Una sensación de paz y tranquilidad inundaba el alma de Alice, le dolían los ojos de tanto dormir, su corazón se aceleró al recordar que no estaba sola, el precioso Hans estaba a su lado, era la una de la tarde y él aún seguía dormido, habían dormido demasiado, por alguna razón los dos se habían despojado de su ansiedad.
¿Quién era Hans en realidad? Alice no sabia mucho de él, excepto que también era extranjero, probablemente nadaba en dinero pues al pagar la cuenta del restaurante saco la legendaria tarjeta negra, ¿Qué hacia solo un muchacho como él? Joven, apuesto y físicamente perfecto, no lo sabía, pero tampoco sentía que tenia el derecho de preguntar, ya estaba bastante agradecida con el hecho de que ese príncipe se haya ofrecido para vengarse con ella.
—¿Por qué me da la impresión de que estas sufriendo? —Alice le quito el cabello del rostro y admiro su nariz perfilada, sus pestañas largas y su quijada marcada, ese hombre era un sueño.
Hans emitió un pequeño quejido y frunció el ceño, como si estuviera teniendo una pesadilla, su rostro se puso triste y Alice le acaricio el cabello para que se calmara y se acorruco a su lado, pero al instante Hans se despertó haciendo que Alice se apartara avergonzada.
—¡Ay! —exclamo Alice apenada.
—¿Estabas cuidando mi sueño? —le preguntó el príncipe sonriendo.
—No…no quise despertarte, es solo que parecía que tenias una pesadilla. —exclama Alice sonrojada.
—La verdad es que hacia mucho tiempo que no dormía tan bien, suelo tener insomnio. —exclama Hans mientras le acaricia la mejilla a Alice.
—Ah… me iré a lavar la cara…siento que me veo terrible y tu estas tan fresco como una lechuga jaja que envidia. —manifiesta Alice nerviosa.
—¿Te quieres ver linda para mí? Jaja, que dulce eres. —la sonrisa tierna de Hans la derrite y evita mirarlo a la cara.
—No es eso, es solo que estoy horrible en la mañana, le quiero hacer un favor a tus ojos. —exclama Alice entre risas nerviosas.
—¿Por qué sigues creyendo que eres fea? —le pregunta Hans mirándola fijamente.
—Pues no lo sé… —expresa Alice cabizbaja.
—Tu eres una belleza completa. —le dice Hans con sinceridad y añade. —eres bella por dentro y por fuera. —expresa mientras le quita un mechón de cabello de la cara.
—No me conoces, no soy tan buena como crees, me convertí en una mujer celosa, controladora, amargada y depresiva, todo lo bueno que tenia se sustituyó por todo esto. —le dice Alice con tristeza.
—Quizás eso te hizo creer él, yo tengo otra imagen de ti.
Alice se conmueve con las palabras de Hans, tenia toda la apariencia de un mujeriego, pero si él no la juzgaba, entonces ella tampoco lo haría.
—¿Sabes que te ayudaría en estos momentos? —le expresa Hans con coqueteo.
—Eh… ¿Qué cosa?... —Alice traga saliva.
—Darte un baño con agua caliente con alguien dispuesto a tallar tu curveada espalda.
—¡¿Qué?! —Alice se aparta aun más de él y se llena de vergüenza.
—¿Qué clase de amantes somos entonces? —le pregunta Hans con un puchero fingido.
—Pues…
—Jajaja, solo bromeaba, si prefieres me meteré a bañar yo primero, no me molesta si entras a ver. —le dice Hans guiñándole el ojo mientras sale de la cama.
—Eres un desvergonzado…. No, tal vez ni siquiera conoces el significado de esa palabra…
—Si la conozco, pero la ignoro.
Hans entra a la ducha y deja la puerta entre abierta para ver si Alice se arma de valor y lo acompaña, pero esta le cierra la puerta con fuerza.
Alice pega su cara a la almohada, siente su rostro caliente y al mirarse al espejo se da cuenta de lo ruborizada que se encuentra, esto nunca le había pasado, jamás se había sentido tan atraída por un hombre.
—Este chico es peligroso…mi corazón está vuelto loco, que patética me siento…esto es meramente casual, después de este viernes, no volveré a saber de él, debo hacerle más caso a mi cerebro y menos caso a mi corazón, que a nada bueno me ha llevado…
Expresa Alice en sus adentros y respira profundo para despejar sus pensamientos.
—¿Qué tanto estas murmurando?
Le susurra Hans en la oreja, haciéndola brincar del susto.
—¡Ay! No hagas eso, casi me matas de un sus…
Los ojos de Alice se abren de par en par y su rostro cambia de color con rapidez, enseguida se dio la vuelta al ver a Hans semi desnudo, solamente estaba cubierto con su toalla de la cintura para bajo.
—¿Qué crees que haces? Si necesitabas algo con que cubrirte te lo habría conseguido. —grita Alice mientras se tapa los ojos.
—Dime la verdad ¿te sorprendió ver mi abdomen marcado? —le pregunta Hans solo para molestarla.
—¡Claro que no! Me sorprendiste, eso es todo…
—¿En serio? Yo juraría que me lanzaste una mirada llena de deseo.
—¡Que precioso esta! No puede ser…casi se me cae la baba ¡contrólate Alice! No puedes parecer tan desesperada…. Recuerda el plan, no ilusionarte de un desconocido. —se grita Alice en sus adentros.
—Si sigues tapándote los ojos, me paseare desnudo por la habitación, créeme cuando te digo que soy un sinvergüenza.
—¡No, no, no! Esta bien ya me descubrí…
Hans estaba algo desanimado, creyó que Alice admiraría su físico o lo elogiaría por su abdomen marcado y pensó que ella ya debía estar acostumbrada al ver el cuerpo de su esposo Thomas.
Alice era muy mala fingiendo, estaba completamente cautivada, Hans estaba frente al espejo, arreglándose el cabello, sus brazos levantados dejaban a la vista su ancha y marcada espalda, su cintura era pequeña y ese cabello mojado lo había hecho hacia atrás y entonces Alice pensó que no podía existir hombre más bello que el en el mundo.
—¿Te gusta mi espalda? —le pregunta Hans mirándola por el espejo.
—Mmm, si… —responde en voz baja y él sonríe contento y mas levantaba sus brazos para que ella lo viera.