Los doctores volvieron a hacerme preguntas sin estar mi madre cerca, confesé que me había caído por las escaleras en casa, por eso estaba lleno de moratones. La doctora me pidió que fuera a un psicólogo que me podría ayudar.
—¿El psicólogo puede matar a mi padre? —respondo secamente.
La doctora no dijo nada ante mi respuesta solo se quedó ahí parada y me dejó marchar. Para no variar mi madre se fue con el enfermero aquel y me dejó abandonado. Menos mal que mi novia Nadine viene a buscarme y me ayuda a dejar de pensar en lo sucedido. Cuando veo su cabello cobrizo, la abrazo, y por un segundo me convenzo de que afuera del hospital existe vida. Pero sé que miento. Estoy huyendo del incendio que me espera. Me juré que no volvería. Pero en el fondo, sé que el hospital no es mi escape. Es solo mi sala de espera.
—Amor, tenemos que hablar —dice. Su mirada me dice que mi infierno viene en camino.
—¿Tiene que ser ahora? Necesito desconectar de todo, cari —respondo sin fuerzas.
—Sí. Tiene que ser ahora. No puede esperar —su voz se rompe.
—Nadine... ¿qué pasa? ¡No estoy para bromas! —gruño, más fuerte de lo que quería.
Me muerdo el labio. Sus ojos se llenan de lágrimas.
—Perdón. No era mi intención hablarte así —digo, bajando la cabeza.
—Te engañe…y me violaron, papá se enteró no sé de qué manera y por acto reflejo dije que estaba contigo y…y —rompe a llorar.
—Me estas diciendo que me engañas…que abusan de ti…tu padre piensa que he sido yo—empiezo a hiperventilar.
—¿Estás bien? —trata de acercarse pero le alejó la mano para que no me toque.
—Nadine ¿Acaso te has parado a pensar en el lío en el que me has metido? —mi rostro serio, provoca más lágrimas en ella.
—Si osea no, no lo sé, sólo pensé en que si te lo contaba podríamos acostarnos y decir que fue un malentendido —agarra su falda de marca gucci carísima.
—Estás mal de la cabeza, tú crees que esa es la solución —gritó levantando la mano pero deteniéndose antes de golpear a Nadine.
—Liam ibas a pegarme —sorprendida Nadine se sienta dramáticamente en el suelo.
—Yo…yo no no quería —nervioso retrocedo— perdón me tengo que ir.
—¡Liam! ¡No te vayas tenemos que solucionar esto! —grita desesperada.
Salgo corriendo. Tratando desesperadamente de ordenar todo en mi cabeza. Cuando miro a mi alrededor había llegado a la estación de buses que me llevarían hasta mi casa. Cuando llegó a la calle de la parada, veo a Ulrich salir de su casa.
—¡Ulrich! —grito llamando la atención de mi mejor amigo.
Él levantó la mirada, sorprendido de verme allí.
—¿Qué haces aquí?
—He salido del hospital hace unas horas —digo indiferente, como si fuera lo más normal del mundo.
—¿Te escapaste? —me interroga, la sonrisa traviesa asomando en su rostro.
—¡Crees que podría escaparme! ¿o que? —me cruzo los brazos, analizando los intentos que hice, pero fui pillado por la enfermera —¡Está todo vigilado!
—¡Lo intentaste! —dice con una sonrisa ladeada.
—No —niego con la cabeza, aunque mis ojos delataban lo contrario.
Ulrich se acercó un poco, notando mi cambio de actitud.
—¿Estás bien? Te noto decaído —pregunta sujetándome de los hombros.
—No, no estoy bien. En serio, Ulrich, es un desastre. No sé cómo más llevar todo esto. —me llevo las manos a la cara.
Ulrich me observó un momento, sabiendo que no era una broma. Sin decir mucho, se quitó la chaqueta y me la lanzó sobre la cabeza.
—Espera, sube a casa. Papá está en el curro, así que puedes estar tranquilo —dijo, intentando aligerar el ambiente.
Una sonrisa nerviosa se asomó a mis labios, mi mejor amigo me conocía bien, sabía la situación que había en casa, ya que mamá intentó seducir a su padre para que Ulrich no le contara nada a nadie. También, sabe que papá me mandó al hospital más de una vez de mil formas diferentes, sabe de mis ataques de pánico… y no se lo conto a nadie, tambien sabe que no aguanto a Jack, pero no me quejo, cuando viene no puedo evitar permanecer callado para que Jack no se meta conmigo aunque más de una vez me dijo que podia ser yo mismo con el también. Lo que no sabe Ulrich es que Jack no hace nada más que competir conmigo por las chicas de clase yo pasaba de ellas hasta que apareció Nadine.
—Entra —me indica el moreno.
—Gracias —estaba emocionalmente agotado ya no sabia que hacer.
Sonó el teléfono de Ulrich. Ambos miramos el móvil. mi alma se me cayó a los pies al ver el nombre de mi madre en el teléfono de mi amigo.
—Si —contesta mi amigo haciéndome callar tapándome la boca.
—¿Está el desgraciado hijo contigo? —suena la voz grave de mi padre al otro lado.
—Disculpa, señor Lee, su hijo no ha venido por casa hoy, si lo veo ¿ desea que le dé algún recado? —responde mi amigo inocente, me mira y me guiña el ojo.
Editado: 30.10.2025