Aun recuerdo las ultimas palabras de mi padre cuando se encontraba en su lecho de muerte, “Te encargo a tu madre” “Cuida de ella”, no entendía por que me estaba encargando esto a mí, mi madre siempre fue una mujer distante, había nanas que nos cuidaban mientras ella hacia sus cosas, rara mente nos abrazaba y siempre velaba porque nuestra educación fuera excelente, detestaba las horas que pasábamos leyendo libros de pastas gruesas los cuales pesaban más que mi cabeza, no recuerdo lo que era jugar con mis amigos, pues en mis tiempos libres teníamos clases particulares, de música, idiomas, historia y más, Carter y yo crecimos sumergidos en responsabilidades y demandas demasiado pesadas para unos niños, mientras yo tenía ocho años, él ya tenía quince, vivimos en la misma casa, pero nos criamos en diferentes mundos, cada uno sumergido en sus propios deberes.
El día que mi padre estaba muriendo, me mando llamar primero que a Carter y esas palabras fueron las penúltimas que me dirigió, no supe como recibirlas, ni como tomarlas, lo único que pasaba en mi mente desde que tenía memoria era el deseo de crecer rápido para apartarme de los brazos asfixiantes de mi madre, el hecho de quedarme a su lado y soportar sus estándares de perfección me llenaban de pánico, se estaba muriendo el único miembro de mi familia que me amaba, el único que cuidaba nuestra niñez dejándonos jugar, el hombre que tanto amaba y admiraba me estaba pidiendo algo que no quería hacer y me sentía culpable por eso.
Desde entonces, he permanecido al lado de mi madre intentando protegerla, era más fácil de sobrellevar, hasta que se casó con Héctor, un hombre mucho más joven que ella, el cual la manipulaba de muchas formas, tenía toda la finta de un casa fortunas, pero aun así mi madre lo aceptó, por un lado me alegro saber que ella ya no necesitaba que cumpliera mi promesa y decidí vivir mi vida lejos de ella, separado por completo de su toxicidad, pero después tubo la aberrante idea de buscarnos una esposa, como si por nuestros propios méritos no pudiéramos hacerlo, estaba obsesionada con preservar el imperio financiero de nuestra familia, protegiendo así el legado de nuestro padre, por supuesto que mi hermano y yo no aceptamos, estábamos indignados ante su iniciativa perversa, así que la ignoramos, Carter siguió al lado de Lucia como si nada y yo seguí mi vida tranquilo, pero comenzó a presentar síntomas serios que demostraban que su salud no estaba bien, tubo un pre infarto y nuevamente las palabras de mi padre me llegaron a la cabeza “cuida a tu madre” sabía que Carter la detestaba aun más que yo y a él no le importaría dejarla morir de un disgusto, fue entonces cuando cometí el error de aceptar la idea de ese matrimonio.
Desde que conocía a Aurora la aborrecí, nunca vi mujer más superficial y banal, al mirarme sus ojos brillaron como si estuviera viendo una montaña de oro o un tesoro que no quería compartir, solo hablaba de lo bien que me veía, de lo alto y fornido que estaba, jamás se interesó en conocerme, en preguntarme que me gustaba o que me hacia feliz, su única pregunta fue ¿Cómo te gustan las mujeres? Intenté verla con otros ojos, me obligue a pensar que no sería tan malo estar con alguien así, pero su personalidad cada día me decepcionaba más, intentó acostarse conmigo el primer día que la conocí, era tan imprudente y vulgar que su apariencia recatada era solo una fachada, no quería que mi futura esposa fuera alguien así, que solo me viera como un trozo de carne para su placer.
Cuando alguien le preguntaba sobre mis virtudes, solo sabia responder que era guapo, que era millonario y de buena familia, la repudie mientras más la conocía, después de Madrid conocí a Alice, mi señora bonita, una mujer herida que a pesar de su dolor, seguí a tratando de sonreír, era amable, hermosa, cariñosa, en unos días a su lado, conocí más del amor que en toda mi vida, nadie comprendería que lo mío si fue a mor de verdad, cuando estas tan acostumbrado al rechazo y a la superficialidad y conoces a alguien que te ve por quien eres y aunque además no te juzga, no puedes evitar enamorarte, estaba dispuesto a dejarlo todo por ella, pero la vida se empeña en separarnos, cuando nos separamos supe por primera vez lo que era el desamor y la añoranza y cuando la volví a ver y supe que se había casado con mi hermano, el mundo se me vino encima, por que jamás podre obligar a mi corazón a dejarla de amar, yo le pertenezco, hoy y siempre voy a querer ser suyo.
Hans se encontraba en la ducha, pensando y sobre pensando en todo lo que le estaba pasando, haber aceptado casarse con Aurora fue el error más grande de su vida, la obsesión de esa mujer la estaba llevando a comportarse como una loca, el estaba seguro de que no se había acostado con ella, pero ella le aseguraba que si habían pasado la noche juntos.
—Querer cuidar a mi madre me salió muy caro papá…¿esto es lo que querías para mí?
El agua le caía en el cuerpo a Hans, estaba muy desanimado, pasó sus manos sobre su cara y las llevó hasta su cabello suspirando lleno de desesperanza.
Por otro lado…
—La madre de la señorita Aurora la esta esperando en el salón señora. —le dijo una de las criadas.
—Despídela, dile que después paso a su casa, ahorita no estoy de humor para recibir a nadie.
—Dice que le urge hablar con usted…
—Maldita sea, dile que bajo en un momento, déjame sola. —exclamó Miranda molesta.
—Si señora, con permiso.
Miranda estaba furiosa con Carter, por todo el escándalo que había provocado al traer a esa mujer a sus vidas.
—¿Qué tan estúpido puede ser mi hijo como para casarse con una mujerzuela? Parece que va de mal en peor, como se le ocurre traer a la mujer que estuvo con su hermano, son unos inmorales, esa mujer ha sido la causante de que casi me dé un infarto ¿Qué le ven por Dios? Tengo que hacer algo para que desaparezca de nuestras vidas para siempre.