Mi version de ti

9

Mierda. El despertador no había sonado. O si pero yo había preferido ignorarlo.

Iba a llegar tardísimo por culpa una vez más de mi adicción por leer.
El domingo había sido bastante aburrido, exceptuando quizás mi charla con Enzo. El resto se podía resumir en comer, ver la tele y charlas con las chicas por wpp.

Por eso, había decidido despejarme de todo lo ocurrido ese fin de semana y eso solo lo conseguían mis novelas.

Ahora, vistiéndome a toda prisa era plenamente consciente de que volvería a pasar de nuevo. Era mi punto débil.

Quitando al maldito Enzo.

Con Kevin las cosas eran tan distintas que compararlo era ridículo. La relación falsa con Enzo me había hecho sentir más que todos los años con Kevin.

Mi madre me regaña pero acepta llevarme en coche, si tuviese que ir andando o coger el autobús no llegaría ni a la segunda clase.

Entro a toda prisa en el colegio y estoy a punto de abrir la puerta y meterme en el aula cuando Lucía me intercepta.

-Espera Kate, no entres -brama desde el pasillo intentando alcanzarme -. El señor Colloricchio quiere verte.

Mis sentidos se agudizan, lo último que necesitaba en ese momento era ver a Drácula.

-Pero voy a llegar tarde -intento rebatirle.

Me mira algo incrédula, era una idiotez de excusa. Pongo una mueca de desaprobación y acepto seguirla.

Llegamos al despacho, pero no al que yo creía. Era un despacho que solía estar vacío y que el director usaba para reuniones con padres o personas demasiado importantes como para ser recibidas en su despacho. Una sala sencilla, con una mesa de caoba larguísima y el logo de la familia colgado en la pared.

Estoy a punto de girarme para encarar a Lucía pero ya no está. No sé si irme o sentarme y me declinó por la opción más sensata. Había recuperado mi plaza y ya no podía seguir desobedeciendo las órdenes de Drácula, por mucho que me hubiese gustado.

Llevaba por lo menos diez minutos esperando cuando por fin entra alguien, aunque no quién yo creía. Enzo, junto con un señor bajito y regordete cruzan la sala y se ponen delante de mí. ¿Desde cuándo se había convertido en el señor Colloricchio?

-¿Eres tú quien me ha llamado? -le recriminó y veo que no le gusta.

-Tenemos cosas importantes que resolver.

-¿Cómo has conseguido que Lucía haya aceptado engañarme? Si me pillan fuera de clase puedo tener graves problemas.

El señor regordete parece estar en otro mundo, mientras hablaba se había sentado y empezaba a sacar papeles de su cartera. Era abogado, saltaba a la vista. Después de tantos años viendo a los padres de Lila los reconocía enseguida.

-Digamos que Lucía es una chica muy servicial cuando le dan buenas razones-confiesa tiñendo sus palabras con un tono sexual irritante.

-¿Te la has tirado?-pregunto más enfadada de lo esperado

No podía ser, una chica como Lucía con la cabeza en su sitio jamás se tiraria a un alumno.

El abogado levanta la vista y me mira inquisidor. Me daba igual que estuviera delante, necesitaba que Enzo me respondiera.

-Vayamos a lo que importa -me ignora.

Maldigo para mis adentros. Eso era lo que me importaba en ese momento.

Enzo se sienta, demasiado lejos para mí gusto. Lleva el uniforme del colegio que cada día me gusta más cómo le queda. Parece alguien normal y corriente, un chico más del colegio y eso me relajaba mucho mas.

El abogado le da unos papeles a él que enseguida pone en mis manos. No necesito leerlo para saber qué es.

-Tampoco hacia falta tanta formalidad.

-Si me obligan a hacer algo tendré que hacerlo bien ¿No? -. Me reprocha y reprimo una sonrisa maliciosa. Me encantaba haberle obligado a algo-. Mi padre ya lo ha firmado. Y yo también.

Miro la última página, la firma de su padre era grande e ininteligible. La suya mucho más fina y sexy. O es que sabía que él era mucho más sexy, que también podía ser.

-El contrato tiene una duración de seis meses, hasta que termine el curso escolar.

-Le he añadido una cláusula mas -me informa Enzo.

-Déjame adivinar, tengo que ir desnuda por tu casa -suelto sin pensar.

El abogado me mira sorprendido y yo me hago una bola en mi asiento, avergonzada.

-Aun puedo ponerla -me amenaza ignorando por completo al señor regordete

Me relajo, si a él le daba igual el abogado a mí también.

-¿Qué clausula es?

-Aunque dejes de cumplir tu parte el curso lo tienes ya garantizado.

Me quedo en shock. ¿Por qué quería hacer algo así? ¿Y como había conseguido convencer a su padre?

-No lo entiendo ¿Si me echo para atrás sigue valiendo el trato?

-O si me echo yo.

Ahora lo entendía, no era para mí sino para él. Si se cansaba de aguantarme y fingir podría mandarme a la mierda sin sentirse una mala persona.

-Entiendo -murmuro clavándole una mirada de reproche.

-No es lo que crees pero no voy a perder tiempo convenciéndote -replica.

Como siempre, le daba igual todo. Cojo los papeles con mala gana y empiezo a leerlos.

-¿No te fías de mí? -me pregunta al ver que leía con atención cada palabra.

-No -me limito a responder.

Cruza los brazos y se echa para atrás, lo conocía lo suficiente para saber que no le había gustado mi respuesta cosa que me ponía muy contenta.

Llego a las clausulas y me sorprendo al ver la mía.

"El Señor Enzo Colloricchio se compromete a no tocar, besar, lamer, palpar, masturbar ni practicar sexo con la señorita Katherine Young Diaz bajo ninguna circunstancia a menos que se le pida lo contrario"

Un calambre recorre mi estomago, de repente me estaba imaginando a Enzo haciéndome todo eso.

Le miro y sé por el brillo de sus ojos que esa era su intención al hacer esa clausula.

-"¿A menos que se le pida?"

-No quería coartar tu libertad.

-Dios eres la persona mas engreída que he conocido nunca.

-Dime señorita Young ¿Hay algo de ahí que no te hayas imaginado ya?




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