Mi venganza contra el amor

Al descubierto

 

Héctor hizo a un lado a Greta he ignoró a los demás trabajadores, enseguida entró al baño donde Amelia seguía encerrada y al abrir la puerta sus miradas se cruzaron.

—Señor…vino a ayudarme. —le dijo Amelia entre lágrimas.

—No, llegó el momento de que calles para siempre.

Los ojos de Amelia se abrieron de golpe, como si estuviera viendo al demonio mismo, comenzó a retroceder, buscando con desesperación algo con que defenderse en caso de que Héctor quisiera hacerle daño.

—¿A que se refiere? —tartamudeó Amelia temerosa.

—Fuiste muy descuidada, te di todas las herramientas para que te salieras con la tuya y ni así pudiste lograr acostarte con Carter y es que no te dije algo importante, para convertirte en alguien que consigue lo que quiere se necesita no solo ser capaz de hacer cosas que moralmente una persona común no haría, creí que no tenías escrúpulos, pero me equivoqué, lo que no tienes es inteligencia, para ser un villano se necesita más que el deseo de hacer el mal, se requiere la capacidad de llevarlo a cabo en todas las circunstancias, pero tú, mi querida sirvienta, no solo naciste pobre en lo material, si no que en virtudes y talento, también careces.

—De verdad intenté hacer todo lo que estaba en mis manos para drogarlo…si no hubiera sido por esa mujer, habría logrado acostarme con el señor…se me salió todo de las manos, pero no fue mi culpa…

—Ay Amelia, Amelia, es una lastima que no te pueda sacar más provecho, me encantaba ese cuerpo esbelto y curveado, fuiste como plastilina en mis manos, hacia contigo lo que quería y te daba la forma que se me antojaba, eso es lo único que voy a extrañar de ti, me será dificil encontrar una juguete tan necesitado y fácil de manipular como tú jajaja, antes de morir deberías recomendarme a otra muerta de hambre, las pobres como tú hacen lo que sea por dinero, eso es excitante.

—¿Antes de morir? No estará pensando en…—Amelia tragó saliva y comenzó a temblar de forma involuntaria, matando de la risa a Héctor al ver su reacción tan asustada.

—No creas que voy a dejarte con vida después de que te conté mi más grande secreto ¿o sí? Debo reconocer que me la pasaba tan bien contigo que me hacías hablar de más, es un error que no voy a volver a cometer.

—No se atreva a dar un paso más, no logrará hacerme nada…todos los sirvientes están pendientes de usted, si me mata, sabrán que usted lo hizo, me he asegurado de gritar todo el tiempo para que me saquen de aquí, usted no saldrá limpio de esta…—exclamó Amelia entre lágrimas de desesperación.

—¿Y quién dijo que sería yo el que te matara? En algo tienes razón y es en que no voy a arriesgarme a que me descubran, ya me salí con la mía en un asesinato jajaja ¿por qué no volverlo hacer esta vez? Además, tú serás quien atente contra tu propia vida.

—¿Qué?

—Traje algo especial para ti, he conseguido un veneno fantástico, te lo daré y tu lo tomarás, dicen que te deshace todos los órganos como si fuera acido, la sangre se te saldrá por todos los orificios del cuerpo y todo mientras estas consciente, el dolor es tan insoportable que buscarás cortarte el cuello o romperte la cabeza tu sola contra la pared y todo con tal de acabar con tu sufrimiento, pero como el dolor es tan intenso no podrás mover ninguna articulación, es algo realmente espantoso, no me imagino estar en tus zapatos.

—No… jamás me obligaras a tomar esa cosa, no voy a suicidarme…

—Claro que, si lo harás, no voy a pedir tu consentimiento, te lo daré a la fuerza, soy más fuerte que tú, terminaras bebiéndolo de una u otra forma. —exclamó Héctor con una sonrisa malévola y confiada.

—Se suplico…déjeme en paz…le juro por mi vida que nunca hablaré de lo que me contó, la muerte de la señorita Luisa se ira a la tumba conmigo, pero por favor no me haga esto…no quiero morir… —le rogó Amelia llorando con desesperación.

—Antes de que pases a mejor vida, voy a darle un ultimo uso a ese cuerpecito tan delicioso que tienes, me lo merezco por todo lo que he hecho por ti, así que inclínate que será lo único bueno que sentirás antes de morir.

Amelia no podía creer que Héctor fuera tan despiadado, no solo quería asesinarla, sino que también abusar de ella, usarla como si se tratara de un objeto, no tubo más remedio que obedecerlo y en medio de su terror, Héctor se deleitó con ella.

Maldito seas…¿cómo puedes disfrutar de mi de esta forma?… eres un salvaje y un animal, una bestia maldita que no merece respirar, ojalá pudiera destruirte, no me importaría morir después de verte completamente sumergido en la ruina.

Amelia tenía que soportar sus embestidas y su asquerosa intensidad, lo que no sabía, era que la policía estaba en camino y Carter ya se encontraba en la mansión.

—¡Señor que bueno que llega! El señor Héctor ha entrado al baño con Amelia y tiene un buen rato encerrado con ella, parece que están…. —Greta no terminó de hablar cuando Carter lleno de ira se dirigió al baño y al momento de que abrió la puerta encontró a Héctor subiéndose el sierre de su pantalón, Amelia tenía los pechos descubiertos y recién se estaba bajando la falda, se le veían los ojos rojos de tanto llorar y al momento de que Héctor lo vio se puso tan pálido que ni podía hablar.

—Maldito bastardo… ¿te atreves a engañar a mi madre con esa víbora?

—¡Espera Carter! ¡es un mal entendido!

Ni tiempo tubo Héctor de terminar sus palabras cuando Carter ya le había dado un puñetazo en la cara y de la camisa lo agarró y lo aventó al suelo sacándolo del baño.

—¡Maldito Carter! Ya te dije que estas mal interpretando todo idiota… —Héctor estaba sangrando de la nariz y se retorcía de dolor, Carter estaba lleno de ira y agarró a Amelia de los cabellos y la sacó del baño con la misma violencia.

—¡Espere señor! ¡por favor tenga compasión de mí!

—¡cierren la maldita boca! No quiero escucharlos desgraciados, tú, hazte a un lado mujer, tienes prohibido moverte de donde estas. —le ordenó Carter a Amelia mirándola con rabia.




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