Mi versión de nuestra historia

Capítulo 6: Todo queda entre amigas

Mis fines de semana eran bastante monótonos y lo sabes. Alguna vez te lo conté. 

Por las mañanas recogía mi habitación, salía a correr y el resto del día me la pasaba viendo películas o series. A veces leía un poco. Tanto Fede como yo solíamos intentar ir a fiestas cada que nos invitaban. Pero nunca lográbamos sentirnos cómodas. 

No malentiendas. 

Prácticamente me era imposible socializar sin creer que las personas me estaban juzgando —pero, en aquel entonces no sabía que era ansiedad social— y a Fede simplemente no le gustaban las fiestas. 

—Tan solo imagínalo— insistía, —Oficialmente aún no he…—

—Salido—

—Si— agitó su melena verde de una forma bastante exagerada antes de agregar: —Imagínalo, estamos jugando "verdad o reto" y me preguntan si alguien me parece atractivo, ¡No sé mentir! No podría decir que me gusta Lara, porque sería…—

—¿Incómodo?—

—Catastrófico— ella llevó un puño de palomitas a su boca. —La ciudad es tan pequeña que si eso ocurre, en cuestión de segundos mis padres estarán enterados y no estoy lista—

—Bien—

—Bien—

—Vomite en el carro de Jonás—

Fede no pudo evitar soltar una carcajada. Habíamos dejado de prestarle atención a la película, después de todo la habíamos visto al menos mil veces. Bueno, exagero. Pero al menos yo la veía una vez a la semana. 

Tenía una obsesión con Andrew Garfield como el hombre araña. Y la escena del reloj simplemente rompía mi corazón cada vez que la miraba. 

—Dios mío, ¿De verdad Inés?—

—No es como que lo haya planeado— espeté —Solo ocurrió—

Ella seguía riendo como si yo no estuviese ahí y mi rostro había adoptado un color rojo bastante intenso. Desvíe mi mirada al televisor y la aparté al darme cuenta de que ya era la escena que tanto le temía. 

Sí. 

La del reloj.

—¿En su auto?— 

—Abrí la puerta a tiempo— señalé —Así que puedo decir que fue en la calle—

—Dios mío— me miraba incrédula mientras negaba repetidamente, —Solo tú puedes arruinar un momento con tu crush. Al menos no pudo ser peor—

—Vomite después de que casi me besa—

—¡Das pena!— soltó una carcajada al decir aquello y sentí a mis mejillas arder. 

—Gracias— dije al arrugar un poco mi nariz, —Era lo que necesitaba escuchar—

—Al menos no te bloqueó— señaló. 

—De hecho después de haber vomitado me compró medicina— 

—Eso es bueno—

—¿Crees?—

—¿Qué chico hace eso?— me preguntó, —Siento que le gustas—

—Hemos hablado un par de veces— dije mientras tomaba palomitas del tazón, —Es demasiado pronto—

—Al menos le atraes—

—Quizás solo quiere que seamos amigos—

—Los amigos no se besan—

—¿Cómo planeas batear a Silas?— le pregunté en un intento de desviar la conversación. 

—Tarde o temprano le diré que los hombres no son lo mío— apenas si susurró esto. —Y regresando al tema anterior, ¿Qué opinas de invitar a salir a Jonás?—

—No creo que sea buena idea— admití —¿Qué te detiene?—

—Quiero que en mi salida del clóset yo este montada en un elefante. Ah, y que tenga fuegos artificiales— reí un poco, —¿Por qué no? De alguna forma tendrás que compensarle lo que ha pasado—

—Pensé que querrías que fuera algo privado— frunció un poco los labios, —No creo poder volver a darle la cara—

—Por algo deberás iniciar, ¿Y si le marcas?— propuso —Solo quiero que sea mi momento, ¿Me explico?—

—Si lo haces—sonrió triunfante cuando dije eso, —¿Y qué le diría?—

—Pues Eder y Silas irán el próximo fin de semana a una fiesta con el equipo de americano, podrías preguntarle si irá— mencionó, —Gracias por guardar mi secreto—

—No tienes que agradecer— sonreí —Probablemente lo hará, recuerda que está en el equipo—

—Hoy renunció al equipo de baloncesto, no podemos estar seguras— mencionó —Abel me lo ha dicho—

—¿Hablas con Abel?—

—Me pide las tareas— explicó —Solo se las paso si me cuenta un chisme—

—Que buen trato—

—Uno de los mejores— 

—Bien, le marcaré— Fede sonrió de oreja a oreja cuando dije esto. Y yo, bueno, yo empecé a temblar. Sentí como mi corazón dio un vuelco cuando presioné tu nombre en mi celular, —Lo pondré en altavoz, si me congelo interfieres. ¿Bien?—

—Bien—

Fede dejó de comer palomitas y ambas nos quedamos en silencio en espera a que contestaras. 

¿Es tonto mencionar que ambas conteníamos la respiración?

No contestaste la primera llamada. Cuando fui mandada al buzón alcé mi mirada del celular al rostro de Fede. 

—Vuélvele a marcar— dijo haciendo un ademán con sus manos, —Quizás no escuchó—

Asentí. 

Y estuve a punto de hacerlo cuando me devolviste la llamada. 

—¿Qué hago?—

—¡Contesta!—

Recuerdo que estaba demasiado petrificada. 

¡Que vergüenza me da contar esto! 

Temblaba demasiado y mi corazón latía demasiado rápido, incluso me parecía que mis manos estorbaban porque no sabía qué hacer con ellas. 

—¿Hola?— atiné a decir,

—Hola, Inés— sonreí demasiado cuando dijiste mi nombre y Fede tapó su boca con sus manos para no gritar, —¿Qué tal sigues?—

—Bien, bien. Ya mejor— admití, —¿Tú?—

—Bien, he de admitir que seguí tu consejo y abandoné un par de equipos—

—¿De verdad?—

—Sí, estoy decidiendo entre soccer y americano— mencionaste, —Ah, lo siento por no haber alcanzado a contestar, me estaba bañando—

—Significa que está desnudo— soltó Fede. Y sí, lo hizo bastante alto. 

—¿Disculpa?—

—Quería saber si irás a la fiesta del equipo de americano— mencioné —Es que Silas y Eder irán y bueno siempre nos invitan a mí y a Fede, pero no sabemos si ir. Y generalmente no lo hacemos, pero pensé que si vas sería buena idea ir. No como si te estuviera acosando, porque no lo hago…—

—Iré si tú vas—




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