.
Lo miro con un puchero lleno de frustración.
—Lo escucharé —admito—. Pero no voy a perdonarlo.
—Uff, qué durita… —resopla él, levantando una ceja.
Burbuja ladra desde su transportín, apoyando a Marlon.
—¿TAMBIÉN tú? —le digo indignada—. ¡Traidora!
De repente, mi móvil vibra.
Luego vibra otra vez.
Luego explota en notificaciones.
—¿Qué mierda…? —murmuro sacándolo del bolsillo.
Son decenas de mensajes, menciones, notificaciones…
Y un TikTok.
Con mi nombre.
Etiquetada.
Por él.
—No —murmuro—. No, no, no…
Lo abro.
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Es Mick.
Despeinado, con unas ojeras que dan pena y gracia a la vez.
Sostiene un cartel gigante escrito con marcador negro:
“SIENNA POR FAVOR CONTESTA.”
Después aparece tirando chocolates al aire como si fuera un ritual de invocación.
Luego se pone un “SORRY” escrito en la frente con un labial rojo horroroso.
Finalmente hace un corazón con las manos…
Y lo rompe dramáticamente en dos mientras la música es una balada ridícula de fondo.
Marlon ve por encima de mi hombro.
Y estalla en risas.
RISAS.
—¡JAJAJAJAJA! Dios mío… ¡es un desastre! Se ve peor que tú ayer. Esto es arte, Sienna. Cine. Óscar a la desesperación masculina.
—Lo. Odio. —digo con voz alta y temblorosa.
—Ajá, claro —dice Marlon, todavía riéndose—. Por eso estás roja como tomate y respirando como si te fueras a desmayar.
—Me voy al baño —digo de golpe, entregándole a Burbuja—. ¡Cuida a mi hija!
—Sí, claro, vete a llorar dignamente —me grita detrás.
—¡NO VOY A LLORAR!
Spoiler: sí.
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Baño del aeropuerto – Modo colapso emocional
Me encierro en uno de los cubículos, cierro el pestillo y me dejo caer en el asiento del inodoro (con tapa puesta, gracias a Dios).
Me cubro la cara con las manos.
Mi corazón late como si hubiera corrido una maratón.
Mi cabeza está llena del cartel, del chocolate volando, del “sorry” en la frente.
De su cara.
De sus ojos.
De cómo parecía que llevaba dos días sin dormir.
De cómo me buscaba.
Y lo peor…
Lo peor…
Es que quiero responderle.
Quiero escribirle.
Quiero llamarlo.
Quiero correr hacia él como idiota.
Pero no puedo.
¡No tengo dignidad! ¡No tengo respeto propio! ¡No tengo… nada!
—Soy una patata emocional —murmuro ahogada.
Mis ojos se llenan de lágrimas y las limpio con rabia.
No voy a llorar en un baño público con olor a jabón barato.
No voy a hacerlo.
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Editado: 30.11.2025