Buscando la venganza, encontré el amor
—No sé cómo lo hizo, pero se comunicó conmigo, para persuadirme a vengarme de ustedes, especialmente de Carter y Hans, quiso ofrecerme muchas herramientas para perjudicarlos, veneno he incluso drogas, también me dio el contacto de un grupo criminal que podía hacer el trabajo sucio por mí, asesinando a tus hijos…a cambio de que moviera mis influencias para que pudiera escapar de la cárcel, está empeñado en destruirlos, pero me negué, Hans tenía razón, no puedo seguir comportándome como una bruja sin corazón, yo quiero ser feliz y quiero que él y tu familia también lo sean, solo quería que supieras lo que Héctor está tramando, también intentó contactarse con Borg , pero no contaba con la noticia que le darían, él murió a causa del VIH avanzado que tenía y no pudieron salvarlo, se deterioró muy rápido hasta que murió.
—Ese maldito bastardo…perro infeliz…él se lo buscó, con mi familia nadie se mete. —exclamó Miranda apretando los dientes con rabia.
Su enojo era tan grande que temblaba de ira, su furia no se calmaría hasta no tener a su enemigo frente a ella, Miranda no solo era conocida por tener un carácter fuerte y aterrador, le apodaban “la boba” pues decían que a sus enemigos no les quedaban ni los huesos, si se metían con ella, hasta los huesos destruía, Héctor había cavado su propia tumba, ahora había despertado la furia de la señora Walker la líder de aquella poderosa familia a la que todos respetaban.
—Puedes retirarte, se muy bien lo que haré con la información que me diste, te lo agradezco, pero te pediré un favor muy grande, si es verdad que te has dado cuenta de tus acciones y solo quieres la felicidad de mi familia, te pido que guardes el secreto y que no le menciones nada de esto a mis hijos, ni a ninguna otra persona, voy a recordarle a ese bastardo porque me apodan “la loba” deseará nunca haber nacido. —exclamó Miranda con una mirada de fuego.
—Por favor tenga mucho cuidado, le prometo que no le diré nada a nadie, solo venía a decirle eso, deseo que tenga una buena vida señora Walker, lamento mucho haber sido una pena para ustedes, le juro que me arrepiento de todo lo que hice. —externó Aurora muy avergonzada y una vez que se dio la espalda para irse, Miranda la detuvo con las siguientes palabras.
—Aurora, espera.
—¿Qué sucede?
—Estoy segura de que encontraras la felicidad algún día, eres una mujer hermosa y sé que encontraras tu camino, se que existe un hombre que sabrá amarte como te lo mereces y que aceptara todo ese amor que estas dispuesta a entregar, pero empieza por amarte a ti misma, solo así sabrás que es el verdadero amor, lo digo por experiencia.
Le dijo Miranda mirándola con honestidad, sus palabras conmovieron el corazón de Aurora y le agradeció por alentarla a seguir adelante.
—Lo haré, yo seré la persona que más ame en mi vida, adiós señora Walker, también deseo que sea muy feliz. —le dijo Aurora con sus ojos llenos de lagrimas y se fue, buscando su propio camino, miró por ultima vez aquella mansión donde alguna vez puso todas sus esperanzas, suspiro al recordar a Hans y todo lo que había hecho para retenerlo y se juró a sí misma nunca volver a actuar de esa forma y también se pidió perdón por todas las humillaciones que había soportado y causado a sí misma.
—A dios Aurora.
Miranda canceló todas sus citas y llamó a dos de sus guardaespaldas de mucha confianza, unos que conocían muy bien a Héctor y que no lo soportaban por sus aires de superioridad y mal carácter, uno de ellos se llamaba Omar y el otro Esteban y les confió lo que harían a continuación, Miranda movió sus influencias para que le permitieran el acceso discreto al reclusorio donde se encontraba Héctor, su momento había llegado.
Héctor se encontraba sentado en las áreas de recreación del reclusorio, pensando en todo lo que le había dicho a Aurora y creía que, al ser una mujer tonta y despechada, accedería sin ningún problema a su petición de dañar a los Walker y de ayudarlo a salir de prisión, estaba tan confiado en su plan, que a todos les decía que el saldría en menos de un mes de prisión, asegurando su libertad a costa de Aurora.
—¿Reo Héctor Dávila? —preguntó un policía que lo buscaba.
—Si, soy yo ¿Por qué me buscan? —preguntó Héctor extrañado.
—Tienes visita.
—¿Visita? Pero no es horario de visitas. —dijo confundido.
—Hay una mujer que pagó mucho dinero por ti, dice que quiere hablar contigo de muchas cosas.
Héctor inmediatamente relacionó todo con Aurora y se acomodo la camisa, pensando en seducirla y hacer esto de forma más rápida, planeaba acostarse con ella y consolarla, pero su rostro triunfante y su actitud segura cambiaron cuando lo llevaron a un lugar distinto, era otro camino diferente al que tomaba para las visitas.
—¿A dónde vamos? —preguntó Héctor con un mal presentimiento.
—La mujer quiere tener privacidad contigo. —dijeron los policías con seriedad.
—Ah, ya veo jaja.
Una vez que llegaron al lugar, aventaron a Héctor a un cuarto oscuro y en obra negra, el calló de rodillas confundido, aquel lugar estaba muy oscuro y húmedo, no tenía ventilación y estaba aislado de los otros policías.
—¿Qué demonios les pasa? ¿por qué me trajeron aquí? —preguntó Héctor enardecido.
—Deja de ladrar como un perro ¿no piensas saludarme cariño?
La voz de Miranda le revolvió el estómago a Héctor y al verla frente a él con Omar y Esteban se petrifico, intentó ponerse de pie, pero Miranda sacó un arma y lo obligo a permanecer de rodillas.
—Te quiero en cuatro patas maldito. —le ordenó con autoridad, ya no era su esposa, si no una mujer intimidante que parecía el diablo en persona.
—¿Miranda? ¿Qué haces aquí? —le preguntó atónito.
—Los animales no hablan, pero tú eres un perro muy estúpido, amárrenlo a esa silla, rápido. —les ordenó Miranda y aun que Héctor forcejeó con ellos, terminaron sometiéndolo y amarrándolo perfectamente, no se podía mover en lo absoluto.