—Lo siento, no puedo ir —le aviso a mi tía Julie por teléfono.
Ella no suena molesta, sino preocupada. — ¿Estás bien?
Asiento, luego me siento tonta porque no puede verme. —Sí, es solo que —me detengo para toser un poco—. Esto.
Escucho a mi tía suspirando. —No te preocupes, intenta descansar y me cuentas cómo te sientes, llamaré a Kyle para que venga a cubrirte.
—Está bien —respondo antes de toser de nuevo.
Termina la llamada con mi tía Julie y me dejo caer en la cama de nuevo.
No se supone que las personas tengan resfriados en verano pero aquí estoy, sin ánimos de levantarme y con frio. Quizás tengo un poco de fiebre.
Mi abuela entre unos minutos después con un plato de avena caliente y una taza de té de manzanilla. — ¿Cómo estás? —las coloca a un lado de mi cama, en mi mesita.
Asiento. —Bien, solo es en la garganta.
Ella se acerca y me toca la frente con el dorso de la mano. —Te siento un poco de fiebre, recuéstate y regreso a verte en unos minutos, si no se te ha bajado te daré medicina.
—Gracias —digo.
Mi abuela sale y yo sonrío a la puerta. Hay mucha diferencia a los días que pasaba enferma cuando vivía con papá y días como este con mis abuelos. Mucha.
Comienzo a comer la avena y dejo que caliente mi interior, ayudándome a sentir la garganta un poco menos irritada. Casi estoy por terminármela toda cuando veo al fondo, sobre mi pequeño escritorio, el libro de mamá.
Dejo el plato de avena a un lado, sobre el colchón, asegurándome que no se derrame y me levanto para ir por ese libro. Lo tomo y veo las esquinas dobladas, algunas páginas amarillas y la espina dañada.
Puede que este libro no se convierta en un clásico de la literatura y que esté bastante descuidado pero, jamás me desharé de él. Este libro lo sostuvo mamá entre sus manos, lo leyó y lo subrayó. Ella probablemente lo leía una y otra vez como yo.
Mis ojos se llenan de lágrimas al pensar en la mujer que no puedo recordar totalmente. En la mujer que jamás volverá.
Sé que mamá murió y sé que fue por una enfermedad, pero nunca me han dicho cual. He preguntado ocasionalmente, las respuestas son vagas. Tal vez fue cáncer, tal vez fue una infección o quizás, alguna enfermedad difícil de detectar.
No lo sé.
Recuerdo haberle preguntado a papá una vez y me dijo: tu mamá estaba mal, por dentro, su cuerpo se apagó.
No entendí y sigo sin entender. Quizás algún día me arme de valor para pedirle que me dé el nombre de lo que sea que se llevó a mamá lejos de mí, o tal vez, ya no tiene caso.
Lo que sea que haya sido, ya hizo su trabajo. Ya se la llevó y saber su diagnóstico puede que no me ayude en nada.
Suspiro, tomo el libro y regreso a mi cama. Abro la primera página donde mamá escribió su nombre y luego yo, escribí el mío, para que por lo menos una sola vez algo nos uniera visiblemente.
Penelope Levin
Comienzo a leer la historia otra vez. Es una que ya conozco demasiado bien, he perdido la cuenta de cuantas veces lo he leído pero nunca me aburro de este libro.
Voy casi por la mitad cuando recibo un mensaje, veo mi teléfono y mi corazón pega un salto al darme cuenta que es Asher.
Este no podría ser el momento más perfecto, justamente estoy leyendo este libro mientras me imagino a Asher como Ashton.
Lo abro y leo: “¿Irán a la fiesta hoy?”
Quiero hacerlo, realmente pero no puedo. Incluso si me esforzara para salir de mi cama y arreglarme, sé que mi abuela jamás me daría permiso para ir a una vista mientras estoy enferma.
Le respondo: Lo siento no puedo, estoy enferma.
Esperé la respuesta de Asher antes de continuar leyendo pero los minutos pasaban y no llegaba así que retomé la lectura aunque constantemente veía hacia mi teléfono para verificar si Asher ya me había respondido.
Fue hasta media hora después donde recibo otra respuesta.
“Oh lo siento por ti. Espero te sientas mejor”
Sonrío y espero un minuto para contestarle, solo para que no piense que he estado esperando su respuesta.
“Gracias, ojala pueda ir a la siguiente”
Y de nuevo, esperé por la respuesta pero esta vez di por hecho que no iba a llegar tan pronto como quería.
En realidad, nunca llegó otra respuesta.
— ¿Cómo te sientes ahora? —mi abuela me ha estado visitando varias veces a mi habitación durante todo el día.
Admito que me siento un poco mejor, aunque no mucho ha cambiado. —Igual.
— ¿Estás tomando agua? ¿Te traigo otro vaso?
Sacudo la mano. —Estoy bien abuela, ya hiciste mucho por hoy, descansa.
Suspira. —No puedo descansar si estás enferma —sonríe—. Bien, iré a recostarme un rato pero llámame si necesitas algo.
Asiento. —Claro —miro hacia mmi reloj—. ¿Ya vino Kyle?
Ella afirma con un gesto. —Sí, está comiendo, seguro en un rato viene a verte —vuelve a sonreír—. Dice que te trajo algo para que te sientas mejor.
—Está bien, gracias —aclaro mi garganta—. Descansa un rato abuela, por favor.
Yo también me preocupo por ella.
—Claro —se acerca para acariciar mi cabello y darme un beso en la frente—. Tu abuelo viene pronto, también estaba preocupado por ti.
Siempre que me enfermo me siento apenada con mis abuelos, ellos suelen preocuparse mucho aunque sea un resfriado. No me gusta causarles molestias, a pesar que ellos jamás se quejan.
Mi abuela sale de la habitación y yo reviso mi teléfono una vez más. Asher está conectado pero no ha leído mi último mensaje. Eso no debería molestarme tanto como lo estoy sintiendo en este momento.
Veo el libro de mamá sobre el colchón, lo terminé hace un rato y como siempre me dejó con una sonrisa en el rostro. Ashton Smith y Asher son sin duda muy similares, demasiado pero hay algo que no termina de unirlos.
Fuera del echo que uno es ficticio y el otro no, hablo de como Asher tiene historias iguales a las del libro y hace gestos iguales a Ashton pero, ellos parecieran algo así como gemelos en lugar de la misma persona.