Una entrega por aquí.
Otra por allá.
Clara estaba a punto de explotar. No era extraño que el bar se llenara de gente, sobretodo borrachos y chicas con minifaldas. Pero esa vez el lugar rebosaba de gente; la mayoría de las mesas estaban repletas, y casi ninguna de las meseras daba a basto.
Llevó la bandeja con las cervezas y dejó todo en la mesa correspondiente, luego volvió a la barra por mas cosas para entregar.
La mayoría de las meseras recibían halagos por parte de muchos clientes. Pero Clara no. Nadie le decía que tenía un buen trasero o bonitos ojos, y aunque estaba acostumbrada a ello, ver que era la única que no recibía piropos la hizo sentirse inferior.
Cerró sus ojos y se concentró en su trabajo, sin prestar ojos u oídos a nada que no fuese la barra o los números de las mesas.
Los mechones azabache que caían sobre su cara empezaban a molestarle, le tapaban parte de los ojos. Sentía su cuerpo pesado y sus ojos hinchados, estaba cansada. Llevaba varias noches sin dormir bien, no echaba ojo sin estar alerta a cualquier ruido.
Vivía con miedo. Y llegó a creer que a eso se reduciría el resto de su vida.
Los ruidos fuertes en medio de la tranquilidad nocturna le daban un buen susto. A veces era incapaz de dormir gracias a los ruidos de madera golpeando el suelo, o simplemente los insultos fuertes provenientes de la planta baja.
A veces se convencía de que era su culpa, que ella era la causante de todo lo malo que pasaba en su apartamento. Y lo era ¿O no? Josh se lo había dicho cientos de veces: era todo culpa suya ¿Verdad?
Quiso llorar, pero las lágrimas no salían. Sin pensarlo tomó una botella de la barra y bebió tanto como pudo, trataba de apaciguar su sed. Dejó la botella casi vacía de nuevo en la barra, todo comenzaba a darle vueltas.
Clara se sentía mareada, cansada, triste, agotada, inexistente, sentía que su cuerpo iba a desplomarse en cualquier momento. De nuevo quiso llorar pero nuevamente las lágrimas no salieron ¿Qué estaba ocurriendo con ella?
Se sentó, ignorando los insultos de sus compañeras hacia ella.
—Clara.
Una voz lejana pronunció su nombre.
Clara buscó con la mirada al dueño de esa voz, y se encontró con una cabellera rojiza recogida en un moño, ojos azules ojerosos y una boca torcida en una mueca de desagrado.
Lorena. Su compañera. Su amiga, tal vez.
—Clara ¿Te encuentras bien? —preguntó Lorena.
Clara no respondió, no porque no quisiera, sino que sus labios estaban adormecidos.
—Te has emborrachado.
Lorena desvió sus ojos de ella y observó la botella, casi vacía y mal abierta. El corcho estaba tirado en el piso. Clara casi se tropezó con él cuando quiso pararse, mas su cuerpo débil y pesado se lo impidió.
—Has bebido ¿No? —Lorena señaló la botella— Te has bebido toda la botella.
—Quiero dormir —susurró Clara—, dormir y no despertar jamás.
—El alcohol te ha hecho mal.
—No. Quiero dormir. Para siempre.
¿Qué le estaba pasando? Últimamente hacía cosas que no eran propias de ella; aunque Josh ya se lo había dicho días atrás: estaba diferente. Era mas mala, mas zorra, solo pensaba en sí misma ¿Eso había dicho Josh exactamente? Ya no lo recordaba.
Ya no recordaba nada de ese día. Ni de los días posteriores.
No recordaba nada del día anterior.
Apenas recordaba como se había embriagado tanto.
—Clara, ve a casa —dijo Lorena. Le señaló la puerta—. Vete, duerme y vuelve mañana mas cuerda ¿Vale? Yo te cubriré.
Clara pensó que podría haberla besado, no sabía si en su vida quiso tanto a alguien como quería a su amiga en esos momentos.
Se fue, sin escuchar mas palabras, sin prestarle atención a sus amigas o a la música, sin escuchar nada mas que un zumbido —que juraba estaba en su cerebro— y los latidos de su corazón.
Estaba oscuro, pero no temía. Aquel barrio solía ser tranquilo y silencioso por las noches, exceptuando el Bar de Mala Muerte en el que ella trabajaba. Difícilmente ocurría algún hecho violento por allí, y si algo pasaba, solía estar relacionado con tráfico de drogas.
Llegó a su edificio mas rápido de lo que hubiera esperado, subió y se adentró en su apartamento silencioso. Josh dormía, el gato estaba tranquilo en el sofá, y ella podría darse el lujo de dormir en la cocina junto a Nik, su mascota y única compañía sincera.
No tenía hermanos, sus padres no la visitaban hacía años, sus tíos y abuelos estaban en otro país. Su novio y su gato eran todo lo que tenía.
Encendió la televisión e intentó prestar atención a las noticias
EL BURLADOR DE NUEVA YORK ATACA DE NUEVO
Hace dos horas los restos de una joven fueron encontrados en la entrada de la ciudad de Nueva York. La joven fue identificada como Sandy Harmore, una estudiante de la universidad...