—Entonces, ¿Cuándo es el concierto?
Carter termina de organizar unos resaltadores que están a la venta. —La próxima semana.
— ¿Le contaste a Kyle? —pregunto.
Sin verme, asiente. —Sí, él lo sabe todo.
Cruzo mis brazos. — ¿Y no me ibas a invitar?
Carter voltea para verme. —No sé si quieras ir, además no es un concierto con música “normal” es de la iglesia y no solo cantaré yo.
Me encojo de hombros. —Eso no importa, tengo mucha curiosidad por verte y escucharte cantar, no sabía que pudieras y asumo que eres bueno.
—Eso espero —rasca su cuello—. Aunque tal vez desafino.
—Lo dudo —digo.
Carter me da un vistazo. — ¿Quieres ir hoy a comer? La tercera es la vencida.
Asiento. —Está bien, supongo, intentémoslo de nuevo.
—Claro —sonríe—. Me parece bien, esperemos que esta vez no nos interrumpan.
Llego finalmente la hora de almuerzo y Carter me voltea a ver para saber si estoy lista e ir al restaurante.
—Vamos —digo.
Me hace una seña. —Vamos.
Nos despedimos temporalmente de la tía Julie y salimos al calor del verano, el sol como siempre está radiante y el cielo azul.
— ¿Por qué no presumes que puedes cantar? —pregunto.
Resopla. —No es algo para presumir.
Me enojo de hombros. —Creo que lo es, creo que es genial que puedas cantar, tu mamá dice que lo haces bien.
—Mamá llama “abras de arte” a los dibujos sin forma que le hacía cuando era niño —afirma.
Sonrío pensando en cómo eso es común con las madres, que guarden dibujos de sus hijos y los atesoren. En mi caso, yo no tuve nada de eso. Recuerdo que solía dibujarle a papá para su cumpleaños y me emocionaba hacerlo hasta que un día, encontré un dibujo en el basurero de su oficina.
Creo que ese día algo en mi corazón se perdió. Una pieza, desaparecida para siempre.
Papá me hizo darme cuenta a una muy temprana edad que las personas no te aman solo porque existes, sino fingen que lo hacen. Frente a los amigos de mi padre y en especial, sus amigas, yo era su princesa pero cuando era él y yo, me desvanecía.
Ahora, su cumpleaños es en unos días y siempre que llega esa fecha recuerdo mi dibujo, lo mucho que me esforcé, en como intenté usar todos los colores favoritos de papá y en lo orgullosa que me sentí cuando me di cuenta que las líneas me habían salido rectas y su cabello se parecía.
— ¿Clarissa?
Carter me hace darme cuenta que he dejado de caminar, él regresa unos pasos para acercarse y yo muerdo mi labio para resistir las lágrimas.
¿Por qué no puedo superarlo?
A veces, las personas hablan de corazones rotos y decepciones pero conmigo, la primera persona que rompió mi corazón fue mi padre. Él lo hizo, una y otra vez.
—Estoy bien, lo siento —digo, bajando el rostro.
Sin poder hacer nada al respecto, una lágrima sale de mi ojo derecho y me odio por no evitarlo.
Carter coloca su mano en el hombro. — ¿Qué pasa?
Pasa que Carter tiene una mamá increíble y un papá que lo ama, que Kyle es feliz con sus padres, que mis abuelos fueron buenos con mi padre pero yo, no tengo nada de eso. Ni siquiera puedo permitirme por sentir envidia sino, ira.
¿Quién decidió que mis padres no estarían en mi vida?
¿Por qué mamá tuvo que morir?
¿Por qué mi papá no me quiere?
Carter me rodea con los brazos y me abraza luego que varias lágrimas salieran. Soy tan patética, llorando en medio de la calle.
—Lo siento, de verdad —me separo, sorbiendo por la nariz—. Lo siento, es solo que… a veces tengo recuerdos y ya, debería dejar de ser tan dramática.
Carter junta sus cejas. — ¿Qué? No Clarissa, no lo eres —con su pulgar limpia mis mejillas—. Habla conmigo, puedes confiar en mí.
Respiro profundo. —Está bien, estoy bien, no importa.
Carter niega. —Sí importa, por favor.
Carter me mira esperando que lo haga, que confiese todo lo que me duele. —No quiero arruinar nuestro tercer intento.
Esperaba que sonriera con mi broma pero en su lugar, frunce el ceño. —Créeme, eso no importa.
— ¿No?
—Tú importas —afirma.
Niego varias veces. —Vamos a comer, está todo bien.
Carter suspira. —Clarissa, no voy a obligarte a hablar si no quieres pero quiero que sepas que tú importas, me importas.
— ¿En serio? ¿Por qué? —solo soy la prima de su mejor amigo.
Hace una mueca. —Porque sí, simplemente porque sí.
Le sonrío levantando un lado de mis labios por un segundo. —Gracias, eres realmente demasiado bueno para este mundo.
Bufa. —Kyle dice lo mismo.
—Hablo enserio, lo eres. Eres tan… diferente a todos los chicos del mundo —confieso.
Mueve un mechón de mi cabello para colocarlo detrás de mi oreja. —Y tú, a todas las chicas.
Con ese movimiento siento como mi respiración se interrumpe por un instante, él está tan cerca de mí y puedo sentir su suave fragancia a detergente. — ¿Demasiado rara?
Carter me mira directamente a los ojos por varios segundos antes de hablar. —Para nada.
Mi mirada se mueve a sus labios.
Respiro profundo y retrocedo cuando recuerdo que ayer, tan solo ayer, Asher me besó. Asher, el chico de mis sueños, me besó y yo estoy aquí tan cerca de Carter, el chico que he conocido desde que tengo diez años.
Asher es quien ha mostrado interés en mí, Asher es quien me invitó a la fiesta de mañana y quien, de nuevo, me besó. Carter solo está siendo amable.
Le sonrío. —Vamos a comer, estoy mejor, gracias.
Asiente. —Sí, está bien, vamos.
Seguimos caminando y yo tomo unas respiraciones largas, Carter me da un par de vistazos. — ¿Puedo decir algo Clarissa?
Asiento, viendo al frente mientras avanzamos.
—Cuando te conocí por primera vez me preguntaste qué me pasaba porque tenía la nariz roja y los ojos también, ¿recuerdas?
Asiento. Esa vez Kyle me dijo que iba a presentarme a alguien, su amigo Carter. Fuimos al parque con la abuela y Carter llegó, lucía un poco tímido y su rostro hinchado, sus ojos estaban rojos y su nariz igual.