Mi vida en control de tus manos

16.2

—¿Y de que trata? —pregunto, subiendo mi cabeza para mirarlo.

—Trata de tus padres.

—¿Mis padres? —pregunto, sintiendo como una oleada de emociones envuelve mi estómago—. ¿Donde están?, ¿Cómo se encuentran?

Las palabras quedaron suspendidas en el aire por un corto periodo de tiempo. Sus ojos verdes vivos como el corazón del bosque, penetraban en silencio. Atrapando y teniendo en la palma de sus manos, la incertidumbre que me consumía.

—Ellos...—hace una pausa inexplicable para continuar— están bien. Ya llegaron a casa de tus abuelos.

Suelto un suspiro aliviada.

—Gracias al cielo ya llegaron. ¿Te dijeron por qué no me contestaban los mensajes?— pregunto.

—Por lo que me dijeron. El teléfono de tu padre está dañado y el de tu madre...dejo el cargador en alguna parte de tu antigua casa que ahora, se encuentra ocupada por vecinos del pueblo.

—¿De verdad?.

Arqueo una ceja por lo que me dice. No le preste tanta atención, por lo menos ya sabía que estaban bien y la razón por la cual no me respondían.

Me sentí muy aliviada que no me importo enfocarme en los detalles.

—¿Tienes hambre? —pregunta, cambiando de tema, acercándose a la nevera —¿Quieres que hagamos algo para comer?

—¿Qué?

—¿Quieres que preparemos algo juntos para comer? —repite, alzando la vista a mi dirección, esperando mi respuesta—¿Que dices?

Una sonrisa inesperada se desliza, escapando de mis labios.

—Por supuesto que sí.

—Perfecto —dice, esbozando una sonrisa satisfecha.

***

—¿Tienes algo en mente, Key? —pregunta Egan, apoyando su brazo en la mesa con una cercanía que parecía tener intenciones. Mientras yo seguía concentrada en la pantalla, buscando recetas por el celular. —¿Algo que te convenza al menos?

—Aun no estoy segura —digo, levantando la mirada, encontrándome con su rostro casi cerca del mío— ¿Alguna sugerencia que puedas acotar, Egan? —añado, tratando de ignorar los nervios que estaban luchando por salir.

—Mmm...dejame pensar —responde inmerso en sus pensamientos, teniendo la vista en algún lugar— ¿Qué te parece hacer una lasaña?

—¿Una lasaña?

—Pero no una lasaña cualquiera —dice, haciendo un gesto con sus manos—, hagamos una con capaz de queso brie y espinacas —sugiere.

—¿Queso brie? —arqueo una ceja— ¿Compraste queso brie, Reilch? —digo manteniendo una sonrisa y teniendo mis ojos entrecerrados.

—Por supuesto. —respondió, acercándose a la nevera y sacando el famoso queso— aquí está, fresco y apetecible.

—Increible —admito, dejando el celular a un lado de la mesa de la cocina.

—Me parece perfecto que hayas aceptado mi idea —admite sorprendido, dejando el queso encima de un plato—. Muy raro las veces que me aceptas algo sin preguntar tanto.

Pongo los ojos en blanco.

—Cuando hay hambre, la imaginación y el estómago hablan tomando una decisión. Mientras que las ideas claras no sirven en esta mezcla.

—Estoy haciendo caso sumiso a lo que me estas diciendo, Key Coldwell —suelta una sonrisa divertida.

—Espero que tus habilidades culinarias no te traicionen —digo cruzando me de brazos, divertida.

—¿Acaso dudas de mi habilidad con la comida y el sabor de los alimentos? —levanta las cejas, finjiendo sentirse ofendido por mi comentario—. No sabes nada chiquita —dice, sacando un cuchillo con delicadeza mientras que con la otra mano saca una pequeña bolsa llena de espinacas.

—Hay que lavarlas aunque vengan del supermercado —añade en un tono obvio al ver que lo observaba.

—Lo se, no estoy diciendo nada. Tranquilo —digo riendo—, solo te miraba.

—Se que me veo demasiado bien cocinando, pero al menos ten un poco de prudencia cuando me mires —me guiña un ojo divertido.

—¿Prudencia? —contesto, soltando una ligera risa mientras lo ayudaba con los ingredientes para ir preparando la lasaña— ¿Acaso crees que voy a estar solo viéndote sin darte una de mis críticas constructivas como chef?

Egan estalla en una carcajada contagiosa, pero rápidamente baja su voz al saber que la abuela se encontraba dormida en su habitación. Me dedicó una mirada en la que pude ver una chispa llena de diversión en sus ojos.

—Nunca te eh visto cocinar, Key. Si dices llamarte chef, necesito pruebas —dice dejando el reto en el aire—. Y tengo la mejor idea para hacérmelo saber o para descubrir si tus palabras son ciertas.

—¿Y cuál sería, señor cocinero de cinco estrellas— respondo, desafiante. Acercándome ligeramente a él.

—Prepárame algo de comer mañana como desayuno y pondremos a prueba tu supuesto talento culinario. Viendo quién es el mejor —dice, cortando la espinaca en trozos muy pequeños.

—Soy un encanto cuando se trata de impresionar a las personas —admito—. No creo que estés preparado para probar una comida hecha por los mismos dioses y aceptar tu derrota.

Otra carcajada baja pero profunda, resuena en el cálido ambiente de la cocina.

—Eso me suena tentador —dice, desviando su mirada hacia mí, apoyando ambas manos a la mesa con gesto de arrogancia divertida.

—¿Qué te suena tentador realmente? —respondo, colocando los ingredientes a un lado de la mesa. Tal vez me estaba metiendo en zona de peligro pero no me importo del todo.

Veo como una sonrisa juguetona escapa de sus labios como si supiera saber más de lo que dice. Su dedos tambolirean en la madera de la mesa por un corto segundo, antes de inclinarse un poco más, cortando la poca distancia que nos separaba.

—Tal vez —hace una pausa tentadora, su mirada bailando eh mostrando una chispa traviesa—. El reto de preparar el desayuno mañana y sorprenderme. ¿Qué dices Key? —termina de decir, apartándose bruscamente de mí y concentrándose en terminar la lasaña.

Mi respiración se sentía a mil, sintiendo como latía mi corazón con brusquedad, tanto que temia que se escuchase. Con una voz casi nerviosa suelto lo siguiente:

—Así será —trago saliva, apartándome un poco.




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