Mi verano inexplicable

24

— ¿Lista para irte a casa? —Carter me mira.

Hemos terminado un día más en la librería, las cosas han estado tranquilas y aunque en mi mente todavía hay un remolino, me ayuda distraerme con el trabajo.

—Ah sí —miro hacia el cielo—. ¿Te verás con Kyle hoy?

Niega. —Hoy no, creo que tiene algo que hacer, una cita tal vez.

Sonrío. —Es probable.

—Um, ¿quieres hacer algo ahora? —Pregunta, juntando las manos—. Es solo que, hay un evento en la playa y tal vez quieras verlo.

— ¿Evento? —Junto las cejas—. ¿De qué trata?

Se encoje de hombros. —Es como, varios locales colocan puestos y puedes ir a comprar comida, accesorios pero también hay juegos y lugares donde puedes tomarte fotografías.

—Ah —asiento—. ¿El bazar es esta semana? Pensé que lo hacían después.

Niega. —No, no es el bazar pero es parecido, es algo nuevo —Carter se coloca a mi lado—. Le sugerí a Julie que fuera también, con un puesto, pero me dijo que era mejor esperar a la feria del fin del verano.

— ¿Crees que vendan bebías ahí? Tengo ganas de algo frio, con hielo —comenzamos a caminar en dirección opuesta a mi casa.

—Creo que sí —mira hacia mí—. Podemos comer algo también y jugar algo, si quieres.

Asiento. —Sí, suena divertido.

Mientras caminamos, balanceo levemente mis brazos y en un momento, su mano y la mía se rozan. Contengo la respiración pero no digo nada, no quiero hacer esto incómodo.

Sigo caminando a su lado pero dándole vistazos ocasionales. Carter es alto, como unos veinte centímetros más que yo y su cabello luce genial bajo los rayos del sol.

—Recuerdo que no eras tan alto cuando nos conocimos —siento el calor en mis mejillas.

—Recuerdo que no eras tan pequeña cuando nos conocimos —replica.

Me detengo. — ¡Oye! —sonrío.

Carter gira y toca mi coronilla. —Mírate, tan pequeña.

— ¡Carter! —lo empujo suavemente—. Que grosero, ya no te juntes con Kyle.

Carter sigue sonriéndome. —No es ser grosero, es un hecho.

Ruedo los ojos, mientras que las mariposas en mi estómago han despertado. —Sigues con eso, ya, ya.

Carter se inclina hacia mi rostro y mi respiración se corta. —Pero siempre has tenido esa sonrisa.

Recuerdo lo de la rosa, la razón por la que quería dármela. —Ah, bueno, no es como si pudiera cambiar mi boca.

¿Por qué siempre arruino todo de manera tan patética?

Sin embargo, Carter eleva una ceja. —Tienes razón, sigues teniendo tu misma boca —mira mis labios por un segundo—. Solía pensar que te los pintabas, tienes un color interesante.

Trago saliva. —No son rosados —como en los libros.

—No —baja la voz—. Son un tono más oscuros, pero te queda bien tu color natural.

Mi mirada se mueve lentamente de sus ojos a sus labios y es como si por primera vez estuviera dándome cuenta del color de sus labios. Los de Carter si son rosados, como una goma de mascar.

Bajo la mirada y aclaro mi garganta. —Carter…

Al mismo tiempo dice: —Clarissa…

Me obligo a subir el rostro y él sigue enfocado en mí. Estoy respirando un poco más rápido y aunque sé que estamos cerca, muy cerca, no quiero alejarme.

Y entonces, sin pensarlo demasiado acerco mi rostro a él, tanto que nuestras narices se tocan.

Rápidamente me separo. —Lo siento, lo siento Carter.

Parece que mi segundo de valentía se dispersó en el aire porque ahora estoy muerta de vergüenza.

Carter me observa un par de segundos con los ojos abiertos y sin esperarlo, él toma mi rostro entre sus manos y vuelve a retomar la distancia que yo marqué. Su nariz y la mía tocándose.

—No digas que lo sientes —pide, acariciando mi mejilla.

Estoy segura que fue al mismo tiempo cuando terminamos de movernos esos últimos centímetros y nuestros labios se encontraron. No sé si Carter ha besado a alguien antes pero esto es mucho mejor de lo que pensé que podría sentir.

Carter sigue sosteniendo mi rostro entre sus manos y yo tengo las mías en sus muñecas, casi pareciera que no quiero que se aparte.

Pero luego de unos segundos, nos separamos para vernos de frente. Él me mira con una suave sonrisa y yo no puedo evitar replicar su expresión mientras el corazón me late con fuerza.

—Realmente me gusta tu sonrisa —acaricia mi mejilla—. Mucho.

Puedo sentir como mis ojos quieren dejar escapar algunas lágrimas, por todo lo opuesto a la tristeza. — ¿Por qué eres bueno conmigo?

Carter acomoda un mecho de mi cabello. —Todos merecemos que sean buenos con nosotros, ¿no? —Da un paso para acercarse más—. Tú lo mereces.

De nuevo tengo una ola de valentía y lo rodeo con mis brazos, descansando mi cabeza justo donde puedo escuchar su corazón. Puedo sentir que el suyo también está acelerado.

Carter acaricia mi cabello y me estrecha, cierro los ojos por un momento dejándome llevar por estas sensaciones.

—Gracias Carter.

Me separa para verme. —Clarissa, creo que es obvio pero, me gustas. Mucho. Por mucho tiempo me has gustado.

Las comisuras de mis labios se elevan automáticamente. —Es un poco obvio —me acerco a su rostro parándome de puntillas y deposito un beso en su mentón.

— ¿Puedo besarte de nuevo? —pregunta, sosteniéndome por la cintura.

No respondo con palabras, muevo mis labios hacia los de él y dejo que nos digamos todo lo que no sabíamos que queríamos hacer con este beso.

Realmente no pensé que podría llegar a sentirme así en la vida real, quería hacerlo pero también me recordaba que la vida real no es como en los libros sin embargo esto es mucho mejor.

Sonrío a mitad del beso, de todas las posibilidades Carter terminó siendo el chico que podría hacerme sentir de esta manera, todo este tiempo él estuvo frente a mí y no pude verlo.

—Vaya —me separo de él—. Besas como… muy bien —muerdo mi labio inferior arrepentida de decir todo lo que pienso.

Pero Carter sonríe tímidamente, con las mejillas sonrojadas. —Me alegra que pienses eso.




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