Mi version de ti

11

Con lo poco que tenía Enzo Colloricchio en la nevera había sido un milagro que hubiese podido cocinar esos apetitosos espaguetis a la carbonara.

Era todo un misterio para mí cómo conseguía alimentarse en su día a día, casi le pregunto pero desde que había bajado de la ducha era otro.

Parecía enfadado y aunque nadie más que yo tenía razones para estar así después de que me dijera a la cara que no le interesaba más, había conseguido pasar todo eso por alto.

Enzo tenía muchos defectos pero al menos era sincero. Podía incluso llegar a entender que no quisiera tener nada mas conmigo porque mi visión infantil de la vida no encajaba con la suya.

Me había molestado, y mucho, pero en la hora que había pasado duchándose había tenido tiempo de sobra para pensar en sus palabras.

Si no quería acostarse conmigo todo sería mucho más fácil.

Miro al sofá y sigue con la mirada fija en la tele. Como si estuviera solo y yo solo fuera una decoración mas en medio de la cocina.

Termino la comida y le aviso. No con muchas ganas se levanta y se acerca a la barra.

Llevaba un pantalón largo de algodón gris y una camiseta de manga corta, no podía ir más sencillo y tampoco más guapo. Que tortura de hombre.

Mira los dos platos de espaguetis y se queda asombrado.

-¿Sabes cocinar?

-Digamos que podría sobrevivir -me limito a responder.

No era una chef experta pero me gustaba así que muchas tardes de domingo me las había pasado en la cocina haciendo todo tipo de platos con mi madre.

Nos sentamos en los taburetes y veo que Enzo sigue con la misma expresión vacía.

-Si te molesto puedo irme, no tienes obligación ninguna de aguantarme aquí -le ofrezco.

Prefería coger mis cosas e irme a casa que seguir sintiendo que sobraba.

-No me molestas, es solo que estoy algo cansado -se defiende pero solo me creo la primera parte.

-Siempre podemos hablar -murmuro con ironía

¡BINGO! Un amago de sonrisa se asoma por esa carita.

Empezamos a comer y me alegra ver que me han salido muy buenos. Mejor que ninguno que había hecho antes. Menos mal que el desastre de la cocina había servido para algo. Esperaba un cumplido de mi anfitrión pero siendo quien era sería pedirle mucho a la vida.

-¿Puedo preguntarte algo? -rompo el incomodo silencio que nos envuelve

Se lo piensa un poco y sé que quiere negarse, pero acaba rindiéndose y con la mano me da permiso.

-¿Por qué pusiste esta cláusula? No sé, no le veo mucho sentido.

Enzo sigue mirando el plato tan concentrado que empiezo a creer que no me ha oído.

-¿Por que pusiste tú la tuya? -suelta al cabo de un rato que se me hace eterno.

Cómo no, responder con otra pregunta era la mejor manera de no responderme. Si quería sacarle algo tendría que darle algo también.

-Porque me gustas -respondo lo mas sincera posible.

Enzo deja de lado el plato y me mira fijamente. No sé si le sorprendía mi respuesta o mi sinceridad.

Estaba cansada de hacerme la interesante, él me respondía siempre lo que quería, lo que sentía y lo que le salía de la polla. Yo también actuaría igual aunque eso me dejaba en clara desventaja.

Sé que intenta meterse en mi cabeza y leerme el pensamiento, yo también lo intentaba algunas veces pero al contrario de él no conseguía nada, al menos el lograba ponerme los pelos de punta.

-¿Y decides prohibir que te toque? ¿Qué sentido tiene eso?

Él sabía que me gustaba, claro, como para no saberlo. Lo que le había pillado desprevenido era que yo se lo dijera mirándole a la cara.

-No tengo fuerza de voluntad suficiente para evitarte. Joder, ninguna puñetera mujer en el mundo la tiene. Así que mi única opción es impedir que te acerques. ¿Te acuerdas de la fiesta?- Recuerdo ese maravilloso momento, su cara en mi pelo inhalando mi olor -. Tenias razón, si no hubiese venido Lila habría acabado haciendo lo que quisieras.

Apoya un brazo en la barra y cruza las manos. Un brillo en esos ojos ceniza me confirman que mi respuesta ha conseguido subir un poquito más su ego.

-¿Y lo de que no ibas a escoger a alguien como yo para ser el primero? -me echa en cara.

-Hay veces que la situación no te deja escoger -Me miro las manos, empezaba a sentir vergüenza por aquella conversación-. Y cuando te acercas de esa manera es un claro ejemplo.

-No sabes lo mucho que me está costando no acercarme ahora mismo.

-¿Y lo de no pretender acostarte más conmigo? -le recuerdo

-Hay veces que tu polla no te deja escoger. Y cuando clavas esos ojos azules en mi es un claro ejemplo.

Le doy un golpe con la mano. En realidad hasta echaba de menos su groserías. Al menos vuelve a ser el mismo Enzo de siempre.

-¿El beso que te diste con Sara fue solo para ponerme celosa? -Vuelvo a pensar en ese beso y lo borro enseguida de mi cabeza, como todos los momento sexuales que había visto de él.

Sonríe y sé que es porque recuerda mi numerito al verlos a los dos.

-Sara es una chica guapa e interesante -admite y ve como pongo mala cara -. Pero no, no tengo mas ganas de besarla a ella de las que tengo de besarte a ti Katherine.

No le miro, en ese momento no puedo. Sus palabras han hecho demasiado efecto en mi y necesito pensar en cualquier otra cosa. Sé que no es mucho pero para mi lo es todo.

Daba igual lo que dijera o las veces que me recordara que no tenía mas que interés sexual en mi, Enzo siempre acababa consiguiendo que no pensara nada mas que en él.

-Háblame de tu familia -cambio de tema

Necesitaba cambiar de tema.

-Vale acabas de quitarle todo el erotismo a la situación -se levanta del taburete y se dirige al sofá.

Vaya, era la primera vez que huía de una conversación.

-¿Puedes estar todo el día hablando de tu pene pero ni una palabra de tu familia?

-Kate mi familia no es en absoluto interesante, hazme caso.

Nos sentamos en la misma posición que antes y con la misma distancia de seguridad.




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