Aquella madrugada fue un punto clave para que Alice reaccionara y se diera cuenta de que no estaba loca y que cuando una mujer tiene sospechas es por que algo esta pasando, eran las tres de la tarde y Alice apenas estaba despertando, decidió ponerse algo de hielo para desinflamar sus ojos y se metió a bañar, se juro a si misma que no volvería hacerse daño y mucho menos dejaría que alguien más se lo hiciera, estaba lista para salir de esa asquerosa depresión.
Cuando menos se lo esperaba, su celular volvió a sonar, su cara se torno completamente seria y lanzó una mirada de desprecio al ver que se trataba de Thomas.
—Maldito mentiroso… —Alice atiende a la llamada, pero antes respira profundamente.
—¿Alice? Ah, hola, mi amor ¿qué tal dormiste anoche? —Thomas se nota nervioso.
—Diría que fue una noche muy especial para mí. —le responde Lisa con seriedad.
—¿Enserio? Jaja, me alegro mucho por ti, eh, oye ¿de casualidad no viste mi Tablet? La busqué esta mañana y no la encontré, también se perdió mi cartera… me preguntaba si no te la habías llevado por error…
—¿Estas bien? Te noto algo nervioso. le dijo Alice con un tono de molestia.
—¿Qué? No amor, estoy bien, es solo que también olvidaste tu mochila, me preocupaba que la necesitaras.
—No la necesito, estoy bien.
—Ok mi vida, eh, Te siento un poco extraña, debes seguir cansada, no olvides que te amo y que cuento los días para volver a verte.
Alice se lleno de rabia, estaba asqueada al escuchar las palabras románticas de su esposo, pero si quería que su venganza fuera realmente inesperada tenia que esforzarse en fingir.
—Yo también te amo, no sabes las ganas que tengo de verte., te voy a preparar una gran sorpresa, una que vas a recordar por el resto de tu vida.
—Que amable eres amor, te dejo para que descanses, no te aburras demasiado sin mí.
—No lo hare.
La llamada había terminado y Alice estaba más convencida de lo que quería hacer, estaba sola, en Madrid, una ciudad hermosa y tenia el dinero suficiente como para irse de compras, lo que había dicho Thomas era cierto, había dejado algunas tarjetas en su cartera y ella iba a utilizarlas.
Tenía mucho tiempo sin arreglarse el cabello, estaba muy largo y sin forma, su ropa era simple y anticuada, así que agarró valor y salió del hotel con la intención de consentirse.
—Hoy no voy a llorar por ti parasito, ya te lloré cinco años y ayer seque mis ojos por ti, ahora me voy a concentrar en mí, en desempolvar aquella mujer que tanto despreciaste, hare que te arrepientas de todo, cuando me veas se te saldran los ojos, creeras que no hay nadie mejor que yo.
Alice se dirigió a las tiendas de ropa más llamativas del lugar, nunca había hecho eso, compró ropa por montones y le pidió a un empleado del hotel que llevara todas sus cosas a su habitación a cambio de una jugosa propina, en cada establecimiento donde hacia una compra, los datos de su tarjeta no quedaban en el sistema pues le pidió a un conocido de Borg que la ayudara a desviar las compras y no aparecieran los gastos de que se habían realizado en Madrid, se hizo pasar por el, con un numero falso, pues solía hacer esos movimientos sospechosos a espaldas de todos, pero Alice se había dado cuenta por las conversaciones que tenían guardadas en la Tablet de su esposo, vacío una de sus tarjetas con una cantidad extenuante de dinero como su seguro de supervivencia para ahora que saliera de aquel país, pues pensaba no volver a Arizona con Thomas y pedirle el divorcio el día de la boda de Borg.
—No pensé que esto de estafar a mi esposo se sintiera tan bien. —expresa Alice al contemplar los zapatos hermosos que había comprado, después se dirigió al salón de belleza donde la maquillaron, le cortaron y estilizaron el cabello.
Una vez que la estilista giro la silla para que Alice se apreciara, se quedó contemplándose asombrada, estaba muy conmovida, se veía tan bella ¿en qué momento creyó que era fea? ¿Cuándo fue que las inseguridades de Thomas las hizo suyas? soy tan bonita....
—¿Tanto la impresionó ver su cambio que le saco hasta las lágrimas? —le pregunta la estilista satisfecha con su resultado.
—Estoy feliz de haberme traído de vuelta….
Las personas que veían a Alice pasar la miraban cautivados, no había más magia que sentirse bien con uno mismo, eso le daba un brillo especial.
Ya eran las seis de la tarde, Thomas no le había vuelto a llamar y estaba tan bonita, con su vestido floreado y sus zapatillas, que no quiso regresarse al hotel todavía, caminó con calma durante un rato y dio con un lugar mágico, era una especie de laberinto donde a lo lejos se escuchaba el ruido de una fuente.
Así que decidió ir hacia allá, cautivada por el exquisito aroma de las flores y entonces se sentó, metió sus manos al agua y se dio cuenta de la cantidad de monedas que había, seguramente muchas personas habían pedido sus deseos en ese lugar, con razón el ambiente era tan relajante.
Así que decidió cerrar sus ojos y aquel delicioso aroma se vio mesclado con el aroma a tabaco y comenzó a disgustarse, por que el aire no ayudaba mucho pues todo el humo se dirigía a ella.
Y entonces se enojo y dijo en voz alta.
—!Que asco!… ¿Quién es el tonto al que se le ocurrió fumar en un lugar como este?
Alice voltea hacia atrás y su rostro se ruboriza avergonzado al ver a un chico exhalando el humo de su cigarrillo mientras la asesinaba con la mirada.
—¿Dónde dice tu nombre? —le pregunta aquel tipo malhumorado.
—¿Qué? .... —Alice se pone tímida al ver al imponente chico que estaba vestido de negro.
—Este lugar es libre, puedo fumar si me dé la gana, además yo no te digo nada por estar manoseando los deseos de otros. (le dijo esto por que Alice metia su mano a la fuente y rosaba las monedas)
—Yo... yo no estaba haciendo eso, solo disfrutaba del lugar…