Mi vida en control de tus manos

6.2

—¿Ya lo sabes querido? —preguntó mí madre.

Dijo mi madre estando a un paso de la puerta, mientras Jen y yo estábamos a un metro de distancia de ella.

—Key me informó de la situación y que se van dentro de tres semanas. —mencionó Jen.

Ella suspiro cómo respuesta, luego me miró.

—¿Estuviste todo el tiempo con el?.

—Si —respondí, un poco apenada—. Entonces, ¿qué dices?

—No lo sé cariño, no creo que tú padre esté de acuerdo con esto.

—Señora Coldwell. Sería bueno dejar que Key pase tiempo con la abuela —Jen le ofreció la idea a mi madre.

Ella lo medito unos segundos y asintió con suavidad.

—Tal vez tengas razón —dijo, mirándonos— ¿Estás de acuerdo con lo que está...?

—Sí, si. Estoy de acuerdo, ¡me gusta el plan!—la interrumpí, emocionada— lo siento. —dije al instante, apenada.

Ella sonrió divertida.

—Si a tí te agrada la idea, entonces el permiso lo tienes Cariño —sonrió con amabilidad.

Sonreí victoriosa.

—¿No van a haber inconvenientes con usted y el señor Coldwell? —preguntó Jen.

Mi mamá negó con despreocupación.

—No hay de que preocuparse querido, mí esposo entenderá. Además, el ambiente está un poquito pesado y sería mejor que mí hija esté en un lugar tranquilo. —dijo con dulzura.

Jen asintió con suavidad, pensativo, tal vez procesando lo que le dijo.

—Te lo agradezco mamá —la abracé con fuerza. No tardó mucho en corresponder me el abrazo con cariño.— iré a buscar mis cosas.

—No hay de que agradecer —respondió con dulzura.

Caminé con dirección a las escaleras desapareciendo me por el pasillo y dejando a Jen y a mí madre en la puerta. Entre a mí habitación para buscar un bolso para meter ropa entre otras cosas que iba a necesitar esa semana.

Baje las escaleras emocionada, me encantaba estar en casa de la abuela.

—Estoy lista —dije entusiasmada.

Jen y mi madre me miraron por unos segundos en silencio para luego sonreír.

—¿No te falta nada?.

—Ya tengo todo en el bolso, tranquila. No tienes nada de que preocuparte.

—Eres mi hija, siempre lo haré.

—Oh, madre.

Jen habló desde la puerta.

—Ya nos retiramos señora Coldwell — Caminamos hacia la puerta, y nos despedimos de mi madre—. Fue un placer hablar con usted.

Ella se despidió dándonos un beso en la frente a ambos.

—Cuidate hija.

La miré un poco confundida, ¿No qué estamos cerca?. La puedo ver cuando quiera...¿no?.

Miré a Jen.

—¿Por qué se despide? —pregunté—. Solo estaré en casa de la abuela, ¿No?.

—Se me olvidó contarte que ella está en casa de mi madre —comentó.

—¿En casa de tu madre? —hablé confundida—, ¿Tu mamá ya no vive aquí?.

Jen respido profundo mientras sacaba las llaves de su coche y lo encendía.

—Key, mí mamá no está aquí, ella se mudo para la casa familiar y así darme el espacio que necesitaba. —dijo.

—Es tu casa entonces —analicé lo que me acaba de decir.

—No, solo que la estoy alquilando.

—Ja, ja, ja. Que gracioso —dije sin gracia.

—Aveces dices cosas que son un poco incoherentes.

—Por eso no veía a tu familia y siempre está tan callado.

—¿Ahora es que te das cuenta? —Negó con la cabeza, abriendo la puerta para que pasara.— .Vamos entra que se hará muy tarde y no querrás ver a Egan en estos momentos.

—¿Qué podría pasar?

No dijo nada más. Espero que entrara para cerrar la puerta y dar la vuelta completa y así entrar al puesto del conductor.

Fue un viaje más o menos corto, la casa de la madre de Jen no quedaba tan lejos del pueblo pero si teníamos que dar unas que otras vueltas. Lo primero que vieron mis ojos cuando dimos la última vuelta que faltaba, fue ver una casa enorme casi el triple de las casas que estaban en el pueblo, era hermosa, las luces le daban un toque encantador y las ventanas enormes dejaban ver la sala junto con la cocina al final.

No pude evitar soltar un suspiro.

En los muebles se veían cuatro personas muy familiares hablando y riendo al mismo tiempo.

—Tu casa es enorme —solte inconscientemente.

—Es la casa familiar, ¿Qué esperabas?.

—Me esperaba algo más pequeño.

Jen paro el coche asiendo señas para que me bajara para aparcarlo en un buen lugar. Salí del auto con mi bolso en el hombro.

La puerta se abrió dejando salir a dos criaturitas que salieron corriendo a abrazarme.

—¡Key, estás aquí! —dijeron al unísono, corriendo hacía mí con los brazos abiertos.

—¡Ay niños!, ¿Cómo están? —me agaché, correspondiendo le el abrazo emocionada.

—No te habíamos visto desde hace 2 años.

—Y yo no los había visto desde hace 2 años —sonreí divertida—. Te extrañé mucho Cail, mira lo grande que estás —lo miré de arriba a abajo sorprendida.

—¿Y A mí no me estrañaste Key?.

Me giré a una niña de cabello castaño como el de Jen y unos lindos ojitos color avellana.

—Claro que te extrañé a tí también Emily —le di el típico abrazo de oso, su perfume suave con olor a fresas invadió mis fosas nasales.—me encantaba su perfume de fruta, Emily me plantó un beso tierno en la mejilla y terminó riendo.

—Estas muy linda rosita — dijo emily acariciando mi cabello en sus pequeñas manos.

—No soy rosita Emily —negue con la cabeza.

—Si lo eres.

—Solo por el secretito que tenemos tu y yo no es necesario que me llames con ese nombre.

—Esta bien —susurró—. Ven rosita vamos para mí cuarto, te quiero mostrar algo.

—Ahora no Emily —Habló Jen con un tono autoritario y acercándose a los tres—. Tiene que ver a mamá y a la abuela.

—Entonces, ven —Emily me sostuvo del brazo, llevándome a la sala donde estaba la abuela y la madre de Jen.— Mamá mirá quien trajo Jen de visita.

Una mujer de tes clara y abundante cabello se asomo desde la cocina con una sonrisa amable.

—Key, eres tu querida.

—Hola señora Ana —respondí con amabilidad.

—hijo mío —Ana salió de la cocina con los brazos estirados acercándose a Jen para envolverlo en un cálido abrazo.— ¿Cómo va todo en el pueblo? —pregunto, acercándose a mí para saludarme con un abrazo.




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