Detrás de los lentes

Habían pasado dos días y de nuevo estaba ese intrigante chico con sus lentes oscuros practicando en la cancha y yo no podía quitarle la vista de encima. Lo único que hacía era mirarlo pues mi cobardía y poca autoestima me convencían de que él nunca me prestaría atención. 
Pasó una semana en la que él practicaba y yo lo observaba. Y cuando no iba, me hacía falta verle. 

Un miércoles, en clase de castellano, tocaron a la puerta del salón: eran dos estudiantes. Sabía que eran de grado 11 porque portaban la chaqueta emblemática, la cual era verde, pero no pude ver sus rostros al inicio. Pasaron frente a todo el salón. Uno de ellos, quien más resaltaba, era bastante atractivo: alto, fornido, de sonrisa galante, moreno y efusivo. Parecía ser a quien acosaría con la vista durante su estadía en el salón pero, al retirar mi vista de él, tuve que dar un pequeño saltito en la silla e inmediatamente persuadir a Merilyn: el intrigante chico de las gafas oscuras estaba allí. Lo mirama coqueta, aunque no sabía si él me miraba debido a sus gafas. Por suerte para mí, la maestra le pidió que se las quitara. Unos ojos café claro se asomaron en cámara lenta; en medio de ellos, tenía un gran lunar con cierta inclinación a la ceja izquierda. Me miraba fijamente mientras daban una información que realmente no escuché. Al salir del aula, cerró lentamente la puerta mientras me miraba. Con esa mirada -a pesar de tener 14 inocentes años- mi mente ya confabulaba mil y una probabilidades entre él y yo. Ansiosa me quedé pensando en cuándo sería nuestro próximo encuentro.
Se acabó la clase de castellano y, mientras llegaba el maestro de la siguiente hora, daba un retoque a mi maquillaje. Merilyn se acercó a mi asiento y sin esperar a que yo terminara de retocarme, puso una sonrisa pícara y me dijo 《Laura, asómese a la ventana que la necesitan》