El final de la arpía
Carter había llamado a la policía, estaba dispuesto hacer las cosas de la manera correcta, aunque por dentro quería arrancarle la cabeza y colgarla afuera de su residencia para que sus enemigos pudieran ver lo que le sucede aquellos que se atreven a traicionarlo, pero lo que no sabía era que Héctor había llegado primero, no iba a permitir que Amelía hablará acerca de los tratos que había hecho con él.
Él había sido quien le había recomendado aquella curandera que vendía drogas especiales para amarrar a las personas sentimentalmente, un día cuando Amelia se encontraba muy frustrada por ver que una nueva mujer había llegado a la vida de su patrón se puso a llorar de la impotencia, al no poder seducirlo, no importaba que tan revelador fuera su escote o que tan ajustada fuera su ropa, no importaba que tuviera un cuerpo increíble y una cara agraciada, Carter ni siquiera lo volteaba a ver.
Su moralidad era inquebrantable, verlo con Alice y saber que se llevaban tan bien a pesar del mal carácter de Carter la llenaba de celos y envidia, poco a poco esos sentimientos la fueron contaminando y una mañana decidió ir al bosque a despejar su mente, como cualquier miembro de la familia Walker podía entrar ahí y caminar, cazar o simplemente perder el tiempo, Héctor se la encontró lamentándose como una mujer en duelo.
—¿Qué haces aquí sirvienta? No deberías entrar a este bosque, es propiedad de la familia Walker, evítate la pena de que te echen de aquí los guardias que vigilan en sus rondas ¿o no me digas que tienes algún amorío con uno de ellos?
—¿Qué? No…discúlpeme señor, es que yo…
Héctor se dio cuenta de que estaba llorando a mares y también vio su hermoso cuerpo y sintió deseo por ella.
—¿Por qué una mujer tan bonita como tú esta llorando de esa forma tan espantosa? —le preguntó Héctor mal intencionado, recorriéndola con la mirada de arriba abajo.
—No es nada señor…ya me voy… —Héctor la detuvo del brazo y la acerco a él, limpiándole las lágrimas.
—Vamos, puedes confiar en mí, cuéntame que te aqueja tanto, no le diré a nadie tus secretos. —le dijo mientras le acariciaba la cara.
—La verdad es…que hace mucho estoy enamorada de mi patrón…pero jamás me ha volteado a ver, creí que tendría una oportunidad después de que la señorita Luisa murió, pero llegó esa intrusa y me robo la oportunidad de ser feliz a su lado, ahora no tengo esperanzas de enamorarlo porque no tiene ojos para nadie más.
—Las sirvientas no se casan con sus patrones, ya deberías saberlo preciosa.
—¿Qué?....
—Debes de ser más lista, más inteligente que cualquiera, solo así podrás lograr tus objetivos, solo existe una manera para que puedas amarrar a Carter y es con una pequeña ayudita.
—¿Pero ¿cómo?
—Conozco a una curandera que vende una droga especial para excitar tanto a una persona que hace que pierda los estribos, el deseo no la deja pensar y no pueden descansar hasta que sus instintos quedan completamente satisfechos ¿eres fértil? ¿Cuántos años tienes bonita?
—Tengo veinte tres años….
—Uff, estas en la flor de tu juventud, si te decides tienes todo por delante.
—¿Esa droga es muy cara? ¿es peligrosa? ¿no voy a matarlo o sí?
—No, no vas a matarlo, pero la droga cuesta más o menos la cantidad de quince veces tu salario.
—Imposible, no tengo esa cantidad, tendría que ahorrar por varios meses para…—Héctor la interrumpió poniéndole el dedo en la boca.
—Shss, tranquila, yo puedo ayudarte a conseguirla, solo necesito que hagas algo por mí.
—¿Qué cosa?
—Como sabes, estoy casado con una vieja raquítica, una momia que para nada me complace, y tu tienes una muy buena apariencia, hazme feliz cada vez que te lo pida y no solo te conseguiré la droga, si no que, si llegas a salir embarazada, yo seré el primero que me encargaré de abogar por ti, al ser el primer nieto de la familia Walker tendrán que recibirlo y no será un bastardo si logras casarte con Carter.
—¿Complacerlo? Quiere decir…
—Acuéstate conmigo.
Amelia vio que Héctor era muy atractivo y aceptó, en ese mismo momento, él la desnudo y la poseyó por completo satisfaciendo sus bajos instintos hasta que la dejo empapada en sudor.
Durante sus encuentros, Héctor le iba diciendo más de él y cometió el error de decirle que aquella droga le había servido para cumplir con uno de sus objetivos, borrar a Luisa del mapa, ella lo había descubierto cometiendo fraude y robándole a Miranda desviando impuestos y pagos a trabajadores fantasma, cuando lo amenazó con decirle todo a Carter y a Miranda él le suplico que no lo hiciera y vertió esa droga en el vino que después le daría a probar ala fuerza, pero al ver que se rehusaba no tubo más remedio que dispararle en la cabeza y así fue como él termino con su vida.
Amelia comenzó a desconfiar de Héctor, pues sabía que era una mala persona, cada vez que le pedía que se vieran la hacia hacer cosas que la lastimaban o no le gustaban, la golpeaba para satisfacerse y hacia juegos donde ella tenía que fingir que era su víctima, varias veces jugaron a que ella era Aurora o Alice y fantaseaba cona costarse con ellas haciendo que Amelia fingiera ser esas mujeres que tanto deseaba.
Ya no hallaba como deshacerse de él, pues era un completo enfermo, una vez que Héctor entró a la mansión de los Carter, los trabajadores se sorprendieron de verlo ahí.
—¿Qué se le ofrece señor? Nuestro patrón no esta en casa todavía, no hay nadie que pueda atenderlo. —le dijo Greta mirándolo con desconfianza.
—No te preocupes, vine para hablar con esa malvada mujer, le pediré que se entregue por las buenas, ya hemos pasado por demasiadas cosas como para lidiar con ella también, el señor Carter, mi querido hijastro, no tiene cabeza para lidiar con esto, lo haré yo.
—Pero dijo que nadie podía hablar con ella, además el ya viene en camino y también la policía, será mejor que ellos resuelvan esto.