Mi venganza contra el amor

Mi amor imposible

 

Terminé yéndome con Carter, no me dirigió la palabra en todo el camino, como si su silencio fuera más un respeto que un castigo, cuando llegamos a la mansión, su familia ya se había ido de ahí y Hans se había perdido entre la bruma de mis lágrimas, no supe cuántas veces me insultaron esas mujeres, no les prestaba atención, estaba absorta en lo injusta y cruel que es la vida, cuando creo que mi vida no pude ser más dolorosa me golpea por la espalda y me recuerda que jamás podre ser feliz.

Estoy segura de que Carter se sentía fatal, aunque no se lleva bien con Hans, sabía que le había causado un daño que nunca le buscó, se encerró en su oficina y no salió de ahí por un buen rato, como pensé, mi nuevo esposo es un buen hombre, no me recriminó nada, me llevó hasta la habitación, me limpio los pies con una toalla y después se fue, yo me sentía morir, me sentía la peor basura de este mundo.

—Mi querido Hans… ¿ahora me detestas? ¿Cómo podre vivir sabiendo que me odias? Sigues tan guapo que pareces irreal, amo tu melena negra, tu altura perfecta, tus ojos de gato, tus brazos fuertes, tus manos grandes…amo todo de ti…me siento terrible por haberte dicho todas esas cosas, después de todo lo que hiciste por mí…después de todo lo que pasamos ¿por qué no pudimos estar juntos? Que pecado tan grande he cometido, seguro que nadie te hirió tanto como yo…tu hermano ahora es mi esposo…pero tu siempre serás mi dueño.

Alice se encontraba sentada a la orilla de su cama, había llorado tanto que los ojos los tenía muy hinchados, estaba desconsolada, su amado estaba tan cerca y tan lejos, si se asomaba a aquella ventana podría ver a su amor asomarse por el balcón divisando aquello que jamás podría tener.

Pasarón varios días donde Hans se perdió sus pensamientos y en el alcohol, se bebía las botellas enteras, se paseaba de un lado a otro consumido por la paranoia, los pensamientos intrusivos de si ella ya se habría entregado a su hermano lo estaban matando.

—Nunca te voy a poder sacar de mi cabeza…estas en todos lados, en el alcohol que me estoy tomando, en las canciones deprimentes de mi violín, en mis sueños y en mis fantasías…brindo por ti mi señora bonita…aplástame el corazón otra vez, pero dime que me amas, aun que sea mentira yo seguro te creeré.

Justo en una de esas melancólicas noches, calló una gran tormenta y Hans se tambaleaba, había caminado hasta la mansión de Carter, justo debajo del balcón donde se encontraba la habitación principal, sus mejillas estaban sonrosadas por tanto alcohol, llevaba su violín en las manos y comenzó a tocar la canción que le había dedicado a Alice en su ultima cena juntos, lo hacia tan apasionado, su cabello negro estaba pegado a su cara, estaba vestido de negro y la lluvia lo empapaba sin piedad, una botella de wiski estaba tirada a sus pies.

Ya no sabía lo que hacía, su cuerpo hacia lo que su corazón le gritaba, su mente estaba adormecida por la bebida, pero sus latidos eran sus pies, el amor era tan fuerte que ganaba.

Alice escuchó el violín aun con la tormenta y su corazón se aceleró, corrió para asomarse y se conmovió al ver a Hans tocando para ella, parecía un ángel oscuro, uno muy deprimido y enamorado.  

—Hans… —un gran impulso de bajar y abrazarlo la invadieron, pero no sabía como reaccionar, Carter se encontraba en la mansión.

—¿Qué esta pasando? —preguntó Carter quien escuchaba una melodía mientras trabajaba en su oficina.

—Parece la música de un violín señor. —exclamó Greta confundida.

—¿Un violín? —Carter se puso de píe y siguió la melodía y añadió. —No puede ser… —tenía el ceño fruncido, presentía que se trataba de su hermano.

Por otro lado, Alice también se empapaba, lo miraba conmovida y no podía evitar que se le salieran las lágrimas.

—Hans tienes que irte…en cualquier momento puede entrar Carter y puede mal interpretarlo todo.

—Te amo… no puedo hacer nada al respecto.

—Yo también te amo… —susurró Alice casi inaudible.

—Dile a mi hermano que salga, dile que voy a recuperarte. —manifestó Hans decidido.

—No cometas una locura, mira en que estado te encuentras, te vas a resfriar, espérame ahí, iré a ponerte un abrigo…

Cuando Alice se dirigía a la puerta se encontró con Carter y su corazón se encogió lleno de angustia.

—¿Mi hermano te esta molestando otra vez? —le preguntó Carter enojado, después desvió la mirada a las manos de Alice las cuales sostenían el abrigo.

—Está borracho, no sabe lo que hace, no te lo tomes enserio, iré a darle esto y lo despediré, no te preocupes. —le dijo Alice nerviosa.

—Un hombre encaprichado siempre sabe lo que hace, iré a parar esta ridiculez. —exclamó fastidiado.

—Espera… —Carter salió de la mansión y se dirigió hacia donde estaba Hans, Alice iba detrás de él aterrada por lo que fuera a pasar.

—¡Espera Carter!

—¿Qué haces aquí? ¿Qué no piensas en Aurora? ¿Qué parte de que Alice es mi esposa no entendiste?

—Devuélvele su libertad, ella no te necesita para estar a salvo, yo la protegeré. —le dijo Hans mirándolo fijamente.

—Preocúpate por tu mujer, Alice ahora es tu cuñada, niñato inmaduro, ve como estas, te caes de borracho, lárgate de mi casa. —pronunció Carter perdiendo la paciencia.

—Ella no te pertenece, yo la amo, no podrás impedir eso. —le dijo Hans enfrentándolo.

—Tu tienes la culpa por haber aceptado los chantajes de tu madre, te guste o no ahora estas casado con Aurora y ella no merece lo que le estas haciendo y yo merezco respeto, no te le insinúes a mi esposa a no ser que quieras verme enojado.

—Estas con la mujer que amo…¿Cómo puedes hacerme esto? —le preguntó Hans lleno de dolor dejando a Carter sin palabras.

—Hans…yo… —Alice fue interrumpida por Aurora quien la detestaba más que nunca.

—¿Disfrutas verlo de ese modo no es así? ¿te deleitas siendo la manzana de la discordia de esta familia? Pudres todo lo que tocas, ojalá que Hans nunca te hubiese conocido, a diferencia de ti, yo si lo amo, haré todo lo que este en mis manos para que se olvide de ti, eres una mala mujer, me siento mal por mi cuñado… —Aurora la hizo a un lado y se llevó a Hans con ella.




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