Y de un momento a otro me sentí tan viva como pájaro volando por los aires, tan viva como nunca antes me sentí.
Y todo gracias a este chico.
Estar a su lado es lo más bonito que eh tenido en estos 19 años. Aquella risa que contagiaba dónde se escuchara, era melodía para mis oídos, casi, casi sonando como una sinfonía.
Estaba tan segura de que algo en él me descontrolaba en todos los sentidos, los sentimientos que mantego controlados se desbocaban con tan solo estar compartiendo con él.
Me tomé la molestia de admirar cada rincón de este inolvidable momento que estaba más que segura que no iba a suceder dos veces. La luz del atardecer iluminando cada rinconcito del lugar, Egan y yo sentados en el verde pasto y el sonido de las olas era algo simplemente mágico.
Observar como el viento jugaba con su cabello y ver como los rayos de luz del atardecer parecen deslizarse suavemente en su rostro con delicadeza, me causaba aquella sensación extraña en mi estómago que ya llevaba mucho tiempo sintiéndolo.
—¿Por cuánto tiempo no te has sentido así Key?
—¿Así cómo? —respondo con otra pregunta saliendo de mis pensamientos y esta vez, captando su atención.
—Así de viva.
Quedé callada y está vez. Su pregunta me hizo disociar por unos segundos y es que no sabía por cuánto tiempo me había dejado de sentir así. Lo que eso me llevo a una duda.
¿Cuál fue la última vez que dejé de sentirme viva y extremadamente feliz?.
—No lo sé —respondo—. No me acuerdo de la última vez que me sentí así de feliz.
—¿Sabes? —veo cómo Egan se acomoda en su lugar apoyando ambos brazos en sus rodillas, soltando lo siguiente—Yo tampoco me acuerdo de la última vez que me sentí tan vivo.
—Que mentira —digo burlona.
—No es mentira Key —responde de inmediato—. Tal vez me veas riendo todo el tiempo por cualquier estupidez pero, muy rara la circunstancia que me siento tan real.
Lo único que hago como respuesta es verlo, para luego girarme y ver los lindos colores que empezaron a aparecer en aquel cielo frente a mis ojos.
—¿Sabes cómo se llama lo que estamos viendo? —pregunta Egan.
—Si, atardecer— respondo con obviedad.
Escucho como suelta una carcajada.
—Obviamente es el atardecer...
—¿Entonces? —lo interrumpo.
—Este es el arrebol niña —niega con suavidad.
—¿Arrebol?
—Aveces hay diferentes colores en cada atardecer, no todo el tiempo son iguales. Pero cada uno tiene su belleza inigualable.
Las nubes en el cielo mostraban una amplia paleta de colores llamativos. Desde el rosa, al naranja más intento y brillante.
—Son hermosos— suelto al unísono.
—Tan hermosos como la chica que tengo a mi lado compartiendo este momento. —dice en un tono tranquilo y pausado.
—Oh, vamos. Solo dices tonterías. —Digo sin poder ocultar una sonrisa nerviosa.
—Si fuera una tontería, aún así te las repetiría todo el tiempo que sea necesario. —asegura poniendo sus ojos en mí.
Siento como todos mis sentidos están a punto de explotar por aquellos comentarios tan inesperados.
No pude evitar soltar una risa llena de nervios.
—Eres un tonto Egan —Digo entre risas suaves. De repente, un silencio sepulcral envolvió mi alrededor con brusquedad. Con extrañeza, analicé la situación con la cabeza gacha con vista a el pasto que estaba debajo de mi cuerpo— ¿Por qué todo quedó en silencio así de repente? —suelto, preguntándole a el chico que estaba a mi lado.
—La tonta eres tu que te creíste todo esto—suelta de golpe.
Aquella voz que antes sonaba cálida y suave, se volvió en una voz irónica.
Una que goteaba sarcasmo y veneno.
—¿Qué? —desconcertada intenté girarme confundida por aquella respuesta tan inesperada de su parte.
Espera...
¿Cómo que intentaba girarme?
Una gota de desesperación se concentro en cada extremidad de mi cuerpo.
—Esto es solo una tontería creada por tu tonta mentalidad Keylei —cada palabra se sentía como líquidos ácidos y penetrantes que se concentraba en un objetivo, el cual, era destrozarme por completo.— ¿Qué esperabas? —suelta en un tono burlón—¿Un final feliz?.
—¿Qué diablos te sucede? —hablo con seguridad pero en el fondo tendiendo apenitas un temblor que se mostró en cada palabra.
De repente las piezas del rompe cabeza comenzaron a encajar.
Después de tantos intentos forzosos, logré visualizar a la persona que pensé que se trataba de Egan pero no, no era él, era aquel chico que había visto antes en la cafetería estando con Egan y cuando me estaba molestando que intervino Harris.
¿Quién era en realidad este sujeto?.
—¿Dime, sabes algo de tus pobres padres Keylei Coldwell? —su semblante cambio sarcásticamente y uno lleno de lástima fingida—¿Desde cuanto tiempo no sabes de ellos? —suelta una carcajada cortante y áspera.
—¿De que hablas? Ellos están bien —contesto con confianza y seguridad.
—¿Así? —sus ojos brillaban con crueldad al igual que el tono de su voz— ¿Y por qué no sabes nada de ellos? —hace un puchero— Creo que tú querido Egan te está ocultando algo.
—¡Mientes, él no me ocultaría nada! —exclamo. Sintiendo como si la angustia fuera un balde de agua que cayó de golpe encima de mí.
—Esto es solo el comienzo de miles de mentiras, no te lo tomes personal—termina soltando un guiño.
Veo como su sonrisa llena de malicia desaparecía junto con todo mi campo de visión, volviéndose oscuro.
—Key ¿estás bien?
Mis ojos se abren bruscamente, solo para encontrar los suyos fijándose en mí primero confundido.
—¿Eh? —suelto confundida, poniendo mi mano sobre mi pecho sintiendo una sensación inquietante en el corazón.
—Estabas quejándote— murmura en un tono preocupado, con las manos puestas en el volante mientras el auto seguía su curso.— ¿Tuviste una pesadilla?—pregunta.
Asiento con la cabeza mientras me acomodaba en el puesto.
—Fue algo extraño —suelto al aire, recordando todo lo que pasó en ese sueño— primero fue algo muy lindo y luego se convirtió en una pesadilla...podría decirlo así.