Muchas veces llegue a escuchar sobre el suicidio, de personas que se quitaban la vida por culpa de la depresión y me parecía repulsivo, cobarde y asta chantaje, pero me arrepiento de haber pensado todo eso, ahora que yo me encuentro sumergida en la tristeza y la desesperanza no encuentro más salida que la muerte, me case con el amor de mi vida y ahora siento que no conozco a ese hombre y aunque también lo amo, me lastima con tanta negligencia que poco apoco acaba con mi alegría, quisiera regresar el tiempo y abrazar a mi Thomas del pasado y quedarme con el en Nueva york, quisiera que jamás hubiésemos conocido a Borg… jamás había odiado a nadie en mi vida, pero a este hombre lo detesto, tanto que desearía que estuviera muerto.
Alice estaba tirada en el suelo, al lado de su cama, estaba demacrada, con la mirada perdida, había subido cinco kilos gracias a los atracones de comida que se daba debido a la ansiedad, no entendía que estaba mal con ella, las personas que la conocían le decían que era hermosa, inteligente, talentosa y amable, pero ella ya dudaba de todo eso, para su esposo ella no era suficiente ni tan increíble, así que no importaba como la viera el resto, ella era nada a los ojos de la persona que más amaba y un amigo tenia mas valor que una esposa.
Los días pasaron, la boda de Borg y Jena estaba a la vuelta de la esquina, habían planeado esto durante seis meses, Alice no conocía muy bien a Jena Caballero, solo había charlado con ella por video llamada, quería conocer a la esposa del mejor amigo de su prometido, ellos habían tenido una relación a larga distancia pues Jena era originaria de Madrid y se vieron al menos diez veces en su relación de tres años, ella parecía ser una chica alegre, extrovertida y agradable, Alice sentía pena por ella, no sabía que le había visto a Borg, un hombre vanidoso, egoísta y superficial, no quería que esa dulce chica se casara con un desgraciado rompe hogares como Borg.
—Cariño ¿estás lista? Debemos irnos por lo menos tres horas antes del vuelo. —le dice Thomas apresurado.
—¿Cuál es la prisa? Estamos a perfecta hora, pareciera que te urge deshacerte de mí…—le expresa Alice con molestia.
—¿De que hablas amor? Solo no quiero que se te haga tarde. —Thomas y Alice suben al coche y comienzan su ruta.
—¿Por qué no puedes venir conmigo? —le pregunta Alice con tristeza.
—Ya te lo dije, linda, la despedida de soltero de Borg se planeó así, yo no la organice, si no fuera por eso yo me vendría contigo sin pensarlo.
—¿Acaso su despedida de soltero debe durar exactamente una semana antes de su boda? Que yo sepa solo es un día, no siete.
—¡¿Va a empezar a pelear otra ves?! —Thomas le alza la voz haciéndola brincar del susto.
—Es que me parece ilógico…—manifiesta Alice con impotencia, lo que menos quiere es discutir con su esposo.
—Tú también estarás en la despedida de soltera de Jena, esa durara dos días no veo cuál es el problema, cada quien organiza sus reuniones como quiere, además no te va a faltar nada, tienes una habitación reservada en el mejor hotel del lugar, te he dado suficiente dinero y compraras tu vestido haya ¿Qué mas quieres estúpida? —Thomas acelera la velocidad asustando a Alice.
—No me faltes al respeto, no quería hacerte enojar… es solo que…no confió en él.
—¡Ya cierra la maldita boca! No quiero seguirte faltando al respeto, me mermas la paciencia, no me hagas… ¡Ahhh! —Thomas estaba furioso, cada que Alice atacaba a Borg este enfurecía.
—¿Por qué pareciera que lo defiendes y lo quieres más que a mí? ¡sabes como se expresa de mi y no dices nada! Nos hace pelear con sus chismes y mentiras y mira ahora, peleamos por su maldita culpa…
—¡Tu estas peleando por loca he insegura! Borg no tiene nada que ver, el amablemente se ofreció a comprarte tu vestido para la boda y lo rechazaste como una grosera.
—¡¿Por qué tengo que aceptar un regalo de él?! Ese vestido era ridículo y yo quiero usar uno que a mí me guste.
Alice comienza a llorar, su llanto era desgarrador, tenia mucha tristeza dentro de ella, tanta impotencia, era ridículo que tuviera que competir con otro hombre por el amor y la atención de su esposo.
—Deja de llorar…no me gusta verte así…—Thomas se conmovió al verla tan vulnerable y rota y le acaricio la pierna.
—Te daré más dinero para que vayas de compras los días que yo no este contigo, te prometo que en cuanto llegue, toda mi atención será para ti, bailaremos, comeremos cosas deliciosas y hasta podemos quedarnos días extras en Madrid para disfrutarlos solos tú y yo ¿Qué te parece?
—Lo único que quiero es estar bien contigo, no quiero más dinero, solo quiero sentir que estamos bien, que este matrimonio tiene un futuro.
—Claro que lo tiene…yo te amo.
Esa palabra ya carecía de sentido “te amo” ¿de que servía escucharla si no se lo demostraba como ella quería? ¿Qué valor tenían si no era a la única a la que se la decía? Borg, Borg, maldito Borg, su némesis y su rival en el amor…
El resto del viaje había estado en completo silencio, dos horas de sonido muerto y lagrimas rodando en la cara de Alice, Thomas se sentía culpable, avergonzado, y tampoco dijo nada, no hasta que llegaron.
—Ya llegamos al aeropuerto…ponte estos lentes, tienes los ojos muy hinchados ¿ya estas mejor? —le pregunta Thomas mientras le toma la mano.
—Si…perdón por ponerme así, es que me siento muy insegura…—expresa Alice deprimida.
—Tienes que dejar tus celos atrás, Borg es solo un amigo, ya te dije que es como mi hermano.
Alice se quedó en silencio y pensó, un amigo no te escribe cosas como “Amo tu forma de ser” “tus labios son hermosos” “me encantas con esa ropa” “quisiera recorrerte el cuerpo con la boca” esas y cosas aun más extrañas y pesadas le escribía Borg a su esposo.
—Bien, ya documentaste tus maletas, será mejor que vayas a la sala de abordar. —Thomas la abraza con fuerza y añade. —te voy a extrañar mucho.