Mi venganza contra el amor

En medio del fuego

 

Mi cansancio ya era demasiado, me había sobrepasado por completo, no tenía a nadie a mi alrededor, no podía correr con mi familia y pedirles que me rescataran cuando ellos mismos habían estado en contra de mi matrimonio con Thomas, ni siquiera los invite a mi boda, estaba furiosa de que no aceptaran a mi esposo y me aleje de ellos como si nunca hubieran formado parte de mí, no se si me respetan tanto que ni un mensaje me enviaron en estos años, estaba desesperada por encontrar un lugar seguro, un lugar donde pudiera quedarme y empezar de nuevo, cuando me cruce con este hombre me desplome, los recuerdos de Hans, el hecho de pretender que nunca existió, el abandono de mi familia y al monstruo de mi ex esposo simplemente me habían roto.

—Lo siento…no puedo dejar de llorar…—Alice se llevó las manos al rostro y el hombre se fijó en las marcas de sus muñecas y frunció el ceño.

—Ven, vamos a dentro. —le dijo el hombre de traje quien la llevaba del brazo y la sentó en una de las sillas que encontró.

—Estas pintando horrible. —de dijo el hombre con gran seriedad.

—¿Perdón? —Alice se quedo confundida con su comentario.

—Tienes que pintar con simetría, si no las letras seguirán notándose, pásame el rodillo, ya arruinaste mi traje, que más da ensuciarlo más.

Para la sorpresa de Alice, aquel hombre se puso a pintar la fachada, se quitó el saco porque se había acalorado y dejó su camisa blanca a la vista, se veía que tenia un buen cuerpo, usaba anteojos, tenía una mandíbula bien marcada, era alto y su peinado era limpio y de cabello liso y arreglado, parecía de mal humor y además era extremadamente serio.

—¿Puedo ofrecerle algo de desayunar? Por lo menos me gustaría agradecerle con un café y algún aperitivo, el bocadillo de pavo es el más pedido y personalmente creo que es delicioso. —le dijo Alice apenada, aquel hombre parecía ser un perfeccionista, había terminado de pintar la pared dejándola como nueva.

—Solo quiero un americano, no como bocadillos por el momento.

—¿Esta a dieta?

—¿Por qué me hablas de usted? Se ve que somos contemporáneos.

—Lo siento, es que…

—¿Y mi café? —le preguntó aquel hombre con el ceño fruncido.

—Ah, sí, enseguida se… digo, enseguida te lo traigo.

El hombre tenía un Rolex en la mano, su ropa se veía muy costosa, Alice estaba preocupada de que aquel mal humorado le pidiera pagar la tintorería, pensaba que le saldría un ojo de la cara, mientras le servía el café en una de sus mejores tazas él se estaba quitando los lentes para limpiarlos con su pañuelo.

—¿Qué nunca deja de tener el ceño fruncido? Debe tener un carácter explosivo… —pensó Alice mientras lo seguía observando, se dio cuenta de que era muy atractivo y una vez que la luz del sol se filtró por la ventana y le pegó en la cara, Hans se le vino a la mente, aquel hombre tenía un gran parecido a su amor prohibido.

Sin pensarlo se acerco a él para corroborar que su mente no l estuviera jugando chueco, dejó el café en la mesa y lo miró fijamente.

—Siéntate. —le ordenó el hombre con autoridad.

—¿Qué?

—No tienes clientes todavía, así que iré al grano ¿Quién te hizo esas marcas en la muñeca?

Alice rápidamente tapo sus manos metiéndolas en su mandil y se puso muy nerviosa.

—¿Esto? Eh, bueno…usé unos brazaletes y los ajuste de más jeje…

—No estas hablando con un estúpido, soy abogado, tienes marcas de abuso en las muñecas, alguien te agarro con mucha fuerza, estas siendo acosada por eso los insultos y las amenazas en tu negocio, además estabas llorando, no suelo involucrarme en la vida de personas que no conozco, especialmente si no son mis clientes, pero si me dices que pasa puedo orientarte.

Le dijo el hombre mirándola fijamente.

—¿Dices que eres abogado?

—Mi familia tiene varios negocios y yo me encargo de algunos asuntos legales, así que cuéntame ¿Quién te esta acosando? ¿es algún ex novio? ¿O algún conocido?

—Se trata de mi…mi ex esposo, me fue infiel con su mejor amigo y decidí vengarme de él, yo… le hice lo mismo. —Alice se sentía avergonzada de contarle su vida a este desconocido, pero al saber que era abogado decidió ser clara con él.

—No voy a juzgarte, yo no soy una monedita de oro.

—Ok…bueno, decidí que yo también tendría una aventura y lo engañe con alguien que conocí en el extranjero, después planee exponerlo el día de la boda de su amante, desde ese día enloqueció y ayer fue la segunda vez que me amenazó, ya no estamos casados, hace unos meses nos divorciamos, pero vino a buscarme para insultarme he intimidarme, me lastimó física y emocionalmente…estoy segura que él hizo lo de la pared, es muy vengativo, si te soy honesta…tengo miedo, él y su amante son de buenas familias, adineradas y con influencias, el día que decidí exponerlos me persiguió con el chico con el que lo engañe y nos amenazó con un arma, gracias a Dios solo le rosó el brazo, pero a pesar de que la policía lo arrestó, salió con una fianza como si nada, de nada me sirve denunciarlo, se saldrá con la suya gracias a su dinero, gracias a la corrupción que existe y a las influencias que posee, podría matarme y aun así salir impune, además estoy completamente sola, sería muy fácil deshacerse de mí.

Exclamó Alice decepcionada, el hombre la miró con gran seriedad y después se dirigió a ella con sinceridad.

—Es verdad que él dinero compra a la gente, el dinero te da poder y te hace inmune a muchas cosas.

—¿Entonces de que me sirve denunciarlo? ¿de que me sirve si su poder lo liberará cada vez que me lastime? ¿Quién puede detenerlo? —le preguntó Alice con frustración.

—Una persona más poderosa que él, alguien con más dinero y colmillo que tu ex marido.

—Yo no tengo nada de eso, estoy indefensa…si se lo propone va a destruirme.

—Yo podría remediar eso, creo que ambos podemos hacernos grandes favores.




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