La noche de ayer fue increíble, fue diferente, casi como en los viejos tiempos cuando éramos pequeños.
Los primeros en llegar fueron Egan junto a Roy y Ana que tenía una sola bolsa de comida a comparación de los chicos que traían varias en ambas manos.
A ambos se les iluminaron los ojos al ver el plato de galletas que descansaba tranquilamente en la mesa. Obviamente preguntaron que para quien eran y la abuela Luisa, que los estaba recibiendo con un abrazo y un beso en la mejilla; les dijo que era un regalo dulce para todos.
Egan fue el primero en probarlos y quedó encantado, la segunda fue Ana que le pregunto a la abuela como lo había hecho y todas esas cosas que no es necesario repetir.
Jen no había llegado aún pero me dijo que ya tenía las semillas en sus manos y que no había de que preocuparse. Al final nunca llegó a casa y tuve que esperar con impaciencia hasta el día de hoy.
Estaba en la cama con la vista pegada a la lámpara que estaba a metros de mí, llegué a pensar que ¿Qué pasaría si eso se callera?".
Obviamente me golpearía.
En fin. Decidí levantarme eh ir a preparar el desayuno el día de hoy.
Pero, antes de levantarme algo captó mi atención. Y es que debajo de la puerta ví una luz azul o lo que parecía ser una luz.
—Emily —susurro, captando la atención de la niña—, ¿Estás viendo lo mismo que yo?.
—Sip —dice con tranquilidad.
—¿Y eso que es? —pregunto de nuevo al ver que ella actuaba con tranquilidad.
—Es Cail no te preocupes.
—¿Cail?
—¡Cail deja de hacer eso Key está despierta!. —exclama.
Me le quede viendo desconcertada al ver que Cail le había hecho caso y la luz azul había desaparecido. Iba a hablar pero en ese entonces él abre la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.
—¡Keylei buenos días! —corre a abrazarme. Lo cuál le correspondo el abrazo.
—¿Eras tú el de...
—Debes tener hambre, vamos a prepararnos cereal para comer, —dice Cail interrumpiendo me. Con eso ambos niños desaparecen por la puerta dejándome ahí en la cama entrando en confusión.
—¿No estoy loca verdad? —hablo para mí misma. Me levanto rápidamente y bajo las escaleras para ir a la cocina donde estaban los niños.
Saque la leche de la nevera y los cereales del estante, sirviendo le de una vez a cada uno.
—¿Y los chicos dónde están? —pregunte.
—No están, cada uno tuvo que hacer cosas de trabajo o algo así me dijeron.
—¿De trabajo?.
Cail asiente.
—Y Jen viene dentro de una o dos horas con mamá. —comenta.
—¿Y la abuela?.
—No a despertado aún —dice Emily, metiéndose una cucharada a la boca.
Asiento sin darle tantas vueltas a el asunto y como tranquilamente con ellos.
Al rato después de haber comido. Los chicos estaban en la habitación de la abuela viendo una película o algo así me habían dicho.
El sonido de mi celular capta toda mi atención, haciendo que le eche un vistazo para ver el nombre que se mostraba en la pantalla. Era mamá, me pareció raro ver el nombre de mamá a esta hora y no recibir un mensaje de buenos días como siempre.
Contesto con una sonrisa sincera.
—Hola, mamá. Buenos días.
—Hola hija —su voz dulce fue una melodía para mis oídos— ¿Cómo estás cariño?.
—Estoy bien madre, ¿ y tú?
Escucho un suspiro de parte de ella.
—Ojala pudiera decirte que estoy bien, pero, tengo que decirte algo cariño.
Fruncí un poco el seño y acto seguido, deje de hacer lo que estaba haciendo para prestarle toda la atención.
—¿Qué sucede mamá?. —digo sin más.
Después de un largo momento de silencio, decide hablar.
—Key ya nos vamos. —su voz sonaba triste.
No obtuvo respuesta de mi parte, estaba en un estado de shock; quería alejar mi celular y colgar pero no podía, no podía moverme. Mi cuerpo no respondía a ningun movimiento.
—Podrias... ¿Repetirlo? —digo, aún sin procesar lo que dijo.
—Hija, se nos adelantó el viaje, tenemos que irnos tenemos que... —suelta un suspiro—. ¿Puedo hablar contigo en persona Keylei? —pregunta mi mamá al otro lado del teléfono, con un tono amable pero triste a la vez.
Hecho un vistazo en la casa y la cocina para ver si no había nadie que me escuchará y no caer en conflictos. El cuál...ya presentía que se iba a acercar aunque lo evitara.
—¿No dijiste que después de navidad nos íbamos a ir?...
—Lo se hija, ocurrieron ciertas cosas que nos hizo adelantar el viaje.
—¿Hablaste con mi papá?.
—Si, estará calmado —se mantiene el silencio por un momento—. Necesitamos que vengas a arreglar tus cosas para irnos.
Cierro los ojos tratando de calmarme, mientras me daba un pequeño masaje en el puente de mi nariz.
—¿Keylei, estás?.
El silencio reina por unos segundos.
—Key, hija. ¿Estás ahí?.
—Si, aquí estoy.
—Lo siento cariño.
—No te preocupes... Voy para allá. —separo el celular de mi oreja y cuelgo.
Deslizo una mano por mi cabello soltando un suspiro derrotada. Subo las escaleras con rapidez, dirigiendo me al cuarto de Emily donde tenía mi ropa y mis cosas.
Unos toques llamaron mi atención haciendo que gire desconcertada. Sus ojos avellana intenso se cruzaron con los mios por una fracción de segundo. Pude ver cómo le echaba un vistazo a la ropa que estaba en la cama y el bolso que me había traído para quedarme aquí.
—Yo... —no podía pronunciar ni una palabra
—Tranquila. Escuché la conversación —admite Ana acercándose a mí con un abrazo el cuál le correspondo de inmediato—. Te llevaré a casa.
Asiento con tranquilidad. Alce la mirada, encontrándome a Jen parado en el medio de la puerta con el ceño fruncido.
—No duraste hasta navidad.
Es cierto. Prometí pasar navidad aquí con ellos antes de irme y no lo estoy cumpliendo.
—Tengo una idea —comenta Ana. Revisando su celular—. Espero que digan que se puede hacer algo.