Mi verano inexplicable

23

—Y Carter siempre bailaba cuando escuchaba música —su mamá me cuenta.

Estamos en un restaurante de comida rápida disfrutando de hamburguesas, papas fritas, refrescos con hielo y muchas anécdotas por parte de los padres de Carter quienes logran sonrojarlo por la pena.

Kyle mira a Carter, sentado a su lado. — ¿Entonces sabes bailar desde niño?

Rueda los ojos. —Claro que no, solo estaba haciendo pequeños saltos como todos los bebés.

—No eras un bebé —su madre le recuerda.

Carter baja el rostro, negando. A mí me parece divertida su reacción, nunca he sentido que tus padres te “avergüencen” pero a mi perspectiva, es lindo. Se nota que lo aman y a pesar de todo lo que vivieron, sonríen mucho.

Su papá afirma: —Sin embargo, en la boda de su primo Jonah será parte de una coreografía, ¿no?

—Oh cierto —su mamá lo mira sonriendo—. Me dijiste que habías practicado con Clarissa, ¿no? ¿Qué tal les fue?

De pronto todos los ojos están sobre mí. —Ah, pues…

Kyle toma una papa y la mueve en el aire. —Estoy seguro que lo hicieron genial, ellos tiene como… química.

Carter lo fulmina con la mirada.

La madre de Carter entorna los ojos e intenta no sonreír. — ¿Ah, sí? Bueno, ambos son buenos chicos.

Su padre tiene esa misma expresión. —Ah, creo que recuerdo algo de Carter cuando te conoció, Clarissa. Él llegó a casa y…

—Papá —Carter lo interrumpe—. Creo que deberíamos comer y luego irnos.

Su madre niega. — ¿Por qué? No hay prisa, además estamos teniendo una conversación con Clarissa, no interrumpas amor.

Kyle sonríe, bastante entretenido por este momento.

—Entonces te decía que Carter llegó y estaba callado, él no es así con nosotros —su padre afirma—. Le pregunté qué pasaba, pensé que quizás había peleado con Kyle pero me dijo que te había conocido.

Su madre se inclina para afirmar: —Y pensó que eras muy linda, ¿sabes?

Trago saliva, mi corazón late con más fuerza.

—Y quiso regalarte una rosa la próxima vez que te viera —su papá agrega—. Decía que veía como las flores siempre hacían sonreír a su mamá.

Carter suspira y se pone de pie. — ¿Saben qué? Voy a lavarme las manos.

Su madre le sonríe. —Carter, no te avergüences, es normal que…

—Ahora vengo —Carter sale de la mesa y camina al baño.

Aunque yo estaba entretenida con este momento y sobre todo, asombrada por esa última parte, puedo entender porque quiso huir.

Kyle cambia de tema hacia algo sobre una final deportiva, mientras tanto yo sigo viendo hacia el pasillo donde están los baños.

—Ahora vengo —digo, limpiando mis manos con las servilletas.

Kyle asiente, luego continúa con su plática.

Me levanto y voy hacia el pasillo donde están los baños, me recuesto en la pared esperando a que la puerta del baño de los hombres se abra para poder hablar con Carter un momento.

Sale un señor de ahí y luego, unos segundos después, aparece Carter con la mirada hacia el suelo.

Me acerco y toco su hombro. —Hola.

Al fondo se escucha una mezcla entre voces, risas y música que está de moda en este momento. Una señora pasa a nuestro lado para dirigirse al baño.

Carter junta las cejas. —Clarissa.

Tomo su brazo y lo muevo para alejarnos de este pasillo. —Escucha, solo… —no sé qué decirle, pero quiero decir algo—, yo solo creo que no importa lo que pasó, no te avergüences.

Carter entorna los ojos. — ¿No?

Respiro profundo. —Me refiero a que, pues…

Carter niega, sonriendo de lado. —Está bien, no estoy avergonzado. Bueno, sí lo estoy pero no, digo, no me fui por eso.

Levo las cejas. — ¿Por qué entonces?

Carter se mueve a un lado para dejar pasar a un señor con niños pequeños, sin duda no es una buena idea intentar tener una conversación en pasillos angostos de un restaurante de comida rápida.

—Nada —señala al techo—. Esta canción te gusta, ¿no?

Enfoco mi atención a la canción y sí, tiene razón, es una de mis favoritas. — ¿Cómo lo sabes?

Se encoje de hombros. —La escuchas en tu habitación todo el tiempo, lo sé porque siempre estoy en la siguiente habitación, con Kyle.

Veo a Carter por unos segundos. —Tú siempre has notado esas cosas —hago una pausa—, conmigo.

Carter baja la mirada. —Supongo.

Una señora pasa y me empuja con su bolso, me muevo por inercia al mismo tiempo que Carter estira su mano para colocarlo en mi brazo.

Este momento, sin duda, no es nada romántico. No hay nada romántico en estar estorbando en un restaurante de comida rápida pero cuando siento la mano de Carter en mi brazo y al acercarme más a él, puedo sentir como mi corazón se ha acelerado.

—Deberíamos regresar —dice, aunque por la manera en que me mira, parece que no quiere hacerlo.

Miro al exterior y luego a él. — ¿Todavía tienes hambre? Digo, dejaste algunas papas fritas.

Niega. —No, ya no.

Vuelvo a ver al exterior. — ¿Quieres salir un momento? Mientras tus padres y Kyle terminan.

Carter mueve su cabeza intentando buscarlos con la mirada. —Sí, supongo.

Caminamos entre las mesas y personas hasta llegar a la puerta donde un señor amablemente la sostiene por mí, le muestro una sonrisa y Carter le agradece.

Cuando llegamos al exterior, respiro profundo. Adentro había aire acondicionado pero aquí me siento mucho más fresca, aunque el sol brilla intensamente sobre nosotros.

Nos movemos a una parte donde hay sombra, cerca de una puerta para trabajadores.

—Gracias por invitarme —acomodo mi cabello despeinado por el viento—. Enserio, gracias.

Carter me sonríe. —Cuando quieras.

Veo hacia una de las ventanas, adentro puedo observar algunas mesas y en una de ellos están dos personas como de veintitantos años muy cerca, sonriéndose y claramente enamorados.

No entiendo qué hay que hacer para encontrar a alguien que te vea así, que simplemente sea como… mágico, inexplicable.

—Asher estaba con una chica —miro a Carter—. Ayer, estaba con otra chica. ¿Recuerdas la fiesta?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.