Mi venganza contra el amor

La bestia y yo

 

Esta escena me trajo un sabor amargo ala boca, recuerdos que había querido olvidar después de que me aleje de Thomas, esas peleas constantes donde me gritaba, me hablaba como si no valiera nada, como si mi corazón no se rompiera con cada insulto, no pensé que volvería asentirme así tan pronto, Carter me era irreconocible, me daba mucho miedo, jamás lo había visto tan enojado, me sentía impotente al saber que las mentiras de Amelia tenían más poder que mi verdad.

Después de pedirle que esperara a recibir los resultados de ADN de la botella para emitir su juicio y condenarme, me ignoró sentándome en el banquillo de los acusados, ese rincón tan frio y humillante al que suelen ir los indefensos, sus palabras retumbaron en mi cabeza de la manera más violenta posible.

—Pues hasta que lleguen esas pruebas tu eres culpable, te largaste con mi hermano para consolarte, yo creo que no te ha quedado claro con quién hiciste un contrato, no entendiste lo que significaba casarte conmigo por conveniencia, esta fue la última vez que hiciste lo que se te daba la gana, no volverás a acercarte a Hans a menos que quieras que lo aleje de nuestras vidas para siempre...

—¿Qué?...

—¡Ven aca! ¡Te voy a enseñar que con nuestro acuerdo no vas a jugar!

—¿Qué haces? ¡suéltame!

Carter cargó a Alice sobre sus hombros y se le llevó a su habitación mientras ella le exigía que la soltara, pero el más la apretaba y la inmovilizaba.

La forma en la que me subió a sus hombros fue tan brusca que mi cuerpo podía sentir las magulladuras de sus dedos encajándose en mi cintura y abdomen, estaba muy asustada al no saber lo que me esperaba, solo sabía que Carter esta noche ya no era mi amigo, si no un enemigo que me asesinaba con la mirada, reflejando un profundo desprecio.

—¡Bájame Carter! ¿Qué no ves que estas equivocado? ¡Yo no hice nada de lo que esa mujer me acusa!

—¡Tu misma acabas de decir que estabas con mi hermano! Quiero ver entonces que venga he intente arrancarte de mis manos.

Carter más se aferró a ella y Alice forcejeaba sin conseguir liberarse, su corazón se le iba a salir del pecho de lo preocupada que estaba.

—¿Qué es lo que piensa hacerme? ¿será capaz de lastimarme? ¿golpearme? ¿o tal vez…? —Alice se llenó de angustia sentía que una bestia la había capturado, como si ese monstruo hubiese poseído al noble Carter dejando en su lugar a un desquiciado y rencoroso animal.

Carter se llevó a Alice a su recamara, ante el susto y asombro de todos que no sabían cómo reaccionar.

—¡Todo esto es tu culpa maldita víbora! ¡no te vas a salir con la tuya! —Greta se le fue encima a Amelia exigiéndole que dijera la verdad, pero Amelia se aferraba a sus mentiras con su vida.

—¡Suéltame maldita vieja! —Amelia forcejeaba evitando que Greta le rasguñara la cara.

—¡No se rebaje con esa desgraciada! ¡enciérrala en el baño Jaime! —gritó Gloria quien sabía el tipo de persona que era Amelia, esta se quedó sorprendida al ver que Jaime la agarraba por la fuerza y entre él y Roberto quienes después de batallar con ella, lograron encerrarla en el baño.

—¡Déjenme salir malditos bastardos! ¡no voy a permitir que arruinen mis planes! ¿escucharon malditos muertos de hambre! —Amelia gritaba con todas sus fuerzas golpeando la puerta del baño con su cuerpo y con cualquier objeto que podía, pateándola para lograr salir de ahí.

—Revisen sus cosas, estoy segura de que ella fue quien le hizo esto al señor, debe haber rastros de la droga en su habitación. —le s dijo Greta sacudiéndose las ropas.

—¡Ni se les ocurra tocar mis cosas infelices! ¡sáquenme de aquí! —Amelia más desesperada se ponía, había guardado otra parte de la droga para otra ocasión dejándola en el cajón de su ropa interior, una gran ansiedad comenzó a recorrerle todo el cuerpo.

—Estoy segura que no es muy inteligente, debe tener la evidencia en algún rincón de ese cuarto. —recalcó Greta decidida a hundirla.

—¡Es verdad! Vamos…—dijeron apurados.

—¡Esperen! ¿Cómo vamos a dejar a la señora en las manos del señor Carter? ¡estaba tan furioso que podría hacerle daño! Debemos ayudarla… —exclamó Ani angustiada.

—¿Y que podemos hacer? —el señor cree que ella fue la que planeó todo. —Dijo Roberto preocupado.

—Por favor cúbranme si el señor regresa antes, inventen cualquier cosa…yo ire a avisarle a su hermano sobre lo que le esta haciendo a la señorita, quiero mucho al jefe, pero no puedo permitir que maltrate a sí a su esposa.

—¿No escuchaste? Se casaron por conveniencia, ellos dos no se quieren. —exclamó Jaime inquieto por que el tiempo corría sin piedad.

—¡Eso no importa! El jefe debe sentir algo por esa mujer…si no… ¿Por qué estaría tan celoso?

—¿Qué?

—Abran los ojos de una vez, ellos se quieren, debo evitar que el señor cometa una tontería de la que vaya a arrepentirse toda su vida, el joven Hans es mi única opción, la madre de estos dos no me inspira confianza y mucho menos el esposo, así que debo ir por él para que detenga esta locura. —manifestó Ani apresurada y así lo hizo, se fue corriendo y con todas sus fuerzas se dirigió a la mansión de Hans para pedir su socorro.

Mientras esto sucedía, Carter ya se encontraba en su alcoba y aventó a Alice hacia la cama y comenzó a desabrocharse la corbata, la miró fijamente, como el depredador mira a su presa y le ordenó que guardara silencio.

—¿Qué haces? —le preguntó Alice con la voz entre cortada.

—Ya estoy harto de que hagas lo que se te da la gana, fue mi culpa por no disciplinarte la primera vez que hiciste de las tuyas, hoy te enseñaré lo mucho que odio las mentiras y te mostraré lo que le pasa a quienes se atreven a traicionarme.

—No estas pensando con claridad… ¿qué es lo que vas hacerme? —le preguntó Alice haciéndose para atrás.

—Quítate la ropa. —le ordenó Carter intimidante.




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