Mi vida en control de tus manos

4

Terminé con la tarea de ciencias que tenía que mandar mañana a primera hora desde mi laptop a la universidad.

Lo que pasó el día anterior con Jen y ese grupo de chicos que miraban a nuestra dirección estuvo muy sospechoso. También el echo de que Egan no asistiera.

Cuando llegamos a la casa de la abuela no habían rastro de Egan por ningún lado.

“El estaba aquí hace unos minutos... pero recibió una llamada urgente de una persona y tuvo que irse".

Fue lo único que nos dijo a Jen y a mí. Recuerdo perfectamente que mire a Jen de reojo haber si conseguía algo raro, pero actuó completamente tranquilo con los ojos clavados en la abuela Luisa.

—Eso estuvo muy raro— hablé para mí misma.

Miré mi reloj viendo que ya era muy tarde.

Me levanté de mi asiento para dirigirme a mi cama, me dejé caer soltando un suspiro y dejándome llevar por la sensación de comodidad que me brindaba mi cama.

Miré el techo pensativa.

Los chicos llegaron después de que Jen y yo llegáramos. Recuerdo que lo primero que hicieron fue preguntar si había pasado algún inconveniente.

Harris y Jen se miraron en silencio. Tal vez por instinto los dos voltearon a verme sin decir absolutamente nada.

Lo curioso fue que la abuela estaba bien.

Hoy Egan tampoco fue a clases. Harris me comentó que tuvo que salir del pueblo para ir a la ciudad a visitar a uno de sus familiares.

También explicó que eso se le informó a la directora...así que no habría inconvenientes.

—¿Qué estarás tramando Egan Reilch?—entrecerre los ojos, mí imaginación volaba y la intriga cada vez se hacia más grande, el como se comportaban los chicos también daba mucho de que hablar.

Podría decir que estaban más..¿Sobre protectores?

Cerré los ojos moviendo la cabeza de un lado a otro. Me levanté de mi cama para ir al baño a ducharme.

Me miré en el espejo, mí cabello estaba hecho un desastre.

Unos minutos después, escuché perfectamente un ruido afuera en la habitación y aunque tuviera la ducha abierta escuché claramente ese sonido.

Salí rápidamente de la ducha para vestirme. Luego de estar lista dude un poco en abrir la puerta, pero al fin y al cabo tuve que hacerlo.

Visualice todo mi campo de visión con mucha cautela y sin moverme de dónde estaba, mis ojos se toparon con la ventana que efectivamente estaba diferente a como lo había dejado, una de las puertas no estaba igual a la otra.

Sentí nervios al instante. Camine rápidamente a cerrarla con seguro y cerrando las cortinas de un tirón.

Una sensación de miedo se empezó a hacer presente, la intriga se apoderó de mí lo que hizo que abriera un poco la cortina para mirar hacia afuera.

Todo estaba tranquilo, los árboles se movían por el frío que hacía, no había nadie por ningún lado.

Suspiré aliviada.

—¿Qué tanto observas por la ventana Key?— pegué un grito de los mil demonios, me gire rápidamente atrás de mí.

—Que mierda!!—Dije a gritos.

Egan estaba recostado de la pared mirándome con una sonrisa divertida, mostrando sus hermosos hoyuelos y dejando ver sus brazos marcados.—.Egan!! Joder, casi me matas de un infarto.

El sonido de sus risas resonaron en toda la habitación.

—Que lindo te queda ese paño en la cabeza— sus ojos me recorrieron de arriba a abajo—.¿No está muy corto ese shorts para dormir?

—¿Qué?— baje mi mirada a mis piernas descubiertas mirándolo avergonzada, sentí mis mejillas calientes. Nadie me había visto con pijama antes, solo mi mamá y aveces mi papá—. Deja de verme pervertido.

—No es mi culpa que uses ropa tan corta Key.

—Claro que lo es, ¿qué hacés en mi habitación a altas horas de la noche invadiendo mi espacio personal y extremadamente privado?—me solté el paño de mi cabeza poniéndome lo en la cintura.

—¿No puedo visitarte?—se enderezó, acercándose a mí.

—Al menos toca la puerta o ¿es que no te enseñaron a tocar?—Di un paso hacia atrás.

—¿Para qué tocar la puerta si está la ventana? —Egan guiño un ojo dando otro paso más.—Esta más cerca de tu habitación y se me hace más fácil.

Cada paso que el daba hacia mí la retrocedía, tropecé con la cama dejándome caer.

—Dejate de juegos Egan, estás invadiendo mi espacio —los nervios cada vez se volvían más intensos por su cercanía—. Aléjate antes de que grite y mis padres te saquen a patadas de aquí.

Soltó una pequeña carcajada negando con la cabeza y quedando al frente de mí.

Sus manos estaban en sus bolsillos, sus ojos verdes brillantes no dejaban de toparse con los míos, su lindo hoyuelo dejándose ver con esa sonrisa que lo caracterizaba, simplemente era el, era Egan.

Se sentó al lado de mi agarrando una almohada poniéndola encima de mis piernas.

—Antes que nada, eh venido a disculparme por estar estos días desaparecido, es que... Eh tenido que hacer cosas de trabajo y ya no tengo tiempo suficiente para estar con vosotros y en el instituto— Egan miraba mi repisa que tenía los cuadernos y varias fotos pegadas en la pared de todos nosotros—. Pero ya está solucionado.

—¿Y por qué vienes directamente hacia mi?

—Porque los chicos me comentaron que estabas preguntando por mí.

Quedé sin palabras, no me esperaba esa respuesta en lo absoluto. Separe un poco los labios para decir algo pero no salía nada, ni un mínimo sonido.

—¿De verdad te preocupaste tanto por mi Key?— me miró con ese brillo en sus ojos, esperando una respuesta justa a esa pregunta.

—¿Qué?— dije como una tonta, Egan solo esperaba con silencio mi respuesta y con esa actitud de niño pequeño. Suspiré mirando mis pies para tomar la valentía de mirarle de nuevo y responderle—. Solo pregunte por tí, por qué estaban faltando a las clases y la abuela le parecía raro que no estuvieras todo el tiempo con nosotros.

Su sonrisa se desvaneció con lo que había dicho, mi corazón se arrugó cuando ese brillo en sus ojos desapareció.

—¿Entonces no me extrañaste?— preguntó haciendo puchero—.¿Ni un poquito niña?.




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