Mi venganza contra el amor

¿El millonario es mi esposo?

 

Podía sentir las miradas confundidas posarse sobre mí, era una extraña que de la noche a la mañana había tomado posesión de todo, incluso la servidumbre tenía dudas sobre mí, dudas acerca de mi procedencia y me escaneaban de pies a cabeza para encontrarme digna de su respeto o algún defecto para cuchichear en sus tiempos libres, Carter no les dio más explicaciones y me llevó hasta el comedor para que nos sirvieran la cena.

—¿Cómo que esa mujer es su esposa? ¿en que momento se caso con ella? — preguntó la cocinera alarmada.

—Baja la voz Gloria ¿Qué no ves que el señor va a escucharte? —manifestó Greta entre regaños.

—Es que no tiene sentido ¿apoco ya olvidó a la señorita Luisa? —preguntó Ani sorprendida, ella era una de las sirvientas.

—Esto esta muy raro, el señor no es de andar con mujeres solo por calentura, después de la muerta no volvió a traer a ninguna mujer a esta casa, tenemos que averiguar por qué se casó, esta supuesta esposa no se ve para nada de su tipo, seguro que se casó con él por interés, además no se les nota enamorados, creí que no volvería a tener una relación pronto… —manifestó Amelia, otra de las sirvientas de la casa.

—¡Con que insolencia hablas niña! Deja de meterte en asuntos que no son tuyos, ¿apoco querías que se casara contigo? Ya te he dicho que dejes esos sentimientos tontos a un lado, la gente como nosotros no se casa con hombres como el señor, bájate de esa nube y pon los pies en la tierra que vas a salir lastimada, mira que ponerse hablar así de los patrones, ja. —Greta estaba igualmente confundida, pero lo único que quería era ver bien a su patrón.

—¿Y por qué no? ¿Por qué no puedo soñar con conquistarlo algún día? No soy menos bonita que cualquier ricachona, además yo sabría bien como tratar al patrón, mejor que cualquier desabrida de la alta sociedad que solo piensan en uñas y vestidos. —le dijo Amelia con enojo.

—Pareciera que lo tuyo si es interés, mejor apúrate y ponte a trabajar.

—No la regañes Greta, Amelia esta bien chula como diría Roberto, cualquier hombre caería rendido a sus pies. —exclamó el jardinero con una sonrisa de borracho.

—Ay cállate Jaime que tu estas casado, guarda esos halagos para tu mujer. —manifestó Gloria con enojo.

—Ya pónganse a trabajar que los señores tienen hambre, dejen de cuchichear acerca de la muchacha, que nos guste o no ahora es la señora de esta casa y se acabó.

—Pues me rehusó a servirle a esa extraña, yo como siempre me encargare del patrón. —exclamó Amelia meneando las caderas y alzando la barbilla orgullosa.

—Ay esta mocosa insolente. —refunfuño Greta con ganas de regresarla del cabello.

—No te enojes Greta, yo le serviré a la señora. —manifestó Ani con una sonrisa amable.

Aquel comedor era inmenso, tenia tantas sillas como palabras vacías, un silencio incomodo he infernal deambulaba en los pasillos, Carter la estaba mirando fijamente, con ese miedo que infundía sin darse cuenta, siempre con el ceño fruncido, Alice no sabia si estaba enojado o si había hecho algo mal, tenía claro que tendría que aprender a descífralo.

—Eh…tu casa es muy bonita, es enorme. —le dijo Alice con timidez.

—¿Por qué estás sentada hasta el otro extremo? —le preguntó Carter extrañado.

—¿Qué? Bueno…no quería incomodarte. —le respondió Alice con mentiras, la realidad era que se ponía muy nerviosa a su lado, se sentía como en el cuento de la bella y la bestia, Carter obviamente era la bestia.

—Siéntate a mí lado, si quisiera cenar solo me habría subido a mi oficina o hubiera comido en el otro comedor. —exclamó gruñón mientras le daba un sirvo a su copa de vino.

—Ah, sí, lo siento, enseguida me siento a tu lado, discúlpame. Le dijo Alice casi tartamudeando.

Una vez que se acerco a él, Alice se dio cuenta de que Carter estaba sudando y de ves en cuando hacia muecas y se veía incomodo, Alice pensó que realmente le molestaba su presencia.

—Si va hacer esas caras ¿entonces para que me exige que me siente a su lado? —pensó en su mente molestándose un poco.

Lo que no sabía es que Carter estaba sintiendo mucho ardor y dolor en sus brazos, la anestesia ya había pasado y estaba sufriendo.

—Aquí esta la cena señor, espero la disfrute mucho. —exclamó Amelia con mucha amabilidad y ni siquiera miro a Alice.

—Gracias. —dijo Carter entre dientes y añadió. —mi esposa es primero, sírvanle la cena antes que, a mí, no sean descorteses.

—Eh…lo siento señor es la costumbre…—vociferó Amelia sintiendo desprecio por Alice.

—Aquí traigo la comida de la señora, espero le guste el cordero, a gloria le queda riquísimo. —le dijo Ani con una sonrisa mientras acomodaba el plato de Alice.

—Muchas gracias, nunca lo he probado, pero se ve delicioso. —exclamó Alice hambrienta.

—Si se les ofrece algo más estaremos aquí para servirles. —les dijo Greta con respeto.

Carter no podía aguantar más, la sangre de sus heridas había traspasado las vendas y su camisa blanca, seguía transpirando y le temblaban las manos, así que se le tiró la copa de vino al suelo y se rompió llamando la atención de todos.

—¡Señor!

—Carter ¿te encuentras bien?

—No me siento bien, iré a descansar ¿Dónde están mis ungüentos y los analgésicos? —le preguntó Carter a Jaime quien se los había guardado.

—¡Aquí están señor!

—¡Espere patrón! Yo le curare sus heridas. — dijo Amelia quien suavemente lo tomó del brazo.

—Lo hare yo, es mi deber atenderlo. —manifestó Alice sintiéndose culpable.

Amelia la miro con enojo al ver que ella se lo llevaba cuidadosamente hasta la habitación.

—El patrón está herido… —exclamaron todos preocupados.

—¿Cómo es que terminó quemado de esa forma? —preguntó Amelia enfadada.

—Pobrecito debe dolerle muchísimo…. —susurró Ani angustiada.

—¡miren! Salió esto en las noticias, hubo un incendio en una cafetería que se ubicaba en la avenida principal, no dicen cuales son los nombres de los involucrados, pero… ¿creen que el patrón haya estado cerca de ahí? —exclamó Jaime intrigado.




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